31 marzo 2011

Valerio (LSD)

Valerio se levantó muy temprano. Decidió madrugarse a la autora del cuento. No. Ese penúltimo capítulo donde sólo le había heredado a un gato no le gustó nada. Tenía que deshacerlo. Pero ¿cómo?
Veamos -pensó Valerio llevándose una de sus manos a la barbilla- ¿cómo deshacer eso? ¿bastaría borrarlo? Y luego ¿qué importancia tiene el libro ese con escolios en ruso?
Pero las disquisiciones de Valerio fueron interrumpidas por la autora que se levantó antes de tiempo. Se había dormido temprano. Había soñado con una nave espacial. Ahora tenía que pensar en otras cosas.
De pronto Valerio sintió cómo otros pensamientos que nada tenían que ver con él se le avalanzaban. De pronto sintió cómo un marasmo de pendientes se lanzaban contra él y lo reducían a su cubículo en la memoria. ¡Cómo salir de ahí!
La claraboya de su cubículo en la memoria estaba a punto de cerrarse. Él lo sabía. Sólo podía salir de ahí voluntariamente cuando la autora dormía. ¿Podría pedir auxilio a los otros personajes? Pero ¿a quién?
Julio, el amigo en la historia por alguna razón tenía la claraboya abierta aún.

(es que la memoria de la autora estaba conformada por un montón de cubículos cerrados por claraboyas que sólo desde afuera se podían abrir. Por alguna razón, cuando dormía, las cerraduras se aflojaban. Pero al despertar los pensamientos se reacomodaban y entraban bajo el gobierno de alguna otra parte de su mente... ¿Cuál? Si Valerio lograba dar, durante el sueño, con ese gobernante, tendría el control absoluto de su memoria. O de todo... la idea hizo que se frotara las manos)

-¡Julio! gritó Valerio... ¡Sal! ¡No dejes que te encierre! ¡anda! ¡mueve alguna asociación que me deje salir! ¡anda!
-¿Asociación? ¿de qué hablas? ¿quién eres tú?
-¡Julio! ¡soy tu amigo Valerio! ¡o por alguna razón tú estás asociado con mi amigo Julio seas quién seas! ¡anda! ¡Mueve algo que me llame!
-¿pero qué? ¿qué puedo hacer? ¿quién eres? No sé quién eres. Necesito saber cómo 'jalarte'... además ¿de cuándo a acá nosotros podemos mover cosas acá adentro?
-¿Quieres que te diga cómo? ¡Sácame de aquí? ¡Aunque sea de modo inconsciente? ¿Quién eres? Si me dices quién eres, a lo mejor yo encuentro la asociación correcta.
-Soy... pues anoche era un astronauta... en el sueño de la autora.
-No... no sirve... ¿qué más eres?
-Pues... pues... ¡Mira! Aquí hay una asociación que puede servir: Yo trabajo con alguien que se parece a ti... se llama...
-¡Prende la asociación! ¡Rápido!
-Pero ¿cómo se hace eso? no tengo idea...
-Dime el nombre... rápido...
-Pues...

Pero la claraboya de Valerio se cerró. Dió dos patadas contra las paredes del cubículo. Pero la idea que tuvo lo comenzó a obsesionar ¿podría tomar el control de todos los pensamientos de la autora? ¿podría incluso soñar con vivir en el mundo real y no sólo en ese imaginario que ella se fraguaba en las noches, y que, de vez en cuando, escribía?.
Afuera, la imagen del astronauta anduvo deambulando todavía un rato. No. No era Julio. Pero se parecía mucho a él. Y no, no iba vestido ni como Julio ni como el Astronauta. Llevaba una chamarra de mezclilla y la barba crecida... ¿Quién será? se preguntó Valerio... parece alguien que deambula mientras la autora está consciente...

El frío del cubículo aumentó, salía vaho de su boca. Pero no sintió el cambio de temperatura. Ahí estaba el plan: atacarla mientras dormía: llegar a centro de sus pensamientos. A su hegemonikón...
Ese último pensamiento, por alguna razón que Valerio no comprendió, aflojó un poco la cerradura de la claraboya... ¿Por qué? Trató de forzarla, pero se volvió a cerrar... Definitivamente tenía que hacer un mapa de la mente de la autora... había palabras mágicas como esa: hegemonikón...

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