02 septiembre 2011

Valerio de las Alamedas (Pessoas)

I

¿Recuerdan el capítulo anterior? Valerio utiliza su nueva palabra mágica, hegemonikón, para invocar a la similitudo a la que él está asociado. Pero entonces aparecen una multitud de Valerios frente a él. Está asustado.

Junto a Valerio esta el pequeño hombrecillo. ¿Quién es él? Cuando Valerio 'despertó' vagó mucho por los Palacios de la Memoria (como Julio llamaba a esta cárcel) y descubrió diversos 'personajes'. Uno de ellos era un pequeño hombre, sin nombre, que le ofreció sus servicios de secretario. Valerio tardó mucho en preguntarse por qué carajos era él: parecía estar al tanto de todo lo que pasaba dentro de los Palacios de la Memoria, siempre parecía saber más de lo que declaraba, pero jamás respondía a ninguna pregunta. Valerio lo valoraba mucho, así que dejó de preguntarle cosas por temor a que se fuera.

El pequeño hombrecillo, contra la costumbre, parece también bastante sorprendido por el espectáculo: frente a ellos treinta o más hombres, todos parecidos pero ninguno idéntico a Valerio, lo miran. Todos, con esa mirada perdida propia de las similitudines sin Alma... ¿por qué tantos? ¿por qué no sólo uno como con Julio? ¿o por qué no muchos hombres diferentes de cuya suma hubiera salido Valerio de las Alamedas?

¡Alamedas! grita Valerio... ¡esa debe ser una de las palabras clave...

Una sola similitudo se acerca a ellos. Valerio tiembla.... ¡es él! ¡él es la verdadera similitudo de Valerio! ¡la que anda en el mundo! ¡la que quizás conozca a Leonor o le de la clave para encontrarla aquí adentro!

La similitudo se para frente a ellos. Valerio traga saliva y siente que las piernas le flaquean. Pero no, no se puede echar para atrás ¡ya invocó a su similitudo! ¡tiene que terminar! ¡tiene que averiguar quién es! ¿Y si su verdadero nombre no es Valerio?

¿Cómo te llamas?

Roberto

Valerio trastabillea y tiene que detenerse en el hombro del hombrecillo. Detrás alcanza a penas a escuchar cómo Julio le grita ¡detente Valerio! ¡no le hagas preguntas! ¡no quieres saberlo! ¡Valerio, calla!...

¡¿Quién es Leonor?!

No sé.

¡¡Valerio!! ¡¡Detente!! Grita Julio, pero entonces, por primera vez, el hombrecillo deja de actuar bajo la voluntad de Valerio y corre hacia Julio para detenerlo...

Valerio se abalanza hacia la similitudo y la toma de los hombros

¡¡Quién es Leonor!! ¡¡Cómo la encuentro!!

No sé –contesta la similitudo sin perder la calma ¿cómo podría perderla si es sólo un fantasma?–

¡¡Quién es la Autora!!

No te entiendo. ¿Qué es Autora?

Valerio se queda petrificado. No tiene la más peregrina idea de qué preguntas hacerle... entonces Julio, que yace en el suelo porque el hombrecillo lo tacleó, le alcanza a decir:

Valerio, pregúntale dónde trabaja... ¡fíjate! ¡de todas las similitudines él es la más completa! ¡es perfecta! ¡puedes contarle cuántas canas tiene! ¡no quieres saber, Valerio!

Julio tenía razón, esa similitudo tenía algo que ninguna otra: canas, arrugas, detalles... estaba pleno de detalles... demasiados... ¿sería el recuerdo de un momento de la referencia real en el mundo? ¿cuántas de las otras similitudines se llamaban también Roberto?

¿Dónde trabajas?

En la Universidad

¿es tu alumna?

¡¡Cállate Valerio!! ¡¡Ya no preguntes!!


¿Cómo se llama?

Camila

¿Qué horas son?

Julio y el hombrecillo detuvieron por un instante su forcejeo ¿por qué le había hecho esa pregunta tan 'rara'? ¿qué carajos había comprendido Valerio?

Son las seis de la tarde, el Sol brilla contra los álamos. Camila y Manuela están conversando conmigo. Manuela me hace un comentario que no entiendo. Camila me aclara que Manuela se refiere a que no me he rasurado; dice "es la sombra de la tarde". Yo me río y les contesto que evidentemente me rasuré en la mañana...

Por eso eran veinte, treinta similitudines... cada una era un recuerdo preciso de... de ese tal Roberto. Y la Autora se llama Camila...

Julio se tapa la cara. El hombrecillo sonríe con una mueca. Valerio cae en el piso, anonadado... ¿cómo reconstruir al referente real, si está tan fragmentado dentro de la... de... ¿Camila? Todo lo que hay en la mente de la autora son reflejos... no hay nada ahí que lo pueda llevar hacia afuera. Y quizás Leonor no existe...

II


Valerio escucha una nueva historia que al parecer, la Autora ha 'pensado' sobre él.
Según esta historia sólo su madre es portuguesa y no su padre. Parece ser que ¿Camila? ha cambiado la historia. Valerio recuerda que habló por teléfono con su madre cuando él estaba en Lisboa. Pero ahora resulta que "recuerda" cómo su madre enloqueció cuando él tenía ocho o nueve años. Cómo dejó de hablar. Cómo fue que, a los quince años, descubrió la poesía de Pessoa. Como fue que desde que el portugués regresó a su vida, se volvió una lengua para leerse y no para hablarse...

Valerio "despierta" dentro de su cubículo con todas esas nuevas memorias. Siente una horrible incomodidad: sabe que son memorias "nuevas", sabe que la Autora o ¿Camila? se levantó en la mañana y comenzó a cambiar la historia de Valerio. Ahora no tiene hermana gorda que le quiera dejar por herencia a un gato. Sólo tiene un hermano menor y esa madre portuguesa que... que no es mamá...

Los ojos de Valerio se llenan de lágrimas: sus recuerdos de "mamá" ya no representan nada seguro para él. Ahora tiene otra "mamá" y hasta sentimientos hacia ella... Bueno, al menos ha descubierto que tiene su propia memoria de personaje... todo es tan absurdo. Se mesa los cabellos, ¿y Leonor? ¿nunca volverá a verla?

Leonor, el amor de su vida...

De su vida de personaje...

(Quiere salir de ahí, tomar de la garganta a la Autora... a Camila... ¿qué la misma Camila no tendrá una similitudo ahí, para estrangularla? ¿Por qué le hace esto? ¡Tiene que deshacerse de ella! ¡tomar el control de todo esto y ponerlo en orden!. Recuperar su identidad... eso... )

III

¿Quién es ese Valerio que tuvo una madre melancólica? Él claramente recordaba que en los últimos capítulos la autora había matado a su madre. Pero entonces Valerio tenía treinta años y justo regresaba de Europa de una larga estadía estudiando el De Anima de Aristóteles. Valerio comenzó a sospechar que en los primeros capítulos la Autora no había leído a Pessoa ni tampoco escuchado el portugués.

Ahora, de pronto, Valerio sabía por fin de qué trataba el Libro del Desasosiego e incluso vino a su mente aquello de Navegar é preciso, viver nâo e preciso... y sintió, de pronto, cómo ahora sí sabía hablar portugués... o ¿no? Lo intentó, trató de pensar en portugués pero no pudo.

Valerio sintió una extraña impotencia. Una persona normal, –pensó– al menos posee sus memorias como algo sólido, preciso, inexpugnable. Sólo el olvido viene y se las quita. Pero ¿un personaje cuya materia de vida es la mente de otro? Y peor aún: Valerio no era la memoria de la autora, no era algo fijo, algo con existencia persistente. Valerio no duraba ni su memoria tampoco. Tenía una vida incongruente y contradictoria: si hoy la Autora había amanecido de buenas, entonces la vida de Valerio está llena de memorias agradables. Si la autora se enoja con alguien, entonces a Valerio le pasaron cosas espantosas. Si la autora descubre a Pessoa, entonces Valerio era un devorador voraz del poeta de muchas personalidades...

Claro... eso es... Valerio estalla en risas mientras lo piensa: él es una especie de heterónimo. Se pregunta entonces si la Autora quisiera en realidad ser él... si él no es otra cosa que la Autora. Pero entonces ¿por qué él se sabe diferente de ella y preso en su conciencia?

Cuando se encuentra a Julio dentro del Palacio de la Memoria, Valerio le comunica por primera vez sus planes. Tiene que apoderarse del hegemonikón de la Autora.
Julio no comprende. Valerio entonces le explica: toda esa vida anímica de la Autora debe tener un centro rector el cual organiza todos los pensamientos, deseos, similitudines y personajes que moran dentro de ella. Cuando ella duerme el hegemonikón se 'desconecta' de algún modo, y ella deja de ser ella.
Julio no entiende. Lo invita a subir a un nuevo lugar que descubrió dentro del Palacio de la Memoria. Parece ser un viejo recuerdo llamado Chapultepec. Es un lugar extraño en donde siempre son las seis de la tarde, está semi nublado y hay un lago con lanchitas. Julio invita a Valerio a subirse a una de ellas, pero descubren que no pueden alejarse mucho de la orilla:
"Seguramente ella tenía muchas ganas de subirse a una lancha y no la dejaron. Por eso la orilla es el lugar más extraordinario del sueño, pero también el más frustrante".
Sin remar, lo que resulta ocioso, Valerio le explica a Julio su teoría sobre cómo funciona el Palacio de la Memoria:

Mira... ¿qué es la Autora? Nosotros creemos que es una 'persona' real, que anda en el mundo 'real' y que nosotros somos ficciones en su cabeza ¿no? Que por alguna razón somos unas ficciones que tenemos una especie mágica de auto conciencia pero que nuestra realidad no va más allá de lo que ella imagina.

Julio mira a Valerio sin decir nada. ¡Está bien! ¡Sabe que algo no anda bien desde ese día que dejaron de vivir en el mundo y se 'trasladaron' a la "cabeza" de la Autora... sí, ok... pero por alguna razón las especulaciones de Valerio le parecen absolutamente inverosímiles... está bien, no le dice nada: en realidad todo es inverosímil...

Valerio continúa:
Pero no, no... "ella" no es "la realidad" y nosotros una ficción. Lo único real que hay aquí es la materia pensante del alma de la Autora y... Julio... ¿te estás riendo?

El rostro de Julio es blanco como papel. Cualquier mínima variación en su ánimo se manifiesta en su cara con distintas intensidades de rosa y rojo. Hace un profundo esfuerzo de voluntad y muy serio contesta "no... claro que no... sigue, sigue"... Valerio es su único amigo...

Valerio continúa... un poco a fuerzas... pero necesita que alguien lo escuche. Si no ¿cómo quitarse la idea de que lo que dice es absolutamente absurdo? Aunque se ría, Julio le da cierta realidad a sus palabras...
Bueno, la cosa está así. Una cosa es la Autora que nos manipula a su antojo, y otra cosa el alma de la autora... ¿ves? es decir... ¿leíste alguna vez a Spinoza?

Julio, con la cara totalmente colorada y tapándose la boca con la mano, asiente.

Bueno... es eso... la autora no es más real que nosotros. Ella no es más que la suma de 'autoconciencias' que... ¡¡¡Julio!!! ¡¡Te estás riendo!!

Estalla la carcajada...

Está bien, Valerio, lo siento... no puedo evitarlo... suena tan, pero tan raro todo... mira, creo que ya te entendí. Casi estás diciendo que la Autora no es otra cosa sino un personaje como nosotros, pero es un jodido personaje que tiene el control del Palacio de la Memoria. Ella es la que está en vigilia siempre... ¡ella es la vigila! Y lo que quieres es darle un golpe de estado ¿no?

Pero ¿cómo?

No ha de ser tan difícil Valerio... pero ya vámonos que siento como si ya fuera a despertar...

No hay comentarios.: