12 julio 2011

Valerio de las Alamedas (similitudo)


I

¡Pero ése no es Julio!

Gritó Valerio mientras veía a un muchacho moreno y alto acercarse hacia él. El hombrecillo lo jaló del hombro y le dijo:

¡No importa! ¡hágale las preguntas, no lo vaya a espantar!

A Valerio se le quebró la voz. Evidentemente estaba ante una similitudo: tenía los ojos fijos, como perdidos... Valerio sintió terror...

¿Qui... qui... quién eres?

Julio

Y...

Valerio no sabía preguntar. Obviamente preguntarle por qué no era lo que él esperaba ver no iba a dar resultado... ¡latín! ¡esa era la clave!

¿Dónde aprendiste Latín?

En la Facultad.

Y... ¿eres sacerdote?

No.

Bueno, evidentemente no era la similitudo de Julio... pero ¿por qué había aparecido cuando pensó en Julio? ¿o qué estaba mal? Porque Valerio dijo latín, no Julio... de pronto Valerio entendió que al decir latín pensó en su amigo Julio. Y al ver aparecer a aquél fantasma él estaba esperando a Julio. Después de todo, él poseía algún poder sobre las palabras mágicas. Para él, Julio era sinónimo de latín ¿a quién más conocía que supiera latín?

¿Por qué estudias latín?

Estoy interesado en la teología.

Pero no eres sacerdote... ¿por qué la teología te hizo estudiar latín?

Porque quise ser sacerdote al principio. Ahora ya no. Pero me gusta el latín.

Poco a poco Valerio comenzó a comprender. Si él pensaba en una característica de su amigo Julio y nombraba esa característica, lo que iba a aparecer era la similitudo en la que se basaba ésa característica... el sacerdocio y el latín tenían que ver con ésta similitudo... pero ¿y el físico de su amigo Julio? ¿Y el nombre de...?

¿Cómo te llamas?

Julio, ya me lo habías preguntado.

Pero tu nombre completo, ¿cuál es?

No sé...

¡¡Cómo podía no saberlo!!

Seguramente la autora no se acuerda...

...dijo el hombrecillo. Valerio se le quedó mirando fijamente; comenzó a sospechar que el hombrecillo no era un simple personaje sin similitudo. Antes de agarrarlo de los hombros para hacerlo confesar, Valerio sintió el terror que le provocó la inferencia que hizo en ese momento: quizás él mismo, es decir, la similitudo que lo ligaba al mundo real... no se llamaba Valerio...


II

Julio, es decir, su amigo Julio, apareció horas más tarde. Encontró a Valerio sentado junco a su cubículo enfurecido porque la tinta de la pluma que le había prestado el hombrecillo se había terminado.

No... esto no tiene sentido Julio. Dije latín y apareció un tipo que no es sacerdote, que no se parece a tí, pero resulta que es tu similitudo. Pero creo que ya estoy comprendiendo. Quiere decir que tú estás construido con más de una similitudo... pero ¿qué son esas cosas? ¿los recuerdos que tiene la autora de la gente real?

No sigas Valerio. Date cuenta de lo que estás diciendo. Soy un montón de características dispersas... no soy... no soy nada...

¡Claro que eres algo! ¡Por lo menos puedo hablar contigo! Tienes... tienes...

¿Personalidad? ¡jajajaja! pero ¿qué la personalidad no es una característica que uno recuerda de las personas?

Bueno, sí... pero es muy complicada... quizás las similitudos son... digamos... esquemáticas...

No, no creo que sea tan sencillo. Creo más bien que tenemos personalidad porque somos los únicos vivos aquí adentro. La autora puede saber muchas sobre la gente que conoce en el mundo exterior. Pero siempre se le va a escapar algo. No puede pensar por ellos...

¿Y por nosotros sí?

Por eso estamos vivos, Valerio, porque la materia de nuestra vida es su pensamiento...

Valerio se le quedó mirando. Ciertamente Julio no era siempre muy rápido, pero francamente era muy profundo. Voltéo a ver su cuadernillo: veía cómo la tinta había comenzado a terminarse y, al final, contempló el agujero que dejó en la hoja cuando al terminarse la tinta, rasgó el papel...

Julio... la vida de nuestra "personalidad" puede depender de la mente de la autora... pero los rasgos de nuestra personalidad están también inspirados en las similitu... simili... ¿cómo era?

Similitudines.

¡¿Quién carajos es mi ayudante?! ¿Por qué sabe cosas y a la vez no sabe nada? ¿De dónde saca los materiales que le pido?

Julio no contestó. Levantó los hombros y sonrió. Entonces Valerio tuvo la certeza de que de que la palabra mágica que 'jalaría' a la similitudo física de Julio tendría que ver con la sonrisa. Estuvo a punto de pronunciarla pero temió asustar a su único amigo ahí. Siguió mirándolo: lo que tenía Julio era el ser entrañable. Pero "entrañable" no es una palabra precisa... sonrisa sí... y sus ojos... Julio tenía unos grandes ojos verdes... pero "ojos verdes" no eran una palabra simple, ni lo primero que le venía a la mente a Valerio al pensar en Julio... ¿qué era?

Sonrisa

¡No lo hagas Valerio! ¡Por qué!

Un hombre alto, grande y de ojos verdes se presentó ante ellos. Ésa era la similitudo de Julio. El Julio real palideció y miró a Valerio con resentimiento. Luego suplicante:

¡No Valerio! ¡No le hagas preguntas! ¡¡No quiero saber!! ¡¡Valerio!!

Valerio se debatió durante un segundo entre la lealtad a su amigo y la investigación que llevaba a cabo, no podía perder la oportunidad... además, tener al Julio real junto a sí le daba valor... Pero en ese momento la autora comenzó a "despertar". Ambos sintieron cómo eran arrastrados a sus cubículos. La similitudo desapareció y Valerio sólo alcanzó a decirle a Julio:

¿Te fijas? jajajaja ¿Te fijas, Julio? ¡En el mundo real eres un hombre casado!

porque la característica más llamativa de ese Julio similitudo era una enorme alianza matrimonial...

III

Fueron noches de árduo trabajo, pero después de todo aquello, Valerio por fin entendió qué eran las similitudines: las memorias que tenía la autora de la gente "del mundo exterior". Le daba risa pensar en esos términos, pero no tenía de otra: se sentía encerrado en los palacios de la memoria.
No había ninguna razón para pensar que las únicas creaciones de la autora fueran Julio, Leonor, su gato y sus amigos. Seguro habría... ¿otros cuentos? ¡Eso eran ellos! ¡Personajes de un cuento!. Y seguramente habría más. Y probablemente ellos también estarían inspirados en las mismas similitudines que sus amigos. Es decir: cada uno de los personajes eran "creaciones" de la autora. Pero ser "creación" era ser cierta mezcla de similitudines. Quizás su amigo Julio era la mezcla de la similitudo "Julio" y la similitudo aquella de la alianza de matrimonio. Y por lo que percibió Valerio, aquella nueva similitudo conformaba mucho más de la "naturaleza" de Julio que la otra. De la otra había tomado solamente datos de su vida.
Eso quería decir que quizás habría otros "Julios" con otros nombres... y recordó al "astronauta" ¿Recuerdan queridos lectores?

El primer día que Valerio "despertó" se encontró con otro personaje. No se enteró de su nombre, pero era idéntico a Julio. Lo único que ese "Julio" sabía de sí mismo es que había sido astronauta. A los personajes no se los podía llamar con palabras mágicas...

¡momento! la primer palabra mágica que descubrió fue hegemonikón... Valerio tomó valor: la usaría. Presentía que esa palabra tenía que ver íntimamente con él. Quizás descubriría a una de sus similitudines... y esa sería distinta a la del "Valerio" similitudo que ya se había encontrado... ¡demonios! ¡quizás descubriría su nombre en el mundo real...

¡Hegemonikón!

Entonces aparecieron varios "Valerios". Muchos. Eran como veinte o treinta...

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