03 abril 2011

Valerio (las arcas de la memoria)

I

¡Esto no tiene sentido! piensa Valerio, mientras observa cómo se afloja la cerradura de la escotilla que cierra su cubículo.

¿Cómo describir esto? se pregunta al mismo momento en que empuja hacia afuera la pesada escotilla que finalmente ha cedido. ¿Cómo describiría esta mujer lo que aquí ocurre?

Pongamos al tanto al público de lo que aquí ocurre.

Valerio era un filólogo que regresaba de un largo viaje de estudios en Europa, la mayor parte de los cuales transcurrieron en París. Se había especializado en el De Anima de Aristóteles y en los comentaristas tardoantiguos del Estagirita, en particular Juan Filopón. En ese momento, su única posesión en el mundo eran 17 cajas de libros comprados en Francia y Alemania durante todos esos años. Él nació en México pero su madre era portuguesa.

Finalmente se embarcó hacia México. Al llegar al puerto de Veracruz, compró un pequeño libro forrado extrañamente en terciopelo (¿de qué color era?). Era una muy mala traducción al castellano del De Anima de Aristóteles, pero poseía unas extrañas anotaciones en ruso. Valerio no sabe ruso, pero reconoció términos en griego que se encontraban justo donde debían. Aquello atrajo su atención y conservó el pequeño libro para que Julio, cuya profesión podría describirse como cura-políglota, le aclarara un poco el misterio.
Al llegar a la Ciudad de México, su antigua prometida -¿Leonor?- y Julio lo esperaban para informarle que su madre había muerto. Al llegar a su casa, se encontró a su hermana, una mujer obesa y diez años más grande que él que pretendía despojarlo de su casa y dejarle, como única herencia, un gato anciano de 15 años de edad.

Aquí ocurre lo extraño y lo que todavía el público no sabe. Valerio "recuerda" claramente que él no tiene una hermana obesa que le lleva diez años. ¿Tendría esquizofrenia? De pronto todos sus recuerdos le parecieron vacíos y contradictorios. ¿En qué años transcurría todo esto? Si había viajado en barco, pues tendría que ocurrir todo ello como en los años 30's ¿no? porque, además, había realizado varias llamadas telefónicas.
Ese pensamiento lo sobresaltó ¿cómo es que podía saber que su vida ocurría en los años treinta, justo porque el viaje no había ocurrido en avión?

Fue entonces cuando Valerio "despertó". Despertó en varios sentidos. Abrió los ojos y se dio cuenta de que no estaba dormitando en la mullida cama de su casa de la Ciudad de México, con el gato viejo ronroneando en sus pies... no, estaba encerrado en una especie de calabozo oscuro y frío.
Y fue cuando se le reveló una verdad terrible: él era un personaje. No, no era una persona: era el personaje que se había inventado alguien. Alguien que, para colmo de males, jamás había puesto un pie en París, ni en Alemania ni en Lisboa, y cuyo único recuerdo verdadero de Europa era Vigo, en Galicia, en 1992.
Era un personaje almacenado en una especie de cubículo oscuro y frío, guardadito ahí hasta que a ese 'alguien' se le ocurriera seguir escribiendo sandeces de épocas y países que no conocía.
Valerio se sintió indignado: el "autor" de esa historia no era digno de él. ¡Ni siquiera hablaba todos los idiomas que Valerio sí! pero para su desgracia, descubrió que en realidad él tampoco los hablaba. Sus habilidades no eran mayores que las de Dr. Frankenstein que lo había diseñado. Sus habilidades reales, no las imaginarias... pero ¿qué habilidades "reales" podía tener un 'personaje' surgido de la imaginación de "otro"? ¿Qué carajos significaba "otro" cuándo él no era sino un apéndice de una gran mente que podía hacer y deshacer con él lo que quisiera? Y lo peor: un querer limitado a sus capacidades?.

Pero Valerio, con todo, acababa de descubrir algo valiosísimo: poseía autonomía respecto del monstruo que lo había creado. Se había preguntado por quién era él. Y había descubierto algo de él mismo al margen de lo que su perverso autor quería. Recobró la calma: tenía que observar qué era lo que ocurría mientras se encontraba lejos del influjo del autor, de su creador.
Y lo primero que descubrió es que ese lugar oscuro donde se encontraba se abría una vez cada cierto tiempo. No le costó trabajo percatarse de que era cuando el "autor" dormía.

Finalmente un día decidió salir cuando se abrió la puerta que lo aprisionaba: era una escotilla con una claraboya de cristal. Y al salir descubrió que se encontraba en un enorme edificio, una especie de palacio surrealista donde transitaban, apresurados, personajes extrañísimos y desfigurados. En general la fauna de ese lugar se componía de gatos, caballos blancos, astronautas y demás cosas más bien propias de un sueño. ¡Eso! aquello con lo que se encontraba eran los sueños del "autor".
Finalmente se encontró un día con el 'escenario' donde acontecían los sueños. Y fue cuando se dio cuenta de que el "autor" era una mujer.

Debí sospecharlo -pensó Valerio- ni siquiera tengo intospecciones masculinas...


II


Son quizás las tres o cuatro de la mañana. Se frota las manos una con otra: hace realmente mucho frío. Un pequeño hombre se le acerca

¿Jefe? ¿y ahora qué vamos a hacer?

Un mapa
-contesta Valerio- un mapa de las asociaciones que tiene esta mujer en la cabeza.

No entiendo...


Ahorita te explico. ¿Trajiste lo que te pedí? ¿la libreta y el lápiz? .


El hombrecillo extrajo de su saco una libretita y una pluma fuente. Valerio lo miró con un poco de decepción... bueno no le podía pedir milagros... pero...

¿por lo menos traes tinta? ¡estúpido! ¡si se te acaba la tinta ¿cómo vamos a continuar?!

El hombrecito lo miró con preocupación... pero bueno, pensó Valerio, difícilmente vamos a acabarnos el cartucho. Él mismo no tenía mucha idea de qué eran las dichosas asociaciones que buscaba. Sólo sabía que cada uno de los personajes que deambulaban ahí todas las noches estaba asociado a otro de una manera casi ¿cómo decirlo? todos tenían una especie de ligazón con otros... ya una vez se había encontrado con alguien idéntico así mismo. Y ocurrió cuando repitió la palabra mágica: hegemonikón. Entonces el hombre corrió hacia él. Era un poco más alto que él (lo que le produjo cierta incomodidad). Era como un "él" pero más perfecto.

¿Quién eres? le preguntó aquella vez Valerio.

Valerio.

No, a ver... Valerio soy yo.

Pero el hombre no dijo nada. Simplemente se le quedó mirando sin chistar. Aquél encuentro fue impactante: su primera entrevista con otro "personaje"... ¿era un personaje? A Valerio le sudaron las manos. No lo quería admitir pero en realidad estaba sumamente emocionado. Era casi como mirarse en un espejo pero no era él. ¡Quizás se estaba encontrando con la "otra parte" de él mismo!... ¡o su referente en la realidad! ¡Alguien que sí conocía el mundo fuera de los Palacios de la Memoria!

Bueno... ejem... Valerio. ¿Quién eres?

Valerio.

Este... sí, sí... ya me habías dicho eso. Bueno. Y... y... ¿de dónde conoces a la autora?

Valerio puso toda su esperanza en esa pregunta. Quizás descifrar ese misterio sería tan fácil como preguntarle cosas a él...

¿Autora? no entiendo. ¿De qué hablas?

¡La Autora! ¡La que nos creó! O bueno, dime algo más de tí.

Sé griego.

¡Eso yo también lo sé! ¡Dime algo más! ¿Conoces a Leonor? ¿La Leonor real?

Pero el "Valerio" gemelo no pareció entender sus preguntas. Es más: no parecía estar "shockeado" como él mismo frente a tal encuentro. Parecía totalmente indiferente. Parecía... como si no tuviera alma. Como si... como si sólo fuera una imagen deambulando. Como si fuera un fantasma...

¡Es una similitudo, Valerio! ¡Por más preguntas que le hagas no vas a sacar nada en claro!

¡Julio! gritó Valerio cuando vio al hombre que, por detrás, le gritaba

¡Julio! ¡Qué gusto! ¡Creí que estaba solo en este maldito mundo terrorífico! ¿Tú también eres un personaje! ¿Sabes quién eres? ¡¡¿Sabes algo más?!!

Valerio corrió a su encuentro y lo abrazó fuertemente. Sin darse cuenta, comenzó a gimotear.

También entiendo muy poco, Valerio... pero también encontré mi "palabra mágica": phantasma Creo que "desperté" unas horas antes que tú. Te oí golpear las paredes de tu cubículo.

¡Pero ayer te vi y no parecías entender ni madres tampoco!

Supongo que no era yo: era mi similitudo... o la similitudo a la que estoy asociado. Y ya va a despertar. Nos encontraremos pronto. Tranquilo. Puedes sacarle información a tu similitudo. Creo que tenemos suerte de tener tales similitudines aquí adentro. Hace poco me encontré a otro personaje llorando en un rincón. Fue aterrador ¿sabes qué era?

No -contestó Valerio mirándolo como si fuera un niño que está escuchando por primera vez una terrible historia de fantasmas.

¡Era un gato Valerio! ¡Un gato que volaba y hablaba y gritaba desesperado porque no sabía quién era! ¡Y luego encontré otros monstruos parecidos con ese tipo de angustias!. ¡Yo también estoy aterrorizado Valerio! ¿Cómo es que vivíamos en una ciudad normal, éramos gente con carnes, nervios y huesos, y ahora estamos encerrados en esta pesadilla que ni siquiera es nuestra?

...

Valerio sintió el nudo en la garganta que le había provocado encontrarse a Julio la primera noche que decidió salir de su cubículo. Pasó su mano por la garganta y se quedó así unos segundos. El hombrecillo finalmente garraspeó la garganta.

¡Sí, sí! perdón... me distraje. A ver. Escribe en la libreta la palabra...

Valerio dudó por un segundo. Si la pronunciaba vendría a su encuentro el otro Valerio. Tenía terror de volvérselo a encontrar. ¿Y si probaba con la palabra mágica de Julio? ¿Qué cosa se le aparecería? ¿Otra similitudo sin alma y con los ojos vacíos? Sentiría terror de ver a un no-Julio ahí. Y... ¿Leonor tendría también una palabra mágica? pero ¿cuál sería? ¿Por dónde empezar? Su pobre ayudante era de esos personajes sin similitudo. Ya lo había probado todo. Pero al pobre hombrecillo no le venía ninguna palabra a la cabeza que invocara nada.

Escribe: hay dos tipos de criaturas en... ¿cómo llamarías este lugar?

El padre Julio lo llamó "El Palacio de la Memoria"

De acuerdo: escribe:
"En el Palacio de la Memoria hay varios tipos de criaturas. Unos son los 'personajes' que poseen consciencia de sí y otros los que no la poseen. Los primeros los llamaremos personajes y los segundos similitudos. Entre los personajes hay de dos tipos: aquellos que poseen
similitudos y aquellos que no.

"Similitudines" le corrigió el hombrecillo. Y es femenino, no masculino.

¿Cómo? ¿Tú también te sabes el vocabulario de Julio?

No, bueno, un poco: el otro día lo oí hablar con su 'similitudo'. ¿Por qué no la invoca? Por lo menos no le va a contestar lo mismo que el otro Valerio. Si el otro Valerio sabe griego, creo que el otro Julio sabe... ¿cómo se llama el otro idioma?

¿Latín?

Y entonces la similitudo de Julio apareció...

1 comentario:

luciana Rubio dijo...

Está de terror este cuento, pero estructurando los hechos se adquiere cierta calma...