19 octubre 2007

Los ojos del Saturno Melancólico



Sus ojos. Grandes ojos de mirarlo todo. Grandes ojos de canica, como diría Janik.
No sé si sea la gran nube de ciclón que se ilumina con el último rayito de Sol. O sea que he fumado demasiado estos últimos días. No sé si es la nostalgia de no escuchar a Homero en las clases de Tapia, o de saber que el tic tac del reloj pronto terminará para mí. No sé si fueron sus ojos, no lo sé. El caso es que siento una fuerte presión en el pecho, síntoma innegable de aguda Melancolía.
Ayer vi sus ojos, sus grandes ojos de canica. Las cuencas melancólicas.
No había modo de huír. Ni siquiera haciéndolo evidente: el pasillo es estrecho, carece de madrigueras, y la puerta transparente desde lejos anunció el fatal encuentro. Mas ¡Horror! él y nosotros pasaríamos irremediablemente, a una juntamente, por los cristales de la puerta. ¡Tanta mala suerte, tanta!. (cuanta agonía cabe en 30 segundos... exagero, claro. ¡Sí, claro!)
Y vi sus ojos. Y mezquinos se negaron a saludarme. ¿Cómo los habría visto yo?. Hacía apenas media hora que un catedrático de Metafísica, a media clase y sin decir agua va, expuso mi existencia ante medio centenar de estultos adolescentes diciendo: ¡qué! ¡¿no estás de acuerdo Paloma?! ¿Me vas a regañar? ¡¡es que haces unos gestos!! Y MI MISMIDAD GESTICULÓ.

Así que no me imagino cómo lo ví. Sólo me fijé como me vió él a mí. Y me vió como la nube que tapa el último rayito de Sol, como la lluvia que se azotó anoche en mi ventana, como la veterinaria diciéndome que la chupacabras tiene cáncer.
Me vió, y en un gesto de cohersión caballeresca nos detuvo la puerta y nos dejó pasar.
Quisiera haber sacado una foto de sus ojos para mostrárselas, queridos lectores, porque nomás no hallo cómo explicarles como me miró.

El caso, señores, es que me duele el pecho, y no sé si fue el cigarro, o su mirada.


la roticorazonuda esponja (epíteto homérico)

5 comentarios:

Darío Zetune dijo...

ay mi querida amiga, ay!

Lo pior es que no puedo censurarla porque en mi caso, también me tuvieron cautivo un par de ojos melancólicos: azules y bellos sus ojos. Pasar y sólo ver sus ojos o ni eso. Todavía recuerdo esa mirada: la de un hombre, que queda atónito e interrogante, algo triste, cuando pregunta a la realidad...

asiesto!

Abrazos y besos, muchos, muchos.

Daniel G.G. dijo...

Lo peor después de carcer de vista es no tener visión (o algo así dijo Hellen Keller)... Lástima de catedrático, caray

Mérita Sujey Abad dijo...

"Tan bellas sus tristezas como fatales las mías".*

No me canso de adularte. Yo, pese a no tener idea de cómo eres físicamente, te amaría locamente; pero no te asustes, me dieron ganas de decirlo. Digamos que eso siento en este instante; seguro dejo de sentirlo en el próximo, cuando me olvide de lo que has escrito. Pero ahora no. Tu escrito es "dolorosamente bello", como tú. Un saludo.



*Me lo dijo un amigo que no sabe a quién se lo plagió.

Anónimo dijo...

los latidos aumentan, las pupilas se dilatan, llega el recuerdo de viejas fantasias sin cumplir y los labios se mojan, se antoja, realmente se antojan muchas cosas... cuando de pronto nos damos cuenta de que no estamos solos y todo vuelve a la realidad. :_(

Z.

dedicado a los amores viejos...

Claudia Isabel Palacios Trejo dijo...

bueno mija, nos queda el consuelo que en dado caso no aplica aquella cancioncita "pasaste a mi lado con gran indiferencia tus ojos ni siquiera voltearon hacia mí" que hubiese sido mas doloroso?

En mi caso ayer un hombre me tapa los ojos para darme la sopresa de un encuentro predestinado, y en todo momento le miro y no existe circunstancia mas encantadora que un interlocutor con una sornisa en las pupilas. Sin embargo no estoy feliz...