26 junio 2011

¿Entonces tiramos a Alberto a la basura?

¡Maldito Alberto!

¡Sus colores acaban siendo propiedades emergentes2! (uso la terminología de Searle: donde las propiedades no pueden explicarse causalmente por las partes del sistema)

¿O dónde me perdí? ¿qué carajos no entendí?

¡Patrón de los científicos naturales! ¡Ilumíname! (total, el que anda oscureciendo mis caminos eres tú y tus propiedades emergentes coloridas).

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La cosa funciona así. AristóNteles dice que la causa del color en la materia son las "cualidades simples" es decir "calor, frío, húmedo, seco". Las importantes son 'calor-frío'. El calor produce blanco y el frío negro.

Y el germano de Alberto dice sabiamente ¿ah sí mano? ¿y la Nieve?

Schnee ist weiß und kalt...

Pero ya antes Alberto desgastó a esponjita con un montó de pruebas de que la luz no es idéntica a los colores. Se seguirían muchos absurdos: uno lógico y un empírico.

Empírico: Cuando apagamos la luz la manzana sigue siendo roja.

Lógico:

(1)Si la luz fuera la esencia de los colores, sería la esencia del blanco y del negro. El blanco y el negro son cualidades contrarias. Entonces la misma esencia sería contraría a sí misma (quod est falsum)

(2) de (1): El blanco no es tampoco la presencia de la luz y el negro su ausencia. La ausencia es privación; y la privación de algo no es su contrario.

De ambos argumentos (el empírico y el lógico) Alberto concluye que el ser material de los colores no es la luz sino cierta disposición de los cuerpos. Y, como dijimos, parte del postulado aristotélico de que la causa del blanco es el calor y la del negro el frío. Pero se topa con la alba y fría nieve...

Lo primero que hace Alberto es demostrar que, aunque el calor y el frío son causa del negro y el blanco, no lo son simpliciter, es decir, no sostienen una relación de identidad:

El calor de un cuerpo destruye el frío de uno adyacente, pero lo blanco de un cuerpo no destruye lo negro de uno adyacente. Luego: si el calor es la causa necesaria y suficiente del blanco, entonces el blanco debería tener las mismas propiedades causales del calor. Pero no las tiene. Entonces no son idénticos.

¡Bien! y ¿entonces en qué excede el blanco al calor?

La solución de Alberto es la que, o es horripilante o no entiendo.

Las relaciones entre calor, frío, húmedo y seco explican cómo se relaciona la luz con el cuerpo coloreado. Vuelve al ejemplo de la nieve: lo que ocurre es que el frío está relacionado con lo húmedo, y lo húmedo con el agua (symbola, dice). Entonces latrasparencia permite que la luz penetre en el cuerpo y se ve blanco, a pesar de ser frío. Pero entonces ¿cómo algo oscuro puede ser frío? ¡Fácil! porque lo frío coagula y ello impide la entrada de la luz.

¿Notan que, según mi reconstrucción, Alberto se está contradiciendo? Lo negro se vuelve privación de la luz y lo blanco su presencia.

Y hay más.

Alberto menciona procesos mucho más complicados. El ejemplo me parece bello y lo traduje nomás por bonito.

Alberto explica los cambios de color que sufre una flor quemada por la escarcha en invierno:

Y, de nuevo, es lo frío que hace huír el calor hacia la profundidad [de un cuerpo] que al ser multiplicado en la profundidad de éste, inflama e incendia a lo húemdo, y finalmente evapora lo húmedo, incendiando las partes de tierra, y así sólo queda el color negro, así como es evidente en las flores a las que cubre la escarcha en el árbol; pues el calor natural huye hacia la parte interna de la flor e inflama lo húmedo, y por ello la flor que cae primero se pone roja en la parte inferior donde se une a la rama, y después se pone negra cuando se evapora lo húmedo, porque entonces no queda sino la tierra quemada. (Alberto Magno, De homine, ex ed. Anzulewicz, p. 171, ll. 22-37)


El calor natural de la flor es empujado hacia su centro por la escarcha fría. Entonces se acumula y se incendia. Y por ello la flor se ve roja (el proceso de por qué aparece el rojo, de algún modo, lo explica más adelante: tiene que ver con las reglas de combinación entre blanco y negro –de proporción aritmética, las llama–). Pero luego, la combustión hace que la humedad de la flor se evapore, y lo único que queda es la 'tierra' elemental: el producto de lo quemado. A partir de lo dicho antes, como la luz ya no puede entrar en el cuerpo de la flor, entonces es negra.


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Bueno esponjita... y ¿qué te preocupa de todo esto?


¡Ay! y más ¡ay!.


Alberto distingue entre el ser material del color y el ser formal. El ser material es toda esa explicación que dio: las combinaciones y proporciones entre las cualidades simples. Y ¿acaso no son una especie muy rara de propiedades emergentes –pues son producto, primero, de la combinación de los elementos, y luego, los colores intermedios son producto de las proporciones entre blanco y negro–? Pero ¿tienen alguna esencia?


Eso es importante. Porque entonces la luz va a entrar en juego. Ella va a 'abstraer' al color de la materia (recuerden la etimología de abstraer: extraer) Lo extraído será el ser formal del color. Y eso es lo que vemos...


Por eso era fundamental demostrar que luz y color son diferentes. Pero... ¿ven lo gravísimo de la contradicción? Y no sólo eso: esta teoría deja sin dar cuenta de la verdadera naturaleza del color. Habla de las condiciones y causas del color, pero algo se escapa siempre: justo eso que será abstraído y que, luego, será visto.


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¿Ven? Si Alberto se queda con sus propiedades emergentes y no da cuenta del gap... no está mejor que los filósofos de la conciencia contemporáneos... con la única diferencia de que el gap está "afuera" del alma...


Y entonces sí, como dice Buryeat: mejor lo tiramos a la basura junto con Aristóteles, los dualistas y los defensores de los Qualia.

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