29 marzo 2009

Kant-dy Candy


Ayer me dí cuenta de que Candy Candy está doblada en la Argentina. 
Fue entonces que comprendí por qué Candy Candy era la única caricatura que hacía "papelones", o, cuando se emocionaba decía, "¡viste!".
Y ahora me pregunto si por eso me quiero ir a vivir a Argentina: como si todo allá tuviera un tufo entre melancólico, romántico y valeroso: tal y como la valerosa, romántica y melancólica Candy. 
Ella, la heroína bondadosísima que, en el extremo de su bondad, se enroló en el ejército para hacerse enfermera de guerra.
Además, para colmo, se enamoró del amor imposible (como toda personaje de tenelovela-culebrón que se respete) pero que, contra el cliché, al volverse posible el amor imposible, en vez de bailar el Vals de Cenicienta -sobre los despojos de las malvadas hermanastras-, en su infinita bondad renunció a su amor tornado de la potencia imposible al acto realizable, en favor de la villana que, como justo pago a su perversidad, perdió una pierna por el acto del justo destino tenelovelero. 
Y peor aún: en plena tragedia, la antes malvada de pronto adquiere lucidez y decide permitirle a Terry (el amor imposible en cuestión) que regrese a los brazos de la antes odiada Candy. Y Terry, desesperado, va y toma del talle a Candy y le ruega que vuelva con él. Pero la inflexible e imperativamente categórica y, encima de todo, kantiana Candy, le hace volver con la ahora coja, pues es su deber no abandonarla en la hora de la desgracia y la enfermedad. 
Y ¡zaz! ahí se acaba Candy (o ahí terminaron las transmisiones del culebrón infantil que me educó sentimentalmente desde los siete años). 
Y toda esa bondad, muy a la japoneso-kantiana, fue recompensada por el honor intacto de la bondad infinita de Candy.
¡Demonios! y mi madre, muy confiada, me permitía ver tan linda caricatura, pero me prohibía terminantemente ver tenelovelas-culebrones. No fuera a ser que me llenara de valores y antivalores de Cenicientas sufridas. 
Y así mi infancia se llenó de las tragedias japonesas de José Miel y la ranita Demetán (que, para esto, era transmitida por Imevisión, como si fuera una especie de caricatura cultural y educativa), y peores tragedias como la de Remi y Bell y Sebastian. 
Conclusión:
Cuando una niña ochentera agarra el tono melancólico de "¡Aaaaaanthony!", está pensando en argentino. 

la esponja que sin ocio ociosea...

PD: me voy a Lovaina... pero hasta que me toque hacer el MPhil... y hasta que cierto asesor me aclare si esta cosa que hacemos en México es un MPhil, o un MMCA (O sea: Master Mexicanensis in Carabinam Ambrosii)

10 comentarios:

Librería de Mujeres Canarias dijo...

¿Te vienes a las Europas? Que suerte tienen los (¿cómo será el gentilicio?) lovaineros. Por aquí Estaba doblada por españoles pero el tufillo de valores categóricos y renuncias de telenovelas estaba. Y continuará...
Un beso

Daniel G.G. dijo...

Bastante mejor! La versión anterior de este post era "cruda" en más de un sentido... Me alegra que funcionen las desveladas.

(Y no lo creerías pero la palabra verificadora para enviarte este comentario era "panim" jeje)

Ernesto Priego dijo...

pues claro, si ese "¡Téeeeerrrry!" suspírico-melancólico sólo podía ser Argentino...

("verificación de la palabra": "pedis")

Ernesto Priego dijo...

pd. la maestría en México equivale a un M.A. o un M.Sc. El Mphil es cuando eres ya candidata a PhD. Si te quedas con el Mphil lo más común es que sea porque no pasaste tu examen de doctorado o porque abandonaste la tesis -o escribiste menos-. La tesis de Mphil es más larga que una de maestría, pero como del 70% de una de PhD.

Depende de la institución, pero lo común, al menos en el Reino Unido, es tesis de maestría: 15,000 palabras, Mphil 60-70mil, doctorado 90-100 mil....

y pensando no en eso no sé qué hago aquí...

saludos

Ernesto Priego dijo...

-y ese "no en eso" fue un lapsus brutal... sigh.

Bruno Bauer dijo...

"Tufo melancólico y romántico", seguro, "valeroso"... mmmmh, te recuerdo que el Show de Benny Hill también se doblaba en la Argentina. Saludos.

Sybila dijo...

Jajaja Dios mío!

Con Candy Candy, Remi y demás culebrones japoneses...

¿Por qué no salimos emos?

Saludos!

Miriam Jerade dijo...

Ay, me acuerdo de Remi y de la que se convertía con una varita mágica en profesiones, ¿cuál era Candy? Creo que no la vi. Me mató lo de Maestrandum Carabinus Ambrosii. Yo obtuve una Licenciaturim carabinus ambrossi expertus en cantinfleus.

Esponjita dijo...

siemprehistoriosa: Pues no sé... y creo que ya no. A mi me encantan las versiones dobladas en España, aunque siempre suenan como si fuera otra caricatura.
Dani: Panim, sí, muy propio.
Ernesto 1, 2, 3: ya ves, la palabra resultó muy argentina: pedís en vez de pide o pedid...
y dime que UK es un buen lugar para estudiar... por que si no... ¿a donde iré con mi parco inglés?
Galliano: Será que el cono sur suena muy melancólico: En un país como el mío sur significa
calor y allá tienen glaciares... ¡yo quiero ir a la Patagonia!... en fin. Sí, claro, el show de Beny Hill... jeje.
Sibila: porque entonces todavía no había dragon ball ni Sailor Moon... jeje
Aleatoriaescritura: Gigi, era Gigi: y yo soñaba con ser Gigi: eso de poder regresar a la infancia después de salvar al mundo con la madurez era lo mejor de lo mejor... y aún mejor era el bastón... siempre me pareció mucho más mágico que cualquier varita de hada madrina.

Darío Zetune dijo...

Ayer me aventé unos capítulos de esa caricatura. Sobra decir que es cursilíiiiiiisima inclusive pa mi.