Queda algo muy clara:
Cuando pensamos en cosas tales como la moral, la ética y los cuentos de hadas, lo primero que buscamos es un parangón que nos permita decir quienes son los buenos y quienes son los malos del cuento.
A veces la cosa es tan fácil como decir: Hitler es un malo malísimo... sólo otros malos malísimos como los neonazis serían capaces de apoyar a tal malo malísimo.
A veces las cosas no son tan claras como cuando decirmos: Pinochet fue un malo malísimo. Es evidente que muchos dirán que la duda ofende, pero hay cierta cantidad de chilenos que fueron a llorarle. ¿Y ellos también son malos malísimos?
A veces, simplemente decidir quién es malo y quién es bueno significa tomar partido. ¿Stalin fue malo? Es evidente que todos aquellos que terminaron sus dían en un Gulag, que fueron purgados o que fueron "transplantados" de una región de la Unión Soviética a otra, opinan, sin duda, que sí. Pero el otro día fuí a una marcha de la APPO (en la que no iba López O.) y una de las banderas que nos flanqueaba era la enorme cara de Stalin.
La cosa se va poniendo más difícil cuando, ya habiendo identificado al malo, tenemos que identificar al bueno: es evidente que quien ve a Stalin como bueno lo hace porque tiene clarísimo que el malo es el capitalista. Pero ¿basta saber quién es el malo para otorgar el título de bueno al otro?
Ese es el problema con López Obrador y su movimiento de "Presidencia Legítima".
Para empezar, es falso que "los pobres" hubieran estado con él y los ricos con el PAN. La cosa era geográficamente más complicada: cuando yo viví en SLP la gente era o Priísta o Panista... ¿perredista? ¿qué es eso? durante 10 años el PRD hizo alianza con el PAN para apoyar la candidatura del Dr. Nava. Cuando Nava murió, doña Conchita de Nava hizo su partido al cual se unió en eterna alianza el PRD, mietras que el PAN siguió por otro lado. En pocas palabras: El PRD no existe en SLP.
Pero la cosa no sólo es histórico-geográfica. Tiene que ver con los valores que representa cada partido:
El PRD es feminista, defiende leyes de aborto, defiende a los grupos marginales... cosas muy poco católicas. Y en el centro y norte del país eso no está bien visto, ni por pobres ni por ricos de ninguna manera.
También defiende todo el programa de repartición socialista del cardenismo, supuestamente la ley federal del trabajo, asuntos como aquel de la propiedad de la tierra... todo aquello que defendió la revolución: por eso casi casi se llama como el PRI, nomás le cambia la I por D: el asunto era por la misma revolución.
Sin embargo, esa parte del PRD, que por default no tenía las de ganar en el norte, es la que espantó a López Obrador: esa es la que le podía quitar votos. La que le podía dar más votos era la parte que se parecía al PRI:
El asistencialismo, eso de dar becas, y despensas, y "ayudas"... eso es un invento priísta. No pretende resolver ningún problema de fondo: en realidad sólo es un paliativo para que vuelvas a votar por el que te da despensa y ayuditas.
Su gobierno prometido no venía a devolverle las tierras a los campesinos que, al perderlas por los cambios constitucionales de Salinas, se volvieron miserables. Su gobierno no venía a subir el salario mínimo, su gobierno no traía ningún plan para proteger al campo de la apertura comercial al maiz en 2007: venía a prometer darles vitaminas a los hijos de los campesinos que se van a quedar en la miseria cuando nadie les compre su maiz.
¿Es bueno o malo?, ¿Es mejor que Calderón o lo mismo?
En realidad no importa: algo de lo que el PRD se dió cuenta demasiado tarde es que la verdadera fuerza de acción se halla en el Congreso de la Unión, no en la figura del presidente.
Si se hubieran dado cuenta a tiempo, no se habrían embarcado en la estúpida obra de teatro que montó Obrador en el paseo de la Reforma, sino que habría evitado la destrucción de Oaxaca.
Una buena prueba de que López Obrador no es indispensable en esta nueva etapa del país, y de que incluso es una influencia negativa para el PRD, es que el recorte al presupuesto se fue para atrás... por obra y gracia del congreso.
Me queda muy claro que si Calderón no es bueno (llevamos 3 semanas de gobierno apenas, eso es verdad), tampoco lo es López Obrador, y que no es necesario tampoco llenar el hueco.
La necesidad de buscar buenos y malos nos ha llevado, por ejemplo, en el Colegio de Filosofía de la FFyL de la UNAM a llegar a una toma de postura absolutamente idiota:
Hace algunos ayeres, se despertaron fuertes conflictos de índole político y personal entre algunos grupos de investigación en la facultad. Unos huyeron al instituto, en donde encontraron espacio para extenderse y trabajar agusto. Otros se quedaron en la facultad.
A lo largo de los años el grupo de la facultad se la ha pasado bloqueando a algunos grupos del instituto: ni siquiera porque trabajen cosas diferentes, o temas contradictorios.
De ahí que se haya llegado a la conclusión, por parte de muchos alumnos ingenuos, y algo perezosos, de que lo que se hace en el instituto "no es tan 'bueno' " como lo que se hace en la facultad.
Los del instituto, opinan los "facultarios", parecerían ser insensibles, por ejemplo, al arte, o peor aún, verían a la mitad de la filosofía como uno "pseudoproblema"... pero muchas veces, cuando uno habla con tales personas, es posible darse cuenta de que no tienen la más peregrina idea de lo que se trata, en este caso, la filosofía analítica de los filósofos ingleses y gringos.
Por ahí alguien me dijo :" seguramente un filósofo analítico no podría dirigirme una tesis sobre 'la verdad como experiencia vivencial' ". Yo lo estuve pensando un buen rato: Hume, creo yo, es el filósofo moderno más parecido a un analítico... y para él, como para Wittgenstein (el otro analítico por excelencia), o como para cualquier filósofo escéptico, la certeza sobre la cual se encuentran pegados mundo y lenguaje, verdad y proposición, es la creencia o la fe... sin duda alguna, una experiencia vivencial...
La malvadísima esponja
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