22 agosto 2009

Ely y el chico de la sudadera

1.- Me gusta también de sudadera (ella jura que no le gusta, pero se ha fijado en su nariz. A mí no me gusta su nariz -digo, tampoco me disgusta-, sino que me gusta su manera de caminar)

2.- Ely siempre sufre lastimaduras por mi culpa. La primera vez casi se rompe el pie. Pero aquella vez fui causa remota: me hizo el favor de sacarme un libro de la UP (el tomo 2 del De Anima Avicena Latinus... porque en el IIFs está el tomo 1 de todo, pero no el tomo 2), fuimos a un starbuks y ahí se tropezó. Ahora fui causa eficiente: por correr, le dí santo guamazo en la nariz. Podría argüirse que el chico de la sudadera fue causa remota) Ely es linda. Me escucha. Yo también. Y me consuela, aun cuando ella necesite también de consuelo y no sea yo tan eficiente para hacerlo.

3.- Ely y yo sólo tenemos un tema de conversación (bueno, casi: a veces "el tema" nos conduce a tópicos que van desde la metafísica hasta el silogismo práctico, pasando por la materia en Plotino y nuestra amiga Z.) Pero ¡ocurrió que el tema de conversación se cruzó por el estacionamiento!... y yo casi le rompo la nariz a Ely.

4.- Cuando escribo demasiado en el blog es que estoy haciendo una maldita tarea que traigo atorada. Ahora traigo 3 simultáneas. Se entiende que escriba tres veces al día.

5.- Ely tiene la seguridad de que el chico de la sudadera, cuando nos ve juntas, tiene la creencia de que está frente a dos adolescentes, chamacas infantiles. Y, dados los acontecimientos, supongo que las condiciones de verdad de la creencia de Ely se satisfacen.

6. - Después de terapearme, con sabroso café helado de vainilla, Ely y yo llegamos a la conclusión de que soy narcisista. Hay que asumirlo primero para después corregirlo. Estoy tratando de hacerlo.

7.- Me gusta también de sudadera (no hablo de Ely: ella no me gusta. Pero la quiero y es gran amiga: me ha perdonado que le golpeara la nariz, sobre todo porque comprendió en el alma el porqué lo hice) (lo que no sé es si algún día me perdone el que también me gusten las niñas. Ella no me gusta, la quiero. Está a salvo).

8.- Tengo un amigo muy querido que batalla un poco por ser extranjero aquí. Pero "aquí" está comenzando a cobrar un nuevo significado: no sólo en México sino también en la UNAM. Cada obstáculo que se interpone entre la decisión que tomé y su resolución me hacen recordar la frase de mi amiga Fabiola: "¿por qué hemos de ser, nosotros los filósofos, "prácticos" y tomar decisiones prácticas en daño a nuestras ilusiones: si ya de entrada fue una decisión muy poco práctica decidir estudiar filosofía?". Con todo y las dificultades, tengo la sensación de que contamos mi amigo y yo con el apoyo de una mente suficientemente práctica como para llevar a cabo las más soñadoras ilusiones.

9.- Ely y yo tuvimos divertido suceso deliberativo y argumentativo en el Starbuks: llegamos a la conclusión de que es un buen estudio de caso sobre la definición (nos costó más de diez minutos hacernos entender por la cajera, todo porque, parece que por definición, un "latte" no admite "frappé" como predicado, pero en cambio si admite "ser helado". Pero la cajera se tardó mucho en comprender cómo en las premisas estaba el error: tardó mucho en darnos las definiciones. Pensé en las definiciones analíticas, en Kant y en Quine. De todos modos, al final recibí un café frappé de vainilla y Ely un vainilla late helado.)

9.- Después de lo ocurrido, ¿el chico de la sudadera todavía querrá seguir siendo mi amigo?.

10.- Perdí mi IFE. No tengo nada que me identifique. Quizás deba plantear el caso a Agustín Rayo de cómo en este país ahora yo no soy yo, y se viola mi principio de identidad (Así de grave está la impunidad en México, porque si sólo se violara la ley de gravedad... bueno, esa es una ley contingente... pero ¡la ley del principio de identidad!) (¡Ay que chiste más baboso!)

La esponja a la que le gustan también de sudadera

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