(Hoy me hicieron recordar la Alhambra. Me di cuenta de que se escribe Al-Hambra y no Alahambra (y que mis ignorancias son demasiadas). Y dice el dicho Dale limosna mujer que no hay peor cosa que ser ciego en Granada a propósito de la belleza de la Alhambra... gracias anónimo por recordarme tal... eeee... y ya corregí lo del latín. Caray! yo y mis erratas)
Hoy se publicaron los resultado de ingreso a maestría y doctorado de Filosofía en la UNAM; y estaba pensando que hace un año justamente me estaba titulando. Ya había ingresado los papeles, ya había perseguido insistentemente al autor de un librito que me sirvió para la tesis. Ya había recibido la buena nueva.
Pienso en lo increíble que ha sido este año. Y me da risa encontrar éste post (la maestría) que es de agosto del año pasado, donde soñaba con Averroes por las horas que me pasaba pegada a la hermosa traducción de Miguel Escoto; ese post donde me quejaba de que R.S. decidió de repente que ese proyecto que me había aceptado dirigir pues como que era demasiado grande (cierto, cierto) y que él sólo me dirigiría cosas de filosofía antigua. Y es bueno dejar constancia de los sobresaltos del alma, porque a veces le ayudan a uno a comprender qué carajos le está pasando ahora.
A modo de recuento, se me ocurren algunas cosas:
Este año aprendí a leer griego. Sí, ciertamente el de Aristóteles, pero puedo leer fluidamente grandes porciones. Y eso lo aprendí junto con la disciplina de enfrentar textos una vez a la semana y la de presentar dos veces al semestre bonitos trabajos sobre el avance de tesis.
También aprendí a leer latín, a cachar errores de traducción al vuelo, a poner meticulosa atención en los términos y su importancia. Eso junto con la capacidad de tener en la cabeza lo leído antes y poder reconocer unos textos dentro de otros.
También me quedé sin lectores del blog, y descubrí lo terrible del Feisbuk.
Pero la cosa más impresionante de todas fue conocer filósofos de a deveras. No sólo mis maestros, sino los compañeros del instituto, la gente de los talleres y coloquios, y al Danilo que, más bien, reconocí como tal.
Y aprendí a servirme de la Biblioteca como Dios manda. Además agarré una disciplina que jamás creí tener, pero que surge del intenso amor por lo que se hace (claro: la beca siempre es muy buena para mantener cualquier disciplina)
Y cada vez me cuesta menos trabajo argumentar y expresarme. Quizás todavía al hablar pongo cara de sope y la gente como que no me entiende. Pero luego ocurre que comienza la discusión y me pongo de lo más hilada. Y el estilo de escribir cada vez se acerca más a mi ideal de exposición filosófica: claro y llano, frases cortas que no digan más que lo que tienen que decir (por eso Daniel dice que si él es un filólogo de clóset, yo soy una analítica de clóset. Pero luego pienso en que el ideal de la poesía árabe era esa misma: usar el menor número de palabras para decir la mayor cantidad de cosas. Lo que me hace pensar -perdón la digresión- que el encuentro entre los Franceses y los Árabes me sigue pareciendo extrañísimo: los árabes, que sólo tienen tres vocales, aprendieron una lengua con doce, y los franceses que no pueden sino escribir todo rococó, aman el clarísimo estilo de Avicena).
Y ¡cómo he aprendido sobre Aristóteles! Es impresionante ir reconociendo a toda la tradición filosófica en sus palabras. Cómo a partir de sus silencios surge el impresionante monstruo de la tradición occidental. Son los silencios de Aristóteles los que nos han hecho revolvernos 2500 años pensando y angustiándonos. Y a veces llego a pensar que aquél árabe exagerado que dijera que, entre las inteligencias, la única que estaba abajo del profeta y arriba de todas las demás, quasi divina, era la del Estagirita. Si calló, fue porque aquello era un misterio que nos sobrepasaba.
Y cómo he ido descubriendo que mi afán simplificador debe mesurarse. Cada vez las cosas resultan más complicadas, menos inocentes de como yo las vi la primera vez. Con justa razón R.S. me dijo el otro día que los Neoplatónicos eran una especie de secta de los Estoicos (bueno, palabras más, palabras menos). Y aunque me hubiera gustado contestarle que a los estoicos les faltaba un grado para ser perfectos (o sea, neoplatónicos) ciertamente la cosa no es ni de lejos tan sencilla. ¿Cómo esos materialistas pudieron ser origen del idealismo más puro?.
Y descubrí también, muy para mi pesar, que cuando yo apenas voy él ya fue y vino dos veces. Lo que también significa que eso de subir las espaldas del gigante sobre las cuales seremos capaces de divisar un poco más, es por sí misma una tarea grotesca y tremenda. Y también le debo ese descubrimiento a la biblioteca que, durante años, amorosamente ha alimentado de esos libros que, la mayoría de las veces, yo soy la primera o segunda persona en sacar de los estantes.
He aprendido a servirme de los pies de página para realizar búsquedas bibliográficas casi iguales a las del detective que sólo descubre lo elementalmiqueridoWatson, he aprendido que, antes de hacer cualquier tipo de historia de la filosofía necesitamos poseer una excelente formación en la filosofía-normal de nuestro hic et nunc. He aprendido que esa formación, para los latinoamericanos es la de un buen manejo de Kant, y que aquella frase de Silvia Magnavacca de cuversatio cum Kantio pernecesaria est ad intelligendam hodiernam philosophiam es más verdadera que ninguna. Y que ello nos permite, así de jodidos como nos concebimos a nosotros mismos, tener un excelente y privilegiado punto de partida para hacer historia pa'trás y pa'delante. Y que, así como los físicos aprenden a Newton a pesar de ser post-einstenianos, nosotros debemos aprender a Kant a pesar de ser post-modernos.
Y he aprendido muchas cosas más: que la academia es, como cualquier otra creatura humana, y peor, como cualquier creatura política, una de esas cosas sin las cuales no se puede vivir y a pesar de las cuales debemos poder vivir. También que la escasés de recursos no es pretexto para nada: si el libro no está aquí, habrá un buen maestro que lo tenga, o amazon lo tendrá, o puede pedírsele al tío de Acatlán que lo fotocopie por uno, o a la amiga de la UP que lo saque en préstamo. Que hasta los más difíciles textos están al alcance de la mano. Que aquí tenemos muchos, muchísimos recursos: humanos, materiales, y hasta eficientes. Y que lo único que se necesita tener bien claro es el recurso final: el para qué todo esto.
Y que, aunque el mundo se esté viniendo abajo, tener una mirada de lo mil años de historia que aquejaban a León Felipe, le permiten a uno volver a hundir las narices en los libros, en los griegos y los latines (y hasta el árabe y el hebreo) en que aquellos hombres se introducían cuando eran mandados al exilio o cuando su ciudad era asediada por hordas de bárbaros.
La paciencia, pues, ha sido uno de los dones más importantes que adquirí de la maestría. La paciencia con los libros, con los otros y conmigo misma (aunque cada vez desespero más y más por ver cómo lo que no sé es todavía más grande que el océano que, alguna vez, creí simpático estanque con patos).
Ha sido un gran año. Excelente, inmejorable.
Buenos deseos pues, para quienes entraron hoy.
Y yo ya me voy, que las horas vertidas en Averroes el año pasado hoy tendrán que rendir fruto a la hora de volver a leer a Santo Tomás.
La esponjita que hizo su tesis de licenciatura de San Agustín (y sobre lo mismo, caray: ese yo rudimentario)
16 comentarios:
Hermoso post Esponjita. Sin duda, es claro tu crecimiento filosófico y no lo digo porque te haya conocido antes y sea testigo de tu proceso (pues no ha sido de ese modo) lo digo, por tu clara exposición y principalmente (y hago énfasis en esto) por la pasión que trasmites, haces que a uno se le antoje volver a esa tradición con más interés y encanto.
Gracias por compartirte, por ser tan tú pues siempre es grato encontrarte, saberte y conocerte.
Feliz día Esponjis, un beso muy sincero.
Oye Esponjita ¿te has dado cuenta que mi blog no se actualiza? como si lo tuviese abandonado desde hace diez meses. ¡Qué loco! ¿por qué será? ¿me ayudas? je
Incluso sin saber nada de ti, aprovecho grandemente leerte, me ayudas a completar los motivos que no termino de cuajar a partir de mi circunstancia física. Así que sí, me suscribo a lo que decía LR de ti arriba, siempre es grato encontrarte, saberte y conocerte.
Que bueno que encuentres el placer en estas cosas tan aridas y tan arduas: El conocimiento es, en cierta forma, la ultima gran aventura para una especie que ya no espera sorpresas del mundo.
Felicitaciones por tus logros!
pd: Has leido el CONTRA LOS ACADEMICOS de agustin??
órale. qué chido, pues más paciencia supongo :s
no sabía que los árabes solo tienen 3 vocales!
hola, gracias a todos por recordarme que este blog aún es leído de vez en cuando.
Gracias por las flores, laura y enrique, alvi: sí, el árabe tiene nomás tres vocales... por eso en árabe me llamo Baluma (porque tampoco tienen 'p') y Daniel Rico: sí he leído Contra Académicos... pero nada que ver con los que ahora vemos como tales, sino se refiere a la escuela heredera de la Academia de Platón, que en tiempos de Cicerón ya eran una bola de escépticos, quien escribiera: "Cuestiones Académicas". Es contra ese libro, que tiene tesis escépticas muy fuertes, contra quién escribe el Augus. En aquellos tiempos el trabajo de los eruditos era un asunto financiado directamente por el imperio, pero casi casi eran cargos públicos que dependían directamente del emperador, igual que las magistraturas, etc, etc. No había esa cosa misteriosa llamada "universidad", ni colegios, ni claustros.
Hay que esperar hasta el siglo XII para que aparezca la primera universidad, con sus primeros académicos y sus primeras triquiñuelas políticas (y hasta sus primeras huelgas...)
Esponjita: en realidad no sé ni quién eres pero me encantó leer tu post, tanto, que también leí el de hace un año - "maestría"- y encuentro entre ambos un abismo de madurez.
Admiro tus logros y me dan envidia de la buena, no sólo por leer griego y latín, sino, sobre todo, por el dominio en el manejo de tantos libros que tenemos a la mano y la mayoría de nosotros no sabemos explotar.
Te felicito por este año tan fructífero; segura estoy de que merecerás honrosamente el título de 'maestra'.
Ah!, por cierto, La Alhambra no es hombre y está en Granada...
oh anónima (creo), muchas gracias por tus palabras... :)
nomás una cosa ¿dónde dije yo tal barbaridad sobre el Alahambra? tengo que revisar este blog.
Sí, claro que sé donde y qué es el alahambra, y antes de morir alguna vez tendré que verla con mis propios ojos.
Gracias, muchos saludos
he llegado de blog en blog y me ha gustado el tuyo. pero te tengo una pregunta sobre el aprendizaje de latin ¿cómo lo aprendiste? ¿hace cuanto lo estudias? pues en el post parece que hace no mucho, yo ya he cursado unos meses en su estudio...
gracias
oh caray con el latín...
tá bien. Admito que mucho me equivoqué. Insistía mi necedad que hodierne es adverbio y pues no. Y efectivamente, mi latín muy apenas me alcanza para leer a Tomás (y admito que más de una vez tengo que echar un vistazo a la traducción de la BAC...) pero denme chance, caray!, tantito chance...
no... no me den chance... si no, ¿cómo carajos voy a aprender?
bueno Gusitawo: ¿y usted qué cuenta del latín? ¿por qué lo estudia? cuente, cuente...
¡¡¡Ya corregí lo de La AlHambra... !!!
¡¡¡soy una sope!!!
atte: la esponjita en crisis
Dale limosna mujer
que no hya peor cosa
que ser ciego en Granada.
Así reza el dicho aquí.
Siempre he querido hacer un recuento así, -aunque dudo que me salga tan bonito. Ojalá todos pensaran del mismo modo al recibir una beca... Un cordial saludo, y San Agustín... bueno, yo exijo un post al respecto.
Napoleón: ¡sí, sí! ese mero era al que me quería referir yo. Gracias. Orita lo corrijo.
Diana: a mí me encantan tus recuentos. Gracias. ¿un post sobre el Augus? jejeje, sí, sí.
La esponjita maravillosa, niña filósofa. Has aprendido y nos enseñas. Un beso fuerte fuerte.
Izaskun.
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