02 abril 2014

Sandmann



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Se murió Jacques Le Goff.

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En la cabeza me dan vueltas veinte mil ideas y ninguna se digna a sentarse junto conmigo y abrazarme, al menos, por un rato. De todas ellas, una está íntimamente relacionada con el proyecto de recuperar proyectos. Ahora que hay un minuto de distracción me doy permiso de desandar lo andado, volver a abrir Totalidad e Infinito y sentir un profundo sentimiento de decepción al leer ese discurso agujereado que no alcanza a ser nada, sino una red que me enseñó que debía leer a otros. Agradecida estoy: me presentó a Maimónides, al hebreo, a san Agustín. Con su otro, su panim que no era suyo y estaba en francés y en cripto-cristiano, me presentó la base y fundamento del pensamiento occidental: el neoplatonismo

Todo comenzó cuando reconocí al 'yo' de Lévinas en el viaje hacia la interioridad de Agustín ¿cuál Descartes, lituano insensato? Y Agustín me llevó, gracias a las notas de Ángel Custodio Vega hacia Plotino. Plotino y su Enéada III, 7. Quod ist ergo tempus? Pero en el "si nemo ex me quaerat scio" había algo que no estaba en miope aquél... algo se le escapaba. Algo que, según Ángel Custodio Vega estaba, quizás, en Pirrón ¿o Sexto Empírico? improbable pero tan posible... algo en Agustín siempre se le escapa al neoplatonismo... algo... y ahí están: los estoicos


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Las ideas vienen, me dan un golpecito en la cabeza, y siguen de largo. Ninguna me arropa, me abraza, me seduce. Pasan frente a mis ojos el discurso de Michael Tkacz, tomista de hueso colorado, explicando de qué manera Alberto Magno divide las ciencias. Cómo declara cuál es la independencia de cada una y su no subordinación. Hay, empero, un método común a todas ellas de carácter normativo: la lógica. Hay en todas ellas un fin pero que ha de descubrirse a posteriori: la metafísica. La metafísica como una necesidad a posteriori es una idea tan, pero tan extraña... una cosa tan bizarra que solo pudo habérsele ocurrido a un gringo en los años sesentas. Y, seguramente, no es de eso de lo que hablaba Alberto... pero también. 

En cosa de tres semanas pasaron demasiadas cosas: lo inapelable de la muerte. Ver surgir de un humo alquímico la mole inmensa del sistema filosófico del Doktor Universalis. El cuento de Quine de cómo fue que esa mole inmensa se vino abajo. Verme dando clases de griego, tomando clases de árabe ¡de árabe! ¡yo dejé al árabe por culpa del imbécil de Lévinas! Ni tan imbécil, a fin de cuentas el hebreo me condujo con suavidad, también, al neoplatonismo y a Maimónides. Andar, por (la) tercera (es la vencida) vez tomando alemán... Wie geht's? Wollen Sie mein Doktorvater sein? En tres semanas se me destruyó el mundo varias veces y varias veces se reconstituyó ante mis proféticos ojos de Ezequiel, como en el valle de los huesos secos...


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La mole inmensa se yergue frente a mis ojos. Reflexiono un poco y descubro que lo destruido por los aviones ingleses y los tanques gringos, no fueron catedrales, ni abadías, ni la Florencia del Elba solamente, sino el Olimpo de las ciencias que era la Europa germanófona. De tanto abrirlos, ruedan mis ojos por el piso: lágrimas de sangre corren junto a la nariz... ante sus impávidos ojos, la catedral de las ciencias se vino abajo... metafóricamente también. Y los sabios, tal y como se saben pequeños eónes encerrados en cuerpos de barro mal cocido, huyen como ratas, huyen antes que nadie, huyen de las ruinas... huyen, huyen, huyen... 

La sensación de no entender nada... a penas adivinar el verdadero tamaño de las cosas... la desesperación de descubrir tan tarde lo que debí saber desde tan temprano... Wollen Sie mein Doktorvater sein? Können Sie das machen? 

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La idea que finalmente se queda conmigo, tarde descubro, lo hace porque es esbirra de Juan Pestaña o, como lo llaman en Barbariland, del Sandmann. La idea tiene que ver con Alberto Magno, pero sólo accidentalmente (κάτα συμβεβηκός): Alberto dice que Platón es uno de la escuela de los estoicos. Ya medio adormilada, sin haber podido avanzar nada, pienso en el pedruzco negro que guardo detrás del seno. Antes se llamaba corazón. Antes se entregó todo a él, sin pretender esperar nada. Ahora me parece sentirlo tizón, porque era un corazón orgánico, es decir, un carbón, porque está encelado. Y yo le pregunto ¿pues no que ya no? ¿o exactamente a quién de los dos le tienes celos de quién? Me voy quedando dormida, no quiero pensar en nada... y menos en las manos y la piel... de ninguno de los dos...


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