08 junio 2009

Sobre la naturaleza ligera del elemento ígneo (otra de Valerio)


 Flamma Dei viuax succenso in pectore veram. Non adimit vitam, quae renouata viget.

  Se levantó temprano. Las amarguras de ayer no alcanzaron a llegar a la almohada. A veces me pregunto cuál será su técnica de purificación. La ira no le dura demasiado. Después de un acceso –que logra hacerse visible en la mirada evasiva- se retira un minuto, y regresa luego libre del peso de la mala pasión. Mantiene su espíritu transparente. Será, quizás, parte de la disciplina. 

  El paso ligero y elegante arrancó los primeros suspiros mañaneros. Más temprano que él, estaban ahí las suspirantes. Ahí estaban porque conocen la puntualidad de su paso ligero. Las amarguras vuelan lejanas. Ellas lo miran y se complacen, unas en su nuca, otras en los pulcros puños, las finas muñecas, los dedos elásticos. Se mueve y se revuelve en el asiento. Pide la palabra, deja salir dos objeciones elegantemente planteadas. Sonríe: lo está disfrutando. Antes de que termine la hora, ligero se levanta y corre hacia el siguiente punto del día. Desaparece entre las ocupaciones mil que lo arrancan de los deseantes ojos, de las insatisfechas fantasías que lo fantasean en su andar veloz y volante.

  ¿Cómo conserva intacta la alegría? Un nuevo y distinto ejército de suspirantes lo esperan varias horas después; y lo padecen profundamente. Desesperan por obtener la atención de su mirada,… obligarlo a reconocer, dialécticamente, que ellas están ahí. Quieren sorprenderlo, resistir a sus palabras; hacer padecer de alguna manera al impasible corazón. Y, a veces, por el cansancio y los tirones, sucumbe en un breve acceso de ira.  Y alguna, avergonzada por haber vencido de mala manera a su espíritu alegre, va y lo busca para pedirle disculpas. Y él, disciplinado, mantiene ligero a su espíritu y vuelve rápido al contentamiento. Con ligero paso, la figura grácil baja por las escaleras junto con el Sol occidental. Se va rodeado de alegría, frutode la férrea disciplina que conforma su espíritu ¿cómo conserva intacta la alegría?

  Se necesita de un espíritu ligero para dar la luz sin merma, para entregarse totalmente a la tierra que ha de sembrar. Y es tan ligero su espíritu porque su elemento es fuego: el más ligero de todos los elementos, el que prende todo por contacto, el que genera calor e incendia y lo consume todo por su potentísima virtud ígnea.  (Y por él suspiran día y noche las suspirantes, porque accidentalmente se consumen por la virtud de su lumbre).

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