07 enero 2008

La fraternidad secreta o la cura al desencanto

Decía Maquiavelo que en la noche, cuando al fin podía ponerse a estudiar, sentía como si se cambiara la ropa de diario para ponerse prendas que corresponden a los reyes y embajadores que visitaba noche con noche.
Así pasa cuando uno vive con los filósofos de antaño. Si uno tiene la suficiente paciencia, por fin llegará el día en que sea aceptado dentro de los salones de una fraternidad secreta donde se busca a Dios, al Mundo y al Hombre.

Tantos años aquí, perdiendo el tiempo y la vida, tuvieron sin embargo su recompensa.
Toqué la puerta, y salió a recibirme Ficino (bueno, por lo menos le debo eso al Dr. P, él fue quien me lo presentó). Pero les decía: salió Ficino vestido de rojo con un gorrito en la cabeza. Me presentó al señor Plotino, a Aristóteles y a Agustín. Entramos a un comedor enorme con una mesa oval donde un montón de hombres (y una que otra mujer), con vistosas galas, platicaban. Descartes estaba siendo duramente interrogado por Husserl mientras que Bergson le alcanzaba el salero a Plotino. Luciano de Samosata utilizaba a Apuleyo para que le tradujera algunas burlas a Séneca... en el fondo me pareció ver a Wittgenstein junto con Lewis Caroll interroando al pobre de Ockam, mientras el Eriúgena y Hume no sé que cosa traían contra el pobre de Cicerón. Edith Stein trataba de evangelizar y fenomenologizar a Rozensweig, y Lévinas trataba de convencer a Agustín de lo bueno que era ser Judío, pero Maimónides no lo apoyaba, simplemente le interesaba más platicar con Proclo y Averroes. Filón de Alejadría reía a carcajadas con algún buen chiste que le contaba Gádamer, y Rorty, recíen llegado, era escudriñado con suma desconfianza por santo Tomás. En el centro de la mesa, hay un enorme huevo amarillo que dice alethéia, y junto, una enorme jarra de vino se alza en el centro de la mesa con el nombre de paradoxas. De él, y sin darse cuenta, todos beben sin poder comer del huevo. Últimamente Göedel es el único que bebe de él sin embriagarse.


Están todos ahí, y me dejan entrar. A veces me encuentro a Paco, Daniel, a Claudia, a Sergio o a Memo, y nos sentamos los cuatro a interrogar a Aristóteles, a veces a Platón... rara vez veo a mis maestros. Y entrar a esa sala es como entrar a un mundo virtual. Pero luego uno tiene que salir, y pagar la renta, llevar a operar al gato, pelearse con el novio o ver en el asesor y los alrededores lo deprimiente de la realidad. Uno se encuentra en el centro con la mala amiga, con que el narco cortó veinte cabezas, con que la cámara de diputados es tan cínica como mis profesores... y en la noche uno sale corriendo al saló para preguntarle a Hobbes qué es lo que pasa, y la respuesta se la da a uno el triste de León Felipe con su quién lee mil años de historia y no los cierra y uno no puede sino volver al estúpido mundo y verlo con los ojos del desencanto. Y en la noche regresa uno a casa (si es que no le han cortado la luz) y abre las tapas de un grueso volumen y busca las caras afables de la noche anterior.

Y reconoce uno en la calle del mundano mundo a aquellos que todas las noches bajan a las galerías donde se come el manjar, y uno los ve como si pertenecieran a una secta muy secreta, y sólo los iniciados supieran reconocer los signos... y yo los reconozco. Y es cuando uno lee a Borges o a Umberto Eco, y sabe que han estado ahí, que han experimentado el sabor de aquel manjar, que somos parte de esa extraña hermandad que leyó al sabio Scholem. Y uno lee a Hugo Hiriart, y reconoce a un compañero de batalla... y uno no está tan sólo, aunque los maestros sean unos imbéciles que hace mucho perdieron el camino hacia ese salón...


la desdescepcionada esponjja




10 comentarios:

Itzel dijo...

A pesar de la descepción puede considerarse afortunada, porque al menos ha descubierto el camino y conoce a la secreta fraternidad. A mí, cuando de comunidades se trata, me ha pasado siempre lo del "Club de los No Homeros"; estoy segura de que a las puertas de la fraternidad filosófica está un letrero de "No se admiten Itzeles" y con seguridad ya tienen a la única Itzel reglamentaria.
Felicitación y abrazo de año nuevo de la Hostelera Fantasmagórica.

Pepe Cleto dijo...

ja :(

Señor Chiquito dijo...

Zas!, la onda aquí es andar como el rey del cuento: con un traje que solo él ve, pero bueno, ese es el camino de los imbéciles, o de los locos, el cual siempre es mejor que el primero; y así, loquito, uno puede aprender a cantar en medio de la gente, a llorar de cabeza en un parque y comer flores que no sean de calabaza. Bendita locura la que nos distrae del tedio de la cochina vida.
En otro tenor, dejeme pedirle un favor: guiéme, dígame que puedo empezar a leer para entrar a ese salón de filoso(s/)fos

Daniel G.G. dijo...

Me has recordado un "selecto" relato de Borges, el de La secta del Fénix.

Ciertamente, la realidad (¿hay otra que la de esa sagrada Escritura que heredamos?) está llena de guiños para quien sabe leerlos; de intertextualidades eruditas que sólo unos cuantos conseguimos entender como chispazos. "No hay palabras -dice Borges- decentes para nombrar [al Secreto], pero se entiende que todas las palabras lo nombran o, mejor dicho, que inevitablemente lo aluden".

Ecos de Dionisio en Eco, una mención casi soltada al acaso del léxico de Du Cange donde apenas se esperaría encontrarla... " Lo raro es que el Secreto no se haya perdido hace tiempo; a despecho de las vicisitudes del orbe, a despecho de las guerras y de los éxodos, llega, tremendamente, a todos los fieles. Alguien no ha vacilado en afirmar que ya es instintivo."

quique ruiz dijo...

¡Qué divertido comedor! Me pregunto dónde estaba Kripke.
Mi duda es por qué deprimirse de la realidad si sin ella ningún filósofo habría tenido tema para filosofar. ¿O cómo? ¿O qué?

alitter dijo...

Lo curioso es que de las "(unas cuantas mujeres también)" ninguna participa en nada, ni dice nada. Y la única aparte de usted es Claudia... Triste, no?

quique ruiz dijo...

Siscierto, podrías por favor mencionar a alguna filósofa. Yo sé de mujeres matemáticas renombradas.

Alviseni dijo...

esponjita: se la cambio: yo le invito a usted un café: definitivamente sería intersante intecambiar palabras: usted dirá: me gusta wittgenstein y san agustín: estoy al tanto de su blog.

Esponjita dijo...

ITZEL: igual sobre las felicitaciones. oiga niña, le informo, lo bonito de esta fraternidad es que no es comunitaria. nada de común, todo es suigeneris, como usted, como yo.
LITOST: ¿ja? ¿:(? ¿por qué?
SEÑOR CHIQUITO: sí, eso es lo que yo le digo a la dulce itzel. sobre recomendaciones... le recomendaría el Hortensio de Cicerón... su aún existiera. En su defecto siempre estarán disponibles las Meditaciones Metafísicas de Descartes, las Confesiones de San Agustín, y Alicia en el país de las maravillas. E Introducción a la historia de la filosofía de Xirau y "la filosofía antigua" (o algo así) de Pierre Hadot, publicado por el fondo de cultura económica... ese último me gusta mucho.
DANIEL: todo es Dionisio... ¿no?
QUIQUEETALIA: no, si la cosa no es contra la realidad. no es un refugio contra ella, es un refugio para verla desde una atalaya que nos provea seguridad de sus embates.
FRUFRUFRU: ya puse a edith stein... machito de porquería... pero no importa. ya lo dijo san Agustín: eso de ser mujer es una condición accidental.
QUIQUE: pues... ¿edith stein? ¿algunas cosas de sor juana? ¿yo? denos chance, que hace dos siglos tampoco había muchas matemáticas... buena tarea me ha encomendado usted
ALVISENI: señor médico alviseni: pues diga usted...
GRACIAS A TODOS POR LO RÁPIDO DE SUS MUCHAS E INTERESANTES CONTESTACIONES... LOS VEO PRONTO:
LA ESPONJA COMENTADORA

Marcelo dijo...

es algo tardío preguntar si aceptan invitados inesperados, lo que resulta una paradoja?