Descenso en la Melancolía

Hace 24 años terremotió la ciudad de México. A partir de aquél 19 de septiembre, hasta hace aproximadamente unos cinco o seis años, yo me descalzaba en cuanto entraba a la casa: tenía la certidumbre de que el hecho de usar zapatos dentro de la casa, convocaba a los temblores. (hasta la fecha, sin embargo, no existe aún chilango que pase por alto el movimiento de una lámpara). Hace 14 años, un judicial enloqueció y mató a cinco personas en el metro la Raza, creo que fue del lado de la línea 5, o la tres. El caso es que fue muy similar a lo que ocurrió ayer. Y uno de los que embistió al asesino no era policía: fue un acto de civilidad y heroísmo (medio imprudente, pero heroísmo al fin). Mi hermano no tuvo influenza. La que tiene terrible infección soy yo. Ya me regañaron los de Locatel: uno no debe andar automedicándose. Como sea: habrá que esperar hasta el lunes. Luego pensé en que aunque deje de ver a mis amigos del IIFs, existe esa cosa maravillosa del feisbuk, y que algún día podré viajar a visitarlos allá. Es que ¡los quiero tanto!... tendrían que haber vivido el infierno que yo vivió en la FFyL, con esa gente, para que comprendieran por qué mis hermosísimos compañeros sudamericanos resultan tan encantadores. Así que tengo a mi Fálcor (con F: total, la V vendrá a cuenta cuando hablemos de alemanes): el F.B. Y tengo otras razones para festejar... (salvo, claro, en que el De Anima de Avicena falta justo la pag. 66-67, donde habla justo de lo que estoy haciendo la tesis. No me dio coraje, me dio risa: ley de Murphy le llaman, o Némesis también). Pero sobre todo: ya subió la temperatura, y no hay razón ya para melancolizar

En el vigesimocuarto aniversario luctuoso del profeta del Nopal, se despide la esponjita