Bueno, cuando uno se enfrenta a una definición tan extraña (que es menos difícil, supongo, que la pregunta por el ser), lo menos difícil es decir qué no es.
¿y quién podría decir qué no es algo para poder decir después qué es?
Eso se llama definición negativa y es lógicamente imposible: implica la enumeración infinita de todos los elementos no comprendidos en el género de aquello que definimos: así, la filosofía es no delfín, no zapato y no espíritu, no saturno, no paloma, no colibrí...
Pero igual que pasa con la definición negativa de chancla, sabemos que, aunque es no lápiz y no canguro, y aunque sea no tenis y no zapatilla, es sí calzado y sí prenda de vestir... pongámonos aristotélicos y preguntemos:
¿La filosofía es a la ciencia como el la chancla a la bota, o como el calzado a la alpargata?
Así de fácil es definir la filosofía: saber a qué género de cosas sí definidas pertenece o contradice.
Pero no ha de ser tan fácil: pronto, próximas entregas de odio contra los filosofetes:
la esponja poco inspirada
2 comentarios:
Lo triste del asunto es que cada vez que nos ponemos "rigurosos" y nos avalentonamos definiéndola terminamos por molestarnos o entristecer. Ello me hace pensar que quizá la filosofía sea la ciencia de la indefinición; de ahí su enorme espectro para abarcar todo cuanto quiere.
Quizá alguien se enoje ahora después de este valiente y atrevido intento por definirla.
Regresemos al camino de la difinición negativa y de intentos infinitos
si es la ciencia de la indifinición... ¿qué es lo que hacemos cuando decimos que la hacemos? ¿no le provoca más angustia que la tristeza o el enojo al tratar de definirla?
Sigamos pensando... la definición negativa sirve para la mística, no para clarificar una de sus vias
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