19 mayo 2009

Corazón Roto

Uno. (la señorita X)
Pequeñita, infinitamente triste. 
Atrapada por una gravísima melancolía que le ha robado el apetito.
Sentada pacientemente desesperando la desesperanza. 
(Si esa voluntad de no comer y de esperar fuera, como para Sidharta, origen de su fuerza, ya hace mucho que habría obrado prodigios. Pero el objeto del deseo está equivocado -contra lo que ella misma cree, el objeto no es él-. Y su propia voluntad e indestructible fuerza la consume poco a poco).
Casi bajo la lluvia, encorvada, bajo la lluvia y la voz como un hilito. 
No sé si el corazón roto es ya su estado habitual, si cada vez que lo cose, con la aguja, inaugura una nueva cuarteadura.
El objeto de su desmesurado amor no es él. Él sólo es la argamasa con la que inútilmente quiere resanar todas las cicatrices que le destrozan el alma.
(Pensé en hacerla enojar: quizás la ira la sacaría del catatónico estado. Pero se veía tan frágil, tan quebradiza...)

Dos. (Demiurgo)
Ironía.
La pared se elevaba enorme, gigante. 
El discurso era incapaz de bajar a la tierra.
¿Cómo explicarle que es Ares Polidoro, que de él sólo cosas buenas me han llegado... 
Sin él no habría recuperado la esperanza. Me hizo crecer para todos, el follaje bajo su cuidado reverdeció. 
¿Cómo decirle que entre sus obras maravillosas estuvo traérmelo a aquél otro? ¿Cómo decirle, sino sonar ridícula, que no sólo lo admiro, que no sólo aprecio infinitamente su obra generosa y maravillosa? ¿Cómo decirle que cuando lo ví en la mañana sentí que el mundo estaba en orden, ¡Demiurgo! que bajo su mirada de Spinoza todo se mueve suave y ordenadamente, que su obra potente se mueve silenciosa y perfecta? ¿Cómo decirle que hoy, mientras lo tenía sentado junto a mí, me dí cuenta de que lo quiero? Así, simple y llanamente, no sólo por su obra, no sólo por sus prodigios, no sólo por lo generoso y lo proveedor, sino por él, por su figura de ojos redondos y rizos sabios.
Me pareció oír el momento exacto en que se le rompió el corazón. Y me está doliendo.

Uno (señorita X)
Quise decirle "dale tiempo, deja que se tranquilice, él también está sufriendo". Pero no pude. No pude porque al salir de ahí llevaba en las manos su corazón roto.

Dos (Demiurgo)
Quise echarme para atrás, decirle que olvidara lo que acababa de decir. 

Uno (señorita X)
Es que me duele 

Dos (Demiurgo)
Es que lo quiero

Tres 
Mañana sonarán las trompetas de juicio. Las cartas están echadas. En toda esta historia lo único que he tratado es de mantener íntegro a mi músculo cardiaco. Y es que no tengo otro más que ese. Si muero hoy o mañana, espero que la señorita X sonría en algún lado profundo de su ser. Si muero mañana espero que el Demiurgo me tenga una lagrimita. Sólo una.

la esponja inicua

7 comentarios:

Patrulla dijo...

Esponjita:

Me impone mucho comentarle. Sus pensamientos aletean muy rápido, siento harto miedo de aplastarlos al querer, inútilmente, atrapar algo. No le diré mucho más que me gustó el cambio de tema de tesis, y mi cancerígena, a echarnos el tarot pa que los arcanos nos agarren confesadas.

Patrulla dijo...

¡Ah! y "desesperando la desesperanza" no me va a dejar dormir.

Emma Laura dijo...

Esponjita es sublime wow!

Le mando un beso y un abrazo muy apretado porque de verdad me ha dejado sin palabra y sólo me arrancó un suspiro que me hizo encontrarme en algunas de sus voces escritas.

Idalia dijo...

Oh esponjita!!! no morirás porque las esponjitas no mueren.

Idalia dijo...

Esponjita cuál es tu correo

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Ay, esponjita tierna, qué desesperanzadora equivocación la de la señorito x. Qué conocida desesperanza trasmutando objetos del deseo.
Qué cansancio.
Qué belleza.
Un beso

Esponjita dijo...

Patru: tarot... excelente... hay que platicar taróticamente
Laura:suspiremos pues
Mari: ya le mandé el correo... y SOY MUNRA LA INMORTAL
Iza: me estoy temiendo haber confundido yo también los objetos de mi deseo... así obra la malvada fantasía.