21 julio 2009

Vestido Rojo


Primero debiera perder unos cuantos kilos. Ir al gimnasio: todavía no se ha perdido todo; bastarían unos cuantos meses. Entonces la cinta métrica y la báscula, un día, me informarán que mi medida es compatible con los diminutos números de las etiquetas de los diminutos vestidos guardados en las tiendas de las grandes boutiques. Y triunfante entraré por sus grandes puertas, y llegaré a los percheros y lo tomaré. Me lo probaré, me contemplaré, con la larga cabellera recogida en diminuto chongo, en los espejos de tríptico que aguardan esperanzas y miserias en los probadores. Y satisfecha, incrédula ante el prodigio, podré anunciarle a la vendedora que me viene muy bien, que me lo llevo.

(y firmaré el último baucher)

Habría que dejar de fumar... no soportaría ni diez minutos en la caminadora antes de volver el estómago. Y tendría que dejar el salami, y volver a abandonar la azúcar para siempre. Y apresurarme, porque la juventud apunto está de acabarse (la juventud legítima, la que necesita maquillaje ya pero todavía no de eufemismos). (¿y para qué dejar de fumar? si mi vida se prolonga demasiado tiempo, seré vieja más tiempo del que fui joven y no habrá espíritu que tolere tan larga agonía).
Así que no me dará tiempo más que de enfundármelo, salir a toda prisa de la tienda (quizás hacer breve parada en la estética y descubrir qué se siente un manicure; y hasta un pedicure si los zapatos resultan descubiertos en la punta), correr hasa donde está él, el bellísimo, e informarle que también a él está a punto de escapársele el último jirón de juventud, y convencerlo de seguirme.

y si no... si no... pues seguiré junto a la ventana, dibujando su nombre, prendiendo uno tras otro los cigarros, y viendo como cada vez que exhalo, junto con las volutas de humo, y sus remolinos, y sus caminos predecibles sólo por la dinámica de fluídos, se me va la última lozanía.

(y dibujaré también, con mis prismacolor y los pincelines de waterever todos los vestidos rojos que no le modelaré jamás, porque así son los amores imposibles)

la esponjita ligeramente pasada de peso (ajá...)
*******************

Quiero un vestido rojo.
Lo quiero ligerísimo y de mal gusto;
lo quiero muy ajustado, quiero traerlo puesto
hasta que alguien me lo arranque del cuerpo.
Lo quiero con brazos y espalda descubiertos;
este vestido, de modo que nadie se pregunte
que hay debajo. Quiero caminar
por la calle, pasar por el supermercado y por la ferretería
con todas esas llaves centelleando en el aparador,
quiero pasar frente al señor y la señora Wong mientras
venden donas rancias en su café, pasar frente a los hermanos Guerra
al tiempo que lanzan cerdos de la camioneta a la carretilla
levantando los sucios hocicos sobre sus hombros.
Quiero caminar como si fuera la única
mujer sobre la tierra y pudiera escoger lo que quiera.
Quiero tanto ese vestido rojo.
Lo quiero para confirmar tus
peores miedos sobre mí,
para mostrarte lo poco que me importas,
lo poco que me importa todo excepto
lo que quiero. Cuando lo encuentre tomaré la
prenda del gancho como si estuviera eligiendo
un cuerpo que me lleve en este mundo, a través
del lamento del recién nacido y aún del que ama.
Lo llevaré puesto como si fueran huesos o piel;
será el maldito vestido
con el que me sepulten.



4 comentarios:

Itzel dijo...

Usted podrá cumplir años, pero nunca será vieja. Y no son eufemismos. La claridad de su pensamiento y la belleza de su escritura son las auténticas señales de lozanía.
Muchísimas felicidades

Eje Z del Gizmo dijo...

Curioso... Viene a mi memoria una muchacha en un vestido MUY entallado de color rojo, Que le quedaba increiblemente bien y dejó deslumbrado a mas de uno la noche que lo usó.

Lo mas increible de mi memoria es que el cerebro activa todos esos centros nerviosos que identifica lo fisico y por lo tanto el recuerdo se hace tan vivido como el momento fue.

Que hermosa muchacha aquella seguro usted debió haberla visto.


Feliz cumpleaños (2 aviso)

Diana dijo...

Wow. Pero wow. Me encantó el post. Algo similar pensé al leer el poema original. Pero creo que esta cuestión física es secundaria. Es la actitud! yo desconozcola (a usté pues) en persona pero de que tienes actitud la tienes. Así que a enfundarse en el vestidito rojo!

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Lindísima te ves con ese vestido rojo que no podrá ocultar tu juventud de mujer batalladora y niña pensante. Pasada de peso, tú? Ay, niña, qué debo entonces hacer yo que en alguna fecha pasada llevé así (extraordinario poema) un vestido rojo?
Un beso.