30 julio 2011

Descubrimientos

Hay que distinguir entre sensación y percepción. Mi capítulo III (que quizás se vuelva el dos) trata de la percepción. Mi capítulo II (que quizás se haga el tres) trata sobre la sensación. El sujeto siente. ¿Qué sujeto? Pues ¡ése! ¡ése misterioso sujeto cuyo substrato –subiectum–) es capaz de sentir.
El meollo de la naturalización de la intencionalidad no tiene tanto que ver con la naturalización del procesamiento de las sensaciones (lo que sería la percepción) sino de dar cuenta, en términos 'científicos', i.e. naturales, de ese extraño sujeto que puede sentir. Eso que sería un epifenómeno, o eso que supervendría, o eso que se pegaría con la vil y burda materia mediante la glándula pineal (¿o cuál era?) –el vermis de los escolásticos– es... ¡el sujeto cognoscente!. Un subiectum tal que, a diferencia de la cera o la plastilina, siente.
Pero hay un gran asunto... ¿por qué la sensación en Alberto lleva junto-con-pegadas propiedades semánticas? Searle, con su experimento mental del cuarto chino, lo que quiere demostrar es que las propiedades semánticas son algo que se siente... y que por eso sólo el mágico subiectum cognoscente es capaz de sentir el significado de las palabras. Con Alberto, si bien las propiedades semánticas (por llamarlas de algún modo) de las species que representan individuos ya son algo que procesó el alma, las propiedades semánticas de los colores (sentir el 'rojo' como 'rojo') es algo producido por la naturaleza misteriosa de la species del rojo (que existe fuera del alma) y del sujeto sensible capaz de recibirla. Eso... eso es lo super interesante de mi capítulo: la 'materialidad' semántica de las species.
Sí, suena raro. Todavía o hallo exactamente cómo explicarlo. Pero al menos haber dado con la distinción básica (¡ay la baba de la esponja!) entre sensación y percepción me permite postular algo fundamental:
Aristóteles en el De anima lo que hace es describir el proceso de la percepción. Ok. Pero la sensación es un presupuesto no explicado. La diferencia específica del alma sensible es eso: la capacidad de 'sentir'. Lo que ocurre es que en el "recibir la forma sin la materia" se está presuponiendo que el alma sensible, por el tipo de sujeto que es, la recibe de modo 'sensible'. Lo que hace Alberto es dar cuenta del proceso 'natural' que explicaría por qué hay unos sujetos 'sensibles' y otros sujetos, como las piedras, que no lo son.
Ahí opera una intuición maravillosa: aquella que hace que Kripke termine 'Naming and Necessity' hablando de que Dios se tomó más trabajo para pegar cerebro con Qualias.... aquella que hace a Chalmers construir una disertación bizantina (asesor llamola así) sobre cómo Dios se tomó todo ese trabajo... aquella que rechaza Dennett y aquella que hace del 'cuarto chino' de Searle tan convincente. Aquella, creo yo, que está detrás de la búsqueda de la distinción entre la inerte cera que no se 'percata' (no tiene awarness) de la forma que recibe, y del alma, sujeto cognoscente, que sí.
Luego de leer a Dennett me quedó la sensación (¿la intuición?) de que quizás tal intuición está tan equivocada como aquella que insiste en que el Sol es el que le da vueltas a la tierra. ¡Quién iba a decir que Alberto Magno me iba a llevar hacia los Churchland!... o a devolverme al monismo de Plotino que, a fin de cuentas, hace de la intuición de la sensibilidad el pináculo, materia y substancia de toda la realidad... ζῶη

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Hoy en terapia salió mi super yo. Y ¿qué creen? Quedó representado como una madrastra malvada que vuelve noche la mañana, que lleva una capa negra y le quita lo placentero a la vida. Luego les cuento: ese descubrimiento también fue grandioso. Hoy fue un día muy productivo...

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