28 noviembre 2012

Finally I'm back...


La historia de la tesis es sencilla: de pronto los proyectos internos se multiplicaron. ¿Qué tenía que ver la intencionalidad según Searle, el proyecto de los contenidos no conceptuales de Bermúdez, inspirado en Gareth Evans, con una serie de problemas internos de un autor sobre el cual se ha estudiado tan poco? ¿En verdad el tema era sobre la intencionalidad o era más un tema relacionado con la interpretación de una obra, al fin editada pero poco estudiada? 

Entre la escritura del De homine (1242) y el Comentario al De Anima de Alberto hay 10 años y una  revolución: un día descubrieron que no habían interpretado bien a Averroes. Que su solución al problema de los intelectos de Avicena era mucho más sólida, aristotélica y coherente... pero que era herética. Y, como lo muestra Bernardo Bazán (aunque ha habido intentos por rebatirlo) el verdadero problema no es la herejía de decir que el alma humana es mortal, sino un problema, diríamos, de intuiciones occidentales: que el intelecto y la consciencia deben identificarse, lo que no ocurre según la lectura de Averroes.   

¿Hasta dónde habrán llegado las ondas de tan tremendo terremoto? Ya mi asesor mismo publicó algo sobre las razones de Alberto para migrar de Avicena a Averroes. ¿Tal terremoto no habrá impactado, profundamente, todo el sistema de la psicología de Alberto? Y no sólo en el sentido meramente teórico, sino en lo referente al uso de las fuentes. 

Quienes conocen a Tomás, saben que es muy pulcro a la hora de distinguir entre su interpretación de fuentes y lo que él mismo afirma. Pero el Alberto del De homine, no. Al parecer, en su comentario al De anima Alberto hace una lectura mucho más cuidadosa de Avicena que la del De homine... digo, al parecer porque en mi tesis sostengo que las distorsiones que sufre Avicena a manos de Alberto no son errores de interpretación sino manipulaciones deliberadas para poner en boca de Avicena su misma teoría. Pero luego, el mismo Alberto, parece tomar distancia respecto a esta técnica de interpretación y exposición de las propias ideas... quizás esta técnica fue causante de liberar de culpa al reo de Averroes. La lección: hay que ser más literales y cuidadosos. 

Así pues, la tesis de pronto se enfrentó a tremendos problemas: ¿cómo averiguar qué relación tenían con Bermúdez las intentiones de Alberto que, al parecer, había tomado de Avicena, si ni siquiera quedaba claro que la teoría del obispo hubiera permanecido la misma en el De homine y el De anima?

En un intento por hacer concordar (¡ah concordias!) la filosofía de la mente contemporánea con la del obispo hizo surgir, de pronto, más problemas que el de la inferencia bestial (¡sí! bestias es el nombre de los "animales privados de intelecto") ¿qué son las 'imágenes'? Y ¡anda tú! que hasta acabé leyendo sobre ese asunto. Pero de todo ese periplo en el que divagué más de un año, me quedó claro algo: que en el De homine Alberto no le concede capacidades inferenciales a las bestias, y que resolver el problema de la teoría de la intencionalidad en ALBERTO (a diferencia de Avicena) implicaba destrabar el otro problema, estudiado por los interesados en la óptica de Alberto: la naturaleza de la distinción entre esse naturale y esse intentionale, y que esa distinción era, también, uno de los grandes inventos de Alberto.

¿De veras Tomás entendió a cabalidad la teoría de la percepción en Alberto? (Nomás aprendo un poquito más de alemán y me chuto la tesis de doctorado del asesor que trata, justamente, de eso). ¿Entendió, por ejemplo, el detallito de Alberto de que la magnitud y la figural poseen ser intencional incluso al reflejarse en los espejos? Y, sobre todo, ¿cuál es la relevancia de todo ello para construir su propia teoría de la abstracción? 

Pero llegó el momento de la verdad, y a esa tesis ya le habían salido rizomas sobre las raíces sobre las hojas sobre los zarcillos. Y necesitaba nomás un racimo de uvas. Hubo que elegirlo. Y así fue como se decidió, con tijera en mano, que quedara como quedó: 

¿De qué manera se había servido Alberto de Aristóteles, Avicena y Averroes para construir su propia teoría y, sobre todo, cuál era tal teoría

Así de pinche exegética y filológica. 

Estoy esperando las correcciones del asesor. Bueno: apenas ayer a las 10 de la noche le mandé la conclusión. Fue, me dijo, una lectura rápida. Sobresalen los dedazos y las dificultosidades redaccioniles propias de la esponjita. Y, de lo mejor, el artículo de Avicena... que logré hacer gracias a cuatro intérpretes diferentes: me peleo con tres y, el cuarto, que así sin querer queriendo lanza al aire una hipótesis, es al que le doy la razón. 

Pero ¿y Alberto? ¿en quién apoyarme y sobre todo —y pensando en la segunda ley de Newton—, ante quién reaccionar?

Uno y el mismo artículo... en prensa, pero cuyo autor me manda 3 correos diarios... 


***

En lo que llegan las correcciones habrá que dar el último pincelazo: la Titanomaquia.
Porque del acto de Cronos surgió también Afrodita... 


...y, espero yo, el perdón.

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