19 agosto 2011

ix

La leo (píquele acá). Muero de envidia. Escribe. Su escribir está vivo. No, no es precisamente envidia porque lo que al que se envidia se odia, y después de leerla, la amo (amaba entonces su ombliguito, pero era un ombliguito twittero. Y el twitter es bueno para aforismos, pero luego los tuits de tanta gente me hartaron y dejé tuiter...)
No sé si sea el exceso de cigarro o la falta de marihuana (que fumé una vez en la vida y que asumo que no fumé bien, porque ni me enteré) pero ahora las ideas salen trabajosas, como si les hubiera dado artritis o algo así y como que éstas no son horas para que las ideas se pongan viscosas porque de ellas depende tooooodo lo más parecido a un futuro. O de menos que lo que hago resulte divertido.

Es hueva. Es pereza, son las ideas viscosas las que han transformado este blog en un vertedero de hechos y sucesos. ¡El higoanalista tiene la culpa! Llego al consultorio a dar fe de todo lo que me ha ido ocurriendo. Ello implicaba una estúpida descripción de los hechos y lo que provocaban. Pero luego todo quedó en los hechos y pequeños comentarios marginales y moralinos. Así murió el blog: tratando de dar cuenta de las particularidades de mi alma terminé por darle cran a lo que de universal deben tener tantos discursos.

Y por hablar demasiado terminé por no decir nada. ¿A quién acusar? Se me acabó el estilo, las ideas se hicieron chiquitas y los párrafos grandes. Y ahora me pasa lo que no pasaba cuando la los músculos de la mano se cansaban de llenar y llenar libretas: me canso de escribir. ¿Se estarán muriendo las neuronas? ¿las ideas se van atrofiando, les va dando esclerosis por miedo a quién sabe qué descosimiento?

No hay futuro. No hijos, no marido, no futuro. En el nuevo trabajo me pidieron el último estado de cuenta de mi Afore. Mañana tendré que rogarles que me expliquen con qué se come eso. Mañana me enteraré que para mi vejez he ahorrado, con suerte, 50 pesos. Por eso fumo: para evitar la vejez.
Pero ¿qué caso tiene evitar la vejez cuando uno vive lentamente? Leo el blog de ixcolai. Me queda muuuuy claro que ella vive rápido. O no rápido: pero vive todo lo vivible. Yo no. De pronto me descubro sentada en la cama, abstraída pensando en la inmortalidad del cangrejo, o sin poder salir de la casa porque me he lavado los dientes a medias, me peiné a medias, tengo sólo un calcetín puesto, y comienzo mil tareas y no puedo cerrarlas... es como hablar dejando paréntesis abiertos. Es como vivir en anacoluto constante (¡anacoluto! ¡el Asesor encontró un anacoluto!)...

Y luego digo, ¿y el futuro? El futuro es muy importante. Es necesaria la lavadora, la hipoteca, todas esas cosas que se ven con desprecio antes de los treinta porque uno es fuerte, con pulmones anchos y uno no se percata de que la vejez pasará la factura y todo esto terminará con volver, sin nada y con la cola entre las patas a ningún lugar.
Y luego uno se pregunta cómo se imaginaba el mundo el compañero de generación que ahora tiene plaza en el IIFs, familia, casa, mujer e hijo. ¿Cómo fue, paso a paso, construyendo un futuro? Y no podemos llegar y reírnos de su vida pensando en lo aburrido que es seguir paso tras paso, pues es filósofo y filosofa y le pagan por filosofar. Y para hacerlo requirió de agallas y disciplina y enfrentar lo desconocido.

¿Y yo? ¿en qué estaba pensando mientras perdía el camino y me ponía a aprender inglés y griego? o hebreo que ya se me olvidó y sigo sin entender en qué abonó para el futuro ¡y qué más da que abonara algo? ¡fui feliz! y ¿ahora? entonces uno descubre que todas las felicidades pasadas lo son en virtud de volverse una especie de inversión del futuro. O no sé. No sé.

Me canso de nuevo de escribir, de pensar. Tengo que despertarme en cuatro horas. Desde hace algunos años no dormir ya me cobra facturas muy altas. Pierdo la calma, pierdo la lucidez, pierdo... más bien pedí la juventud.

cansada. cada vez párrafos más pequeños.

En el fondo me preocupa haber pasado más tiempo viviendo en mi imaginación que en el mundo de afuera. Vivir en mi teatro cartesiano, lleno de espejos que sustituyen gentes, palabras, miradas. Y luego un día me expulsarán de mi propio teatro porque no habrá doctor para mi cáncer de pulmón ni cama donde seguir soñando y soñando. Y no habrá un deus ex machina que me rescate. Puro miedo el mío. Miedo.

(soy chiquita y temerosa)

Pero hoy vi al Asesor (bueno, a estas horas ya es ayer). Y la realidad se materializó en un montón de promesas y la firma del asesor. Y...

y ya me cansé de escribir definitivamente.

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