17 abril 2011

breve

Lean la posdata de hasta abajo. Ciaus.

Cuando termine la tesis, escribiré una novela que ocurra toda en Dresde (es que hoy vi un programa de la DW sobre Dresde... ejem, sí: estoy en casa de mamá). Claro, ejem. Primero tengo que ir a Dresde. ¡¡¡¡QUIERO IR A DRESDE!!!!

No me culpen. El Epicureín (nitrato de Eudaimonina) me ha secado el coco.

Eso, vivir de frutilupis y traducir del alemán como si fuera griego (así, con diccionario, y persiguiendo los verbos –como si se hubiera ido la luz y a ciegas buscara la pata de la mesa para hacerme la idea de dónde está el refrigerador y todo lo demás–, y luego viendo frases absurdas con cinco o seis renglones entre el konjunktor y el konjugiert verben... o sea ¿de veras alguien puede hablar así? y encima de todo encontrar la famosa abreviatura bzw. y descubrir que abrevia este palabrón: beziehungsweise que, ultimadamente, se puede traducir por "o"... todo eso me hace pensar que si pensara en alemán, mi pensamiento sería un gran anacoluto... aunque estoy sospechando que ya lo es, quizás por culpa de los frutilupis o del Epicureín. Quién sabe)

Últimamente mis conversaciones giran al rededor de mis gatos. Que Chupacabras se escapó de la casa porque olvidé cerrar la puerta (¡¡¡!!!) y, sin embargo, volvió sana y salva en la mañana y yo ni en cuenta... hasta que vi la puerta abierta. Kualia, en cambio, se quedó mirando prudentemente desde adentro (sí, ahora es Kualia con 'K' porque la veterinaria no puede pronunciar 'Qualia'). Y que a quién le interesa que las intentiones y que las divisiones y que la manga ¿a quién?
Bueno. Por eso leo novelas (casi equivalente a verlas, seamos honestos): para tener tema de conversación. Pero ¡claro! lo único que platico de la novela es que sale una gatita que se llama boxeadora y que le muerde el botón de la pijama a la protagonista, que toma Cipramil y que, sin embargo, es la heroína y que resuelve misteriosos asesinatos. Y a diferencia de los protagonistas de Umberto Eco no es ni fraile ni filólogo, sino es abogada tributaria (¿?) y gracias a su habilidad de ser abogada tributaria (¿¿??) es capaz de resolver los misteriosísimos asesinatos en Kiruna, ciudad Sueca en la región de Laponia (ya saben: sol de media noche, noches de seis meses, auroras boreales... eso).

Y por eso muero de ganas de escribir yo mi propia novela. Mucho más interesante que las de Åsa Larsson. Digo, porque narra muy bonito eso de la nieve, y que la nieve nueva y que la nieve dura, y que el aire helado, y que más nieve aquí y más nieve allá... y que una recibe un correo de Mr. Tal y entonces lo lee veintisiete veces y se tarda 4 horas en redactar la respuesta. Bueno: al final el tal Mr. Tal le hace caso. Pero era justo: en la primera entrega de la novela le rebanan la panza con un cuchillo y a penitas se salva, y en la segunda termina loca tomando Cipramil en una clínica psiquiátrica (supongo que, además de la nieve, ese es otro personaje omnipresente del cine y la literatura sueca: los psiquiátricos)... que Mr. Tal le haga caso... ¡Måns! ¡se llama Måns! bueno: Måns le hace caso.

Pero yo quiero escribir una novela. No una donde me ponga de autobiográfica (o sea: Åsa Larsson es abogada tributaria (¿¿¿???) y lo único que se le ocurrió fue hacer a Rebeka Martinsson abogada tributaria (¿¿¿¿????). Claro: el protagonista de El péndulo de Foucault es Filólogo. Pero ahí tiene más chiste el asunto: por lo menos investiga a los Templarios. Y de todos modos el protagonista más policiaco de Eco es Guillermo de Baskerville. ¡Anden! ¡Algo por el estilo!.
Claro, no me pondría yo a defender a los nominalistas. No. Tendría que ser un misterio que se resolviera con pura óptica. Y mi protagonista se llamaría Rogelio Tocino.
No. Tampoco. Por alguna razón la historia de la Edad Media no me llama mucho la atención. Y lo peor es que se supone que es mucho más interesante que las partes históricas que sí me interesan. Díganme, por ejemplo ¿Qué carajos tiene de interesante la época desde Diocleciano hasta Rómulo Augústulo? Pero ahí me tienen escribiendo el cuento de Valerio.
¿Recuerdan ustedes? el Valerio original se llamaba Quinto Valerio Crisipo Macrobio (nótese que en ese entonces todavía no dejaba a los neoplatoniquitos... ¡ay Escipión!).
Pero... ¿El siglo XIII?
Bueno, ya compré el libro de un francés que daba clases en Chiapas sobre el Feudalismo. La hipótesis detrás de todo es simpática: los americanos somos el broche de oro del feudalismo. Vaya. Quién sabe. Ok. Me sorprendió que exista todo un discurso justificatorio de por qué en México debemos estudiar la Edad Media. Y está todo bien argumentado y toda la cosa. Y ¿quién lo duda? Y ultimadamente mi único argumento siempre ha sido: si los alemanes son mayistas y hasta el Códice se llama Códice Desde ¿no puedo ser yo medievalista y estudiar los códices de un alemán? últimadamente, digo yo.

En fin. A lo que iba. Yo quiero escribir una novela. Y no, no quiero ser copiona con Umberto Eco y hacerla de unos monjecitos del siglo XIII (bueno, los de Eco son del XIV, pero ¡que les digo que mis héroes serían unos ópticos y muy, muy realistas!). No. Mi historia tiene que ocurrir en Dresde. Y sí. Justo antes, durante y después del ultrafamoso Bombardeo de Dresde. O sea, en plena segunda guerra mundia. ¡¡Yo qué culpa tengo que se me haga más interesante la WWII que el imperio de Carlo Magno!!
Y que tenga muchos misterios que haya que resolver. Y que tenga muchos protagonistas (si no no sería una novela, sino un cuentote... y para curarse de tal acusación, parece que Åsa Larsson trató de meter muchos protagonistas en la tercera novela, y le salió del nabo, porque al final la conexión de todos los personajes era exageradamente accidental).
Y será una novela donde nieve mucho (claro: además de Dresde tengo que conocer la nieve).
Y por supuesto uno de los protagonistas será un apuesto joven que tiene muuuchas aventuras (¡no de esas aventuras! ¡¡¡obviamente la parte mía que quiere escribir una novela tiene 12 años!!!!) Y será un héroe trágico. ¡Ultra trágico! Y la novela tendrá un final tipo Cien años de soledad: ni fu ni fa sino todo lo contrario. Sin moraleja, sin mensaje alentador, sin nada de eso. Será tres veces más gorda que La montaña mágica.
Es más: lo único que sé de mi novela es que el joven apuesto muere sepultado por la nieve camino a Stalingrado. Y que mientras la nieve lo va cubriendo se oye el segundo movimiento de la séptima sinfonía de Bétofen. Que él era músico, obviamente. ¿Pianista? ¿o buscamos un instrumento más interesante? ¿clarinete? ¡no! eso si fuera jazzista.... mmhh... ¿el oboe? Nein. Tiene que ser un instrumento que quepa en la mochila de un soldado.
Y sí. También... tendrá muchas capas temporales. Un ancestro suyo, luego sus nietos, luego un misterio que tarda varias generaciones en resolverse...

¡pero qué buena reseña de mi novela inexistente aún! ¡excelente! ¡se ve muy buena!

¡¡¡pero yo tengo que terminar una tesis, ir a Dresde, ver nevar Y DEJAR DE COMER FRUTILUPIS Y EPICUREÍN para poderme concentrar!!!!!

Quiero escribir esa novela...
...Quiero poderla inventar.

Esponjita psiquiátrica.


PD: La ventaja de la ambigüedad del castellano, es que puedo algún día hacer un post que se llame "Mis aventuras con el Alemán" y tendrán que leerlo para averiguar si conocí a un alemán con quien tuve muchas aventuras, o si les estoy platicando la aburrida historia de cómo descubrí que zwar solito exige una oración con verbo, pero und zwar no, y cómo eso me hizo perder muchas horas. *sigh*

2 comentarios:

Felicidad Batista dijo...

Esponjita, leo, después de algunas semanas de no acudir a tu blog (cosas del tiempo, el estrés y las disculpas fáciles) que estás dispuesta a escribir una novela de Dresde. ¿Por qué no? Dresde es una cuidad, doy fe, preciosa. A mi en cambio, me gustaría hacerla en Guanajuato, un verano estuve en tu país y desde esa fecha lo llevo conmigo. Leí Aurora boreal de Larsson en un trayecto de avión Canarias (Tenerife) a Londres y cuando cerré el libro dije ¿y esto se publica? La última novela de Eco, "El cementerio de Praga" es altamente recomendable. Claro que cuando terminas y compruebas como escribe este autor te preguntas ¿algún día, en otra vida, haré algo siquiera próximo?.
Cuando estudié alemán me recordó el griego que aprendí en la secundaria, por las declinaciones y esa regla de unir palabras para conformar otra mayor. Son dos lenguas que me encantan.
Para terminar, como estamos en la semana del día del libro (23 de abril) te sugiero "El oficinista" de Guillermo Saccomanno es muy buena.
Esponjita es un placer leerte, espero seguir haciéndolo en castellano.
Un abrazo

Esponjita dijo...

:) un placer tenerle por acá. Casi se me acaba la pila, pero volveré pronto para platicar un poco. Ahí tengo en la mesita de noche "el cementerio de Praga" esperando a ser descelofanado (o sea, quitarle el celofán) en cuanto termine mi super capítulo de la tesis. Y apuntadísima la recomendación de Saccomanno. Muchas gracias y un gran abrazo...