26 julio 2011

Del corralón

Suele ocurrir que cuando un tránsito se fija en una infracción recién cometida, es porque parte de la pena consiste en llevar el carro al corralón. Y ello porque la gente le tiene mucho miedo al corralón. Para empezar uno nunca está seguro de la documentación que hay que llevar, así que es lo primero que uno tiene que preguntarle al tránsito. Segundo, porque uno sabe que va a perder varias horas ahí y por lo regular uno tiene prisa; pero no le tengan miedo al corralón: si uno carga con los documentos que se requieren sale en menos de una hora, por lo cual es muy recomendable traer en la guantera del carro al menos dos fotocopias y el original de la tenencia, la última verificación, la tarjeta de circulación, la licencia y el IFE. Además, por lo regular hay un changarro de fotocopias fuera de los corralones. Tercero: no lo pueden llevar a un corralón muy lejano y no tiene por qué esperar a ninguna grúa. El tránsito tiene que conducirlo hasta el corralón que corresponde a la zona donde fue cometida la infracción.

Si le da codo, recuerde que usted cometió una falta. Y sobre todo, si tiene un compromiso muy urgente, recuerde que exigirle al Tránsito que lo lleve al corralón (es decir, no caer en la tentación de dar una mordida) es el precio que hay que pagar por no ser parte de la cadena de corrupción. Como buen mexicano, si está harto de la corrupción, de la inseguridad y de la impunidad, haga un esfuerzo virtuoso por no ser parte del sistema corrupto. Cuesta trabajo, lo sé. Pero sólo esa disciplina ayudará a su país. Es una manera muy fácil de ayudar a su país y de cooperar con el sistema de justicia. Piense en el esfuerzo de Sicilia por luchar contra la impunidad. Apoya más tragándose la molestia de ir al corralón que mentándole la madre a Felipe Calderón. Ponga su granito de arena, pues como dice la Biblia: así como juzga será juzgado. Haga el esfuerzo. La nación dolorida se lo agradecerá.

Y sobre todo: no tenga miedo al castigo: no es desproporcionado. Y aproveche que ahora la ley lo protege del abuso de la autoridad.

Pero sobre todo, recuerde la siguiente lección práctica. Por alguna razón que desconozco, el tránsito no gana nada si logra conducirlo al corralón. Cuando vea que usted está determinado a que se lo lleven, el Tránsito reculará en el último momento (pura probabilidad).

Dios vomitará a los tibios de su boca. Si ha elegido creer en Dios (o si cree en él por default), recuérdelo.

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Link útil: prepárese para cuando usted, en un acto de debilidad, cometa una falta. Y en un acto desafortunado, además lo vea un tránsito. Tenga a la mano el reglamento de tránsito del DF:
En esta página (píquele en página) encontrará información útil para estar siempre preparado. Fíjese qué documentos vale la pena tener en la guantera y en número de fotocopias. De los trámites que hay que hacer en esta vida (como sacarle a la abuelita de 84 años el acta de nacimiento –pues nació en plena cristiada y no la tiene– o sacar la cédula profesional), es uno de los más sencillos. Agradezca a Dios, la Fortuna o el Azar –según sea su Dios– que vive en la época de Internet y las Líneas de Captura.

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Lo dejo con una reflexión de autoayuda: no hay manera más fácil de vencer la tentación que caer en ella. Quizás descubra que lo que deseaba sólo era un fantasma. Y que el real es demasiada poca cosa y no justifica sus lágrimas y desvelos. Y quédese mejor esperando a su marinero holandés, que esa espera –descubrirá usted, en verdad vale la pena.

Esperando al marinero:
Esponjita

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