La dulcísima esponjita, linda, tierna y buena onda, tenía entonces algo así como 18 años y muchas dudas existenciales... las normales que se supone que tiene cualquier adolescente al que se le está friegue y friegue para que diga qué espera de la vida, qué es la vida, cuál es el fin de la vida, para qué sirve la vida, para qué está uno vivo... etc.
Pero la esponjita, que quería ser cosmóloga-física teórica, ver galaxias y estrellitas, pues le ocurrió que no podía sacar altas, altísimas notas en matemáticas... y obvio, sin matemáticas, ¿cómo podría estudiar física?
Primera Ley:
1.-Uno estudia filosofía porque se siente incompetente para estudiar en la facultad de Ciencias
La esponjita, llena aún así de broncas existenciales, decidió estudiar filosofía NO porque creyera que la filosofía le iba a resolver la existencia: para eso están los psicólogos, psiquiátras y neuróticos anónimos.
2.- Uno estudia filosofía para obtener una terapia subencionada por el Estado
En realidad, entró a la facultad porque su maestra de química le informó que todas esas preguntas que tenía ella acerca de la verdadera naturaleza del tiempo y el espacio, eran asuntos filosóficos. Como la esponja aborrecía esa sensación de no entender el meollo de los asuntos, decidió, también por eso, estudiar filosofía.
Pero ocurrió que cuando entró a la facultad y conoció a sus maestros, los cuales deberían venir cargardos de respuestas, comenzaron a decirle que NADIE podía decír qué es la filosofía así nomás, que no tiene definición... que por eso es muy chida y muy grandiosa... ah!!!! y que más nos valía no creer en Dios porque eso nos imposibilitaría entender la filosofía. Para la esponja eso no era problema: venía de una familia atea.
3.- Uno estudia filosofía para estudiar teología: esa es la única razón legítima de todas las dadas anteriormente y es la más despreciada
Lo malo comenzó poco tiempo después: la filosofía no parecía servir para nada. Uno leía a Heidegger y eso de la nada y que la tradición era una mierda... y uno apenas podía pronunciar jáideguer.
Le decían a uno que el arte es cosa reteimportante y que la pregunta por el cuadro de Van Gogh es muy importante, y que existe almenos una x tal que si x es p entonces x es q y que entonces currucucú, y que no hay filosofía en español, y que pinche aristóteles y que Santo tomás era malo malísimo y que Descartes había pervertido al mundo con su sujeto...
De todo lo anterior sólo me llamaron la atención dos cosas: la currucucú y Descartes.
Pero la esponja tuvo malísmia suerte: cuando decidió seguir el camino de la lógica, los maestros de lógica se enfermaron de un montón de cosas. Por suerte, esponjita alcanzó a escuchar de la existencia de Bertrand Russel y de Godofredo Frege... pero fue un lejano eco.
4.- Uno se dedica a la filosofía analítica porque es lo único que no suena "me estoy haciendo pendejo para que me asciendan a SNI 1 diciendo que la vida vale pepas
Comencé a leer a Descartes: lo llevaba sumultaneamente en 3 materias, así que tuve mucho tiempo para leer... descubrí que el verdadero problema que sólo la filosofía podría resolver (es decir, que la filosofía existía para resolver ESE problema), era el problema escéptico... por ese tiempo leí los prólogos y la introducción a la Crítica de la Razón Pura: el problema del tiempo y el espacio era extraodinario, y la filosofía era la única capaz de resolverlo. Si Einstein tomó en cuenta o no el problema de Kant, no me importaba. Finalmente el asunto se resolvería al final cuando algún filósofo del siglo XX resuelva el problema escéptico...
Sin embargo, nadie estaba de acuerdo conmigo en que ese era el problema propio de la filosofía: de hecho, pretender una caracterizacióno o definición del obrar filosófico estaba anatemizado y uno corria riesgo de excomunión.
5.- Es pecado definir lo que es filosofía porque si lo hiciese alguien, terminaría el frugal negocio de escribir libros de 800 páginas titulados ¿qué es filosofía?
Sin embargo, descubrí la naturaleza de la paradoja del problma escéptico: resulta que es, por su propia naturaleza irresoluble. Sin embargo, mis malvados profesores (que descubrí habían estudiado filosofía por mi postulado amarillo 1) decia que ese era un falso problema, un pseudoproblema y que la cuestión era averiguar el sentido del ser. Descartes había metido a Dios en todos lados, Kant cayó de nuevo en las horribles garras de los nómadas escépticos, y su muro de Constantinopla dió paso al Imperio de la incertidumbre, y el siglo XX había sido impotente para resolver ese problema. Dado que la naturaleza de la paradoja escéptica era una cuestión de lenguaje, había que volver a Wittgenstein... y me di cuenta de que me había hecho mucho bien haber conocido a Bertrand Russell.
Así fue. Sin embargo, yo para entonces ya estaba muy, pero muy lejos de la lógica. Me había decantado por otros asuntos... ¡¡Y seguía sin saber para qué existía la filosofía!! Cuál era su problema... Porque los idiotas maestros de la facultad decían que, aunque nadie puede definir qué es filosofía, lo que sí se puede hacer es definir lo que no es... y ¡claro! no sólo no es literatura (eso ya sería demasiado descaro para alguien que es alimentado por el CONACyT y no por el FONCA) sino que tampoco es CIENCIA... ¿qué es? quien sabe...
Yo, ya con el corazón hecho pedazos, decidí estudiar historia de la filosofía...
6.- Quien se dedica a historia de la filosofía es quien ha asumido que no sirve para nada, que cree en Hegel, o peor aún, que cree que en la ciencia moderna
Sin embargo, aunque uno comienza a estuidar historia porque ya no cree en nada más, uno aprende, sí, en verdad que aprende sabias lecciones que son capaces por sí mismas de explicarle qué es la filosofía: sin cortapisas, sin misterios, sin ambigüedades...
Y esa es la historia que, en la siguiente entrega, les contaré.
7 comentarios:
¡Volvemos al mismo punto! Nadie puede hablar de lo inefable, del enigma, de lo inapalabrable, pero se sigue hablando de ello, tratando de entender y descifrar el cubo explicando sólo una faceta de él; sin embargo el intento sí que vale la pena (y se disfruta).
Jó, yo también quería estudiar astronomía (no, astrolgía noooo) pero pues igual, pensé que las matemáticas no me lo permitirían y terminé en la facultá, nomás que yo me fuí del lado fresa. Sin embargo todas las motivaciones aplican, hasta la de la teología, neto.
jejeje, pues yo fui de los que, al terminar la carrera pudo encontrar un enfoque con el cual la historia de la filosofía se volvía algo vivo y no sólo un montón de tesis raras, obstrusas y demasiado alambicadas y estrambóticas para oídos profanos.
Creo que la filosofía, para profesarse y vivirse, tiene que doler y tiene que dar alegría.
Saludos mi querida Paloma!!
P.D. Ah! sí, Viva la teología!!! Debería haber seminarios sobre Hans Urs von Balthasar, jejejeje.
carissa: Ciertamente... lo único que yo me pregunto (y de eso hablaré pronto) es si hablar de lo inefable, hacer poesía mística, y todo eso merece que el pueblo gaste sus impuestos en mantener a un escritor de inefabilidades.
Diana: y ¿ahora a qué te dedicas? ¿heidegger, frege?
Serch: querido y adorado serch, la historia es un amargo despertar del sueño filosófico... a propósito de Balthasar: no manches, tienes que leer el libro del tarot: es la neta...
caray, quien dijo que más valía no creer en Dios.
más vale no creer a los que dicen que no creer.
nótese la paradoja y resuélvasela al gusto.
o podrías decir algo un poco parecido a algo que dijo borges..algo así como que la filosofía es una rama de la literatura fantástica (él empleó otra palabra)
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