14 febrero 2011

Valerio (quijotescas)

Valerio tamborilea los dedos en la mesa.

Un nutrido grupo se encuentra a su alrededor. Todos guardan silencio, mirándolo.

¡Por qué tenían que matar a mi mamá!

Lo siento: fue lo único que se le ocurrió, responde un tipo con traje de raya de gis y un enorme puro entre los dedos.

Valerio está en mangas de camisa, viste tirantes, y tiene la barba crecida. Tiene una mano sobre la mesa y el otro brazo sostiene su barbilla...
Bueno, si la iban a matar... está bien... pero ¿para qué tenían que convocar esta reunión absurda?

¡Fue ella! ¡Fue ella! ya no halló qué hacer con el cadáver


Todos sobresaltados se le quedaron mirando: otro tipo delgado y tembloroso fue el que contestó. Alguien que salió de las sombras se acercó y abruptamente le dio una bofetada al tipo que había gritado. Valerio no pareció sobresaltarse. Sus dedos seguían tamborileando en la mesa.

¿Y se puede saber de quién fue la fantástica idea de ponerme por hermana a esa tipa gorda? ¡¡Yo no tengo hermanas!!
Golpeó ambos puños en la mesa y se levantó furioso, lo que provocó que se golpeara la cabeza con la lamparita que colgaba del techo. Se llevó una mano a la frente: el golpe parecía duro.
¡¡Llamen a esa mujer, ahora!! Gritó...

¿A su hermana?

¡¡¡Cuál hermana!!! ¡¡no les acabo de decir que no tengo hermanas!!!

¿A quién entonces?

¡¡Al autor de este desmadre!!

Todos se quedaron en silencio viéndose unos a otros sin saber qué responder.

¿Dónde está? ¡¡Quiero verlo!! ¡¡Tráiganlo ahora!! ¿Qué les pasa? ¿Se puede saber qué les pasa a todos ustedes? ¿Dónde está? ¡Necesito hablar con él! ¡No me puede dejar sólo con un gato! ¿A dónde está yendo esta historia?

El tipo que recibió la bofetada volvió a aparecer bajo la luz de la lámpara y se acercó tembloroso. Valerio esperaba que dijera algo, pero el tipo no se atrevía; sostenía con una mano la mejilla herida. Valerio se le quedó mirando. Tomó un poco de aire y se sentó de nuevo. Miró con condescendencia al tipo temeroso y le dijo:

Habla, nadie te va a golpear... ¿qué pasó?

Pues... pues... tiene una crisis... el autor tiene una crisis y ahora no sabe por donde llevar la novela... dice que... pues me dijo que...

¿qué?
preguntó Valerio juntando toda la paciencia que le fue posible

¡salió de la ciudad! ¡no puede venir a resolver el asunto! Dice que está haciendo cosas mucho más importantes que escribir un cuentesito para resolver sus problemas pulsionales...


¡¡Yo no soy un problema pulsional de esa loca!! Gritó Valerio golpeando de nuevo ambos puños sobre la mesa... ¡¡Qué se cree!! ¿Que se puede ir de vacaciones dejando mi destino a la deriva?

Este...
dijo el tipo un poco más confiado, usted es producto de las pulsiones de esa loca...

Todos guardaron silencio. De pronto comenzaron a murumar "es mujer, el autor es mujer"... por ahí se oían voces que preguntaban "¡Valerio! ¡Dinos más sobre ella!"

Valerio se le quedó mirando con odio al pequeño tipo que, curándose en saludo se hizo bolita esperando una serie de golpes que no llegaron.
Del bolsillo de la camisa sacó un lápiz que tenía cerca de la goma una especie de gomita transparente, y comenzó a morderla. Inmediatamente tres tipos se le acercaron ofreciéndole, de sus pequeñas cigarreras de oro y plata, cigarros de todos tamaños y colores...

¡Qué no ven que estoy dejando de fumar! ¡quítense! Mejor ayúdenme a pensar cómo vamos a salir de esta

Pero... ¡no lo va a matar a usted! ¡Cómo cree! ¡Es el protagonista!

Si la bruta deja de escribir, no sólo me mata a mi sino a todos ustedes... Y todo esto apunta a que se le hizo cocas la novela...

¿se le hizo qué?
Preguntaron todos a coro

Valerio tomó aire y recuperó la tranquilidad. Se les quedó mirando. Lo que más odiaba de ser producto de la cabeza de "esa tipa" era que le había heredado todos sus idiotismos.

"Cocas"... no sé de dónde lo habrá sacado, pero quiere decir que ya no sabe para dónde continuar y, conocíendola, va a mandar esto a... a... digamos que lo menos malo que nos puede pasar es que nos regrese al refrigerador de los proyectos inconclusos. Ya estuvimos ahí año y medio y, no sé ustedes, pero yo no quiero volver ahí.

Valerio se quedó en silencio un rato. Todos lo miraban expectantes, salvo el pequeño tipo que lo miraba con algo de fastidio... sabía lo mismo que Valerio, y eso le quitaba toda esperanza. El jefe tenía que ser verdaderamente ingenioso si los iba a sacar de semejante problema. Finalmente tomó la palabra:

Vamos a regresar a la novela... pero le vamos a dar una ayudadita, ¿no? Que ella crea que de pronto se le ocurrió cómo resolver el asunto... y... ¡¡Pero es que yo no tengo ninguna hermana!! ¡¡De dónde se le ocurrió esa idea!! ¡¡Y por qué ese ridículo nombre!! ¡¡Necesito un cigarro!!

Por alguna razón, dijo un hombre que estaba al fondo, al "autor" dijo el tipo haciendo las comillas con los dedos, se le confundieron los cuentos, y comenzó a meter elementos de otro personaje en usted, jefe. Y fue cuando la novela se descompuso.

El tipo, con una pipa y hablando en porteño se sentó en una silla frente a Valerio y mandó sentar a todos.

Valerio, sentate... vos me necesitás para resolver este problema. Pero tenés que calmarte si no querés ponerte igual de pelotudo que... que "ella". No podés deshacer lo que ya hizo ella. Lo único que podés hacer para modificar la historia es aceptar a tu nueva malvada y perversa hermana... y de ahí en adelante.

¡Y por qué tenía que casar a Leonor! ¡Maldita inmisericorde! ¡Si a ella le están haciendo mierda el corazón, por qué tenía que desquitarse conmigo!

Todos comenzaron a toser: Valerio les estaba contando demasiado de su creadora... ya sabían demasiado y no querían saber más...

Vayan a descansar... déjenme a solas con el profesor... necesito oír sus sugerencias...

Valerio, dijo el viejo mientras los demás se retiraban, ¿habés oído alguna vez el término Deus ex Machina?

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