15 julio 2009

Voz galáctica

A mi orilla llegaron voces desde otras provincias de la orilla.
Dos desde Argentina (con todo y hermoso regalo), otra de Mazatlán, otra chocolatosa, otra desde España, otra desde Jalisco, y uno nuevo... y esas voces me hicieron muy feliz... gracias.

Pero también llegó a mi orilla otra voz; la voz de aquellos que han viajado al centro de la galaxia, y me han pedido colaborar con ellos para seguir hurgando entre las vetustas páginas del andalusí y de su maestro el persa. Y yo todavía no quiero responder a su llamado porque no sé...
¿Qué no sé?

Este impulsivo corazón que brincó ante la cátedra del albus lupus, ante su espíritu de agua serena y la hondura de su saber, este impulsivo corazón, tiene miedo. Mucho miedo.

Cor timet lupum.

Tiene miedo a equivocarse, porque desconfia de la estrella que providente, siempre ha visto por ella. Tiene miedo porque desconfía de sus fuerzas, de sus rodillas ajadas, de sus muñecas pequeñas. Tiene miedo porque un día dijo In Lovaniam ire aut mori y cada vez se convence más de que morienda est. Tiene miedo.

Y se aferra a su asteroide, confiada en que los latigazos centrífugos sólo son resultado normal del inexorable giro de la Galaxia, y que ella, la Vía Láctea, no girará tan fuerte como para arrojarla hacia la nada.

1 comentario:

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Aférrese fuerte, mi niña. Y vista el miedo dignamente, que usted puede.
Yo sí confío en ti. Pero que eso no te de miedo. Es una confianza sin necesidad de pruebas,
Un abrazo grandote.
Un apapacho.