16 abril 2012

Domine, labia mea aperies...



Domine, labia mea aperies, et os meus annuntiabit laudem tuam
Deus, in auditorium meum intendit...

Estoy leyendo la Biblia. En el iPod en una aplicación que se llama YouVersion. Es una historia rara. Si algo abunda en el mundo de las apps. para dispositivos móviles son versiones de la Biblia (de hecho tengo la misma app para el Android, pero ésa no reconoce el griego politónico, cosa que sí hace la del iPod). Pero en particular esa versión tiene muchas, muchísimas ediciones (pues, ultimadamente, la Biblia es algo de Dominio Público). Pero aún más sorprendente no es sólo el acceso irrestricto a 4 ediciones del nuevo Testamento en griego koiné, sino que, sospecho, es la única aplicación donde hay documentos en Cora, Mixteco, Zapoteco (dialectos Amatlán, Rincón y San Juan Guelavía), Otomí (dialectos del Mezquital y de Querétaro) y Náhuatl (del este de la Huasteca).

Es sorprendente lo que hace la fe. No hay programa gubernamental que haya tenido tanta atención a las lenguas indígenas. No han producido ninguna app. en estas lenguas. No hay, en este país, un canal de televisión o una estación de radio de alcance nacional, no se diga estatal (sí, las hay comunitarias, pero esa es otra cosa, y mucho han batallado). En cambio en Estados Unidos, por lo que de oídas sé, hay una estación que transmite en español y, los fines de semana, en Mixteco. Y en ese sentido, esa es una muy buena razón para salir de México: huir también del maldito colonialismo. 

Pero no les iba a hablar de eso, que merece sesuda reflexión, sino de porqué estoy leyendo la Biblia. Pues la app. tiene 'programas de estudio' para leerla sistemáticamente. Muchos. Y no se los inventaron ellos. Estoy siguiendo el de un tal Robertson, diseñado a fines del s. XIX. Es sencillo: ayer me tocó leer, por ejemplo, Gen. 1:1-2, Psal. 1 y 2 y Mat. 1:1-2. Y el programa dura un año. Así, si usted está muy ocupado (por ejemplo, acabando su tesis de maestría) no pierde gran tiempo. Y además de 'reflexionar' (o hacer esfuerzo y medio aprenderse los pasajes), puede leerlos en griego o en alemán (¡obviamente está la de Lutero, pero hay otras 5 versiones). Es decir, puede ir pian-pianito, o profundizar muchísimo... cual seminario de lectura de texto griegos... ejem. 

Pero esas no son las razones sino las facilidades. Ya saben, hay pasajes de la Biblia que me sé de memoria porque se los oía a mi abuelita. Tiene sus ventajas provenir de una familia protestante, cuya cabeza fue una hereje irredenta. Pero mi conocimiento de la Biblia es, en realidad, muy poco. Y siendo uno de los textos que están en la memoria de mi gens creo que debería conservar aquello. Porque, eso sí me lo hizo ver mi abuelita: la Biblia no es palabra de Dios ni divina. Decía ella que la hicieron hombres muy sabios, pero no por eso infalibles. Por eso es importante estudiarla, pero no creerle todo... (ahora entiendo mis filias por la filosofía antigua y medieval, carajo). 

Ah sí... medieval. Esa es otra buena razón para estudiar la Biblia. Aunque debo reconocer que no es por eso que lo hago. Y, bueno, seamos honestos: iría a la iglesia bautista que está cerca de mi casa (y a la que, de niña, me llevaba mi abuelita) si no fuera porque les dio no sé que espíritu creativo (y nada de inspirado por el espíritu santo, me parece) y les ha dado por componer sus propios "himnos" que de himnos no tienen nada, con letras espantosas y... lo que en verdad me aterra, totalmente desafinados. Y tampoco aguanto el círculo de estudios al que me confinaron: el de Señoras. Lo malo es que la que lo 'dirige' trata, con esfuerzo supremo, de dar una interpretación del Apocalipsis a partir de la RVR60 y no admite que se le cuestionen sus infructuosos esfuerzos por entender cómo le hace la ciudad dorada y cúbica para darle vueltas a la tierra... o algo así... y no es su culpa. Lo que pasa es que las 'Señoras' agarran el grupo para dar 'testimonio' de cómo creer en cristo las salvó. O sea, parece una sesión de Alcohólicos Anónimos. O yo soy una sangrona y me da flojera levantarme temprano para ir al servicio. Pero debería... debería. Aunque indudablemente me levantaría con más alegría si sí cantaran los himnos que me aprendí de niña. Eso. Y hasta agarraría la guitarra de nuevo. Y... y me falta paciencia. Y voluntad. Y soy una tibia, ergo, un vómito de la divina boca del Señor. 

En fin... nomás vine a escribir un rato. A propósito de mi retórica Reina Valera. Esa que, dice Monsiváis, que también lo formó. De niño fue bautista ¿saben? Y también le gustaban los gatos... eso sí lo saben...




3 comentarios:

Anónimo dijo...

Monsivais era metodista.

Petrus Angelorum dijo...

Pues salvo lo del griego koine yo paso del resto de versiones, nunca me gustó del Luther ni las inglesas.

Y en vista del espíritu ecuménico echo de menos que no se incluya la Biblia de Jerusalén o las versiones originales de Casidoro de la Reina y Cipriano Valera, el engendro de revisiones que ofrece la Reina-Valera es para considerar que la inquisición hizo bien en prohibirlas.

Esponjita dijo...

¡Me cagan la madre las imposturas!, sean las que sean. Y en especial le tengo fobia a los católicos insularfílicos posers. I'm sorry, un mal exnovio de puro jamón serrano.

Sí, metodista... o whatever... iba a la escuela Dominical, y era un raro entre católicos... eso... en eso se me pareció que se parecía... Y gracias por la aclaración :)