18 agosto 2009

Occidente


A veces siento como si la que escribe aquí nomás viera las tarugadas que hace la que actúa allá. Cómo si yo misma sólo pudiera sorprenderme de las decisiones y acciones que toma otra persona. Y, pues, dado que la narradora comparte destino y futuro con la agente, voy muerta de miedo, como si fuera el copiloto de una conductora loca y frenética. Cierro los ojos, confío en que en su deliberación haya calculado todo bien.

Si decidir es morir un poco (pues se apagan frente a mí varios mágicos mundos posibles), he aquí que no me queda nada más que aceptar que el tiempo pasa, las canas surgen, las posibilidades dan paso a la realización.

En fin. La responsabilidad que me queda en frente es grande. La Señora Providencia me puso enfrente de dos personas maravillosas, impresionantes; y lo hizo justo en el momento indicado, del modo preciso. La Diosa Fortuna tuvo a bien conducirme al doloroso ejercicio de la libertad. Y sólo me queda el consuelo de que, sin importa cuál, cualquier decisión que tomara era correcta.
Digo: es sólo que me duele no poder ser todos las posibilidades, porque todas eran buenas (no hay manera de saber cuál era el mejor de los mundos posibles)

Todo fue una cadena de eventos muy afortunados...

(pero fue el la tarde y la noche del día primero;
y se cae el Sol... occidente)

1 comentario:

Daniel G.G. dijo...

Arcano VI