
¿Han leído Galaor?
Es una versión de la Bella Durmiente, pero trágica. O algo así.
Bueno, si por querer casarme con esa entidad similar a Golum, me ha ido como me está yendo, es mi culpa; eso me pasa por elegir la versión Galaor y no la Disney. Mejor me regreso a los cinco años, y espero a que algún día mi príncipe de sangre azul venga en su hermosisímo corcel blanco.
Quizás deba, en el fondo, asumirme como la próxima hermana de la Orden de los Hermanos de Alberto. Y llevar con orgullo mi hábito negro con capucha y toda la cosa (sólo me falta diseñar el 'logo' o escudo de armas de tal orden imaginaria). Si los príncipes y princesas son ficciones, mejor me invento una ficción que me haga feliz. Sea pues, monje (que no monja) de la Ordine Fratri Alberti. (Ok... merecían un post para que se los presentara... pero todavía no puedo diseñar el escudo de armas... además tengo que terminar de leer A Canticle for Leibowitz para ver si hay ahí una descripción. Eso sí: ya me quedó claro que el hábito es negro. Y es curioso: los diseñadores de portadas los visten a huevo de Franciscanos... pero a mi me late que Miller se los imaginó como Benedictinos: Miller participó en la destrucción de la Abadía Benedictina de Monte Casino en la segunda guerra mundial... o quién sabe...).
Total: alegóricamente hablando, tengo a mi hermosisisisisisisísimo príncipe azul, de sangre muy azul (bueno, un día encontré su árbol genealógico en Google, por lo menos tiene, si no linaje, sí algo parecido a pedigree de humanos). Y es príncipe porque es el primero de los primeros medievalistas (digo, recuerden, todo es alegórico acá).
Noble, orgulloso, hermoso, virtuoso... (recuerden: las haditas le dan al Príncipe Felipe la espada de la verdad y el escudo de la Virtud... ¿y eso qué? ¡ay no sé! pero esa película me inspiró para hacer este post)
Además tiene una hija que, con todo derecho es una princesa: cualquier niña de cinco años es una princesa hecha y derecha. Y debe vestir tules y coronas y sombreros de pico (o al menos tener una lonchera de princesas de Disney).
Yo también tuve 5 años. Y también era una princesa (seámos honestos: me gustaba ser la bruja de Blanca Nieves, pero esa es otra historia... era por puras razones histriónicas, eso sí... que agotaron a mi papá a tal grado -porque él era todos los demás personajes- que me grabó el cuento entero en un cassette).
Y un día mi Tía Blanca me hizo una corona de cartón y la cubrió con papel estaño, y me prestaron unas mascadas casi transparentes... era amarilla, recuerdo: y era mi velo real. Y me amarraron las agujetas de los zapatos en las pantorillas para que parecieran zapatillas de princesa (hice ballet durante breve tiempo antes, así que para mí las cintas al rededor de las piernas eran una cosa mágica de princesas principescas).
Y, bueno, a todo esto, yo sigo esperando a mi príncipe que veré en dos semanas... más me vale tener mi capítulo terminado...
PD: En la Bella Durmiente, hay una frase que hizo que me doblara de la risa. El príncipe Felipe pelea con su padre, porque, Felipe se ha enamorado de Aurora pero ni idea tiene de que es la princesa con la que lo quiere casar a la de a Ovo. Entonces él le dice a su padre:
"Estás viviendo en el siglo pasado ¡Estamos en pleno siglo XIV!"
(sí, también aplica para un defensor de las species intelligibiles)
Les dejo un pedacito del vals de la Bella Durmiente, según el doblaje mexicano de 1959. Que lo disfruten.
Incipit: ...nuestro cuento comienza en ese día feliz...
Es una versión de la Bella Durmiente, pero trágica. O algo así.
Bueno, si por querer casarme con esa entidad similar a Golum, me ha ido como me está yendo, es mi culpa; eso me pasa por elegir la versión Galaor y no la Disney. Mejor me regreso a los cinco años, y espero a que algún día mi príncipe de sangre azul venga en su hermosisímo corcel blanco.
Quizás deba, en el fondo, asumirme como la próxima hermana de la Orden de los Hermanos de Alberto. Y llevar con orgullo mi hábito negro con capucha y toda la cosa (sólo me falta diseñar el 'logo' o escudo de armas de tal orden imaginaria). Si los príncipes y princesas son ficciones, mejor me invento una ficción que me haga feliz. Sea pues, monje (que no monja) de la Ordine Fratri Alberti. (Ok... merecían un post para que se los presentara... pero todavía no puedo diseñar el escudo de armas... además tengo que terminar de leer A Canticle for Leibowitz para ver si hay ahí una descripción. Eso sí: ya me quedó claro que el hábito es negro. Y es curioso: los diseñadores de portadas los visten a huevo de Franciscanos... pero a mi me late que Miller se los imaginó como Benedictinos: Miller participó en la destrucción de la Abadía Benedictina de Monte Casino en la segunda guerra mundial... o quién sabe...).
Total: alegóricamente hablando, tengo a mi hermosisisisisisisísimo príncipe azul, de sangre muy azul (bueno, un día encontré su árbol genealógico en Google, por lo menos tiene, si no linaje, sí algo parecido a pedigree de humanos). Y es príncipe porque es el primero de los primeros medievalistas (digo, recuerden, todo es alegórico acá).
Noble, orgulloso, hermoso, virtuoso... (recuerden: las haditas le dan al Príncipe Felipe la espada de la verdad y el escudo de la Virtud... ¿y eso qué? ¡ay no sé! pero esa película me inspiró para hacer este post)
Además tiene una hija que, con todo derecho es una princesa: cualquier niña de cinco años es una princesa hecha y derecha. Y debe vestir tules y coronas y sombreros de pico (o al menos tener una lonchera de princesas de Disney).
Yo también tuve 5 años. Y también era una princesa (seámos honestos: me gustaba ser la bruja de Blanca Nieves, pero esa es otra historia... era por puras razones histriónicas, eso sí... que agotaron a mi papá a tal grado -porque él era todos los demás personajes- que me grabó el cuento entero en un cassette).
Y un día mi Tía Blanca me hizo una corona de cartón y la cubrió con papel estaño, y me prestaron unas mascadas casi transparentes... era amarilla, recuerdo: y era mi velo real. Y me amarraron las agujetas de los zapatos en las pantorillas para que parecieran zapatillas de princesa (hice ballet durante breve tiempo antes, así que para mí las cintas al rededor de las piernas eran una cosa mágica de princesas principescas).
Y, bueno, a todo esto, yo sigo esperando a mi príncipe que veré en dos semanas... más me vale tener mi capítulo terminado...
Esponjita haciéndo méritos para su
a) Príncipe Azul
b) El abad de la Ordine Fratri Alberti
Todo dependen del mood con que me levante
a) Príncipe Azul
b) El abad de la Ordine Fratri Alberti
Todo dependen del mood con que me levante
PD: En la Bella Durmiente, hay una frase que hizo que me doblara de la risa. El príncipe Felipe pelea con su padre, porque, Felipe se ha enamorado de Aurora pero ni idea tiene de que es la princesa con la que lo quiere casar a la de a Ovo. Entonces él le dice a su padre:
"Estás viviendo en el siglo pasado ¡Estamos en pleno siglo XIV!"
(sí, también aplica para un defensor de las species intelligibiles)
Les dejo un pedacito del vals de la Bella Durmiente, según el doblaje mexicano de 1959. Que lo disfruten.
Incipit: ...nuestro cuento comienza en ese día feliz...
Y continúa acá (falta la parte en donde se explica cómo el príncipe pierde su capa roja, obviamente:
PD: Mi ataque de locura comenzó porque era incapaz de comprar un libro (la página estaba toda en alemán) y no sé qué cosa apreté que de pronto ya lo estaban mandando para acá... Antes acudía a Daniel para esos menesteres... pero él obviamente no me podía auxiliar ahora.
La cosa es que toda la tragedia del fin de semana comenzó con ese asunto. Pero antes de caer en locura total, pedí auxilio... Hoy recibí un correo ¡en inglés!... no sé... no quiero suponer nada... pero creo que mi auxiliador actuó como Príncipe en mi rescate... si fue así, ¡gracias! :)
2 comentarios:
Creo que hemos leído un Galaor muy distinto...
¿Quién se queda al final con la pobre de Brunilda? Como el único capaz de amarla era el coleccionista de monstruos se acaba casando con él, después de que ha muerto el caballero negro. Lo último que sale es una lágrima... ¿no basta eso para ser trágico?
La tragedia no es el protagonista de Galaor, pero sí de la vida de Brunilda. Ella es instrumentos para todos: para los personajes principales y para la novela en general. Su historia personal es secundaria. Pero todo se hace bajo pretexto de Brunilda. No por nada, se merece el final de la historia: es suya, al final...
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