27 octubre 2012

Exorcismo

Y Bitty vino en mi auxilio y me dijo algo muy cierto: Huiste. Y si uno huye es porque algo pone en riesgo su integridad. Y yo pensé en la ovejita que huye ante la presencia del lobo...

Si me la pasaba dormida, dijo correctamente Bitty, lo que ponía en riesgo mi integridad estaba adentro de mi. Pero era un Lobo el que me hizo pegar la carrera hacia dentro de mi. Y es que... les contaré.

Cuando lo conocí (y luego de haberme caído gordísimo la primera o segunda semana de clases), me comenzó a parecer alguien muy interesante. Yo venía embobada del curso de Casati sobre la percepción, los objetos de Spelke y eso. Y estaba metida con lo de las percepciones accidentales con Birondo. Y, además, mi tesis iba a ser sobre la relación entre Uno y Noûs en Plotino vía Alejandro de Afrodisia y sus muchos intelectos. Y entonces todo eso un día se reveló en una magistral clase, dada en exclusiva para mi, sobre las ovejas temerosas y los lobos que emanaban de sí intentiones... 

Una vez enamorada de los lobos y las ovejas, lo demás se siguió naturalmente: lo idealicé. No es que lo considerara perfecto. Yo lo hice arquetipo de lo que yo quería ser. Yo quería ser así, como él. Y ahí me tienen: aprendiendo latín –yo, que lo que sabía era griego– y, lo más terrible de todo, tratando de aprender alemán. Alemán... yo, que no pude ni con el inglés para la ponencia del Aquinas and the Arabs. 

Cuando vi la distancia descomunal entre mi arquetipo y yo, se me doblaron hacia atrás las rodillas y me derrumbé. Huí, huí de mi propio arquetipo. Y eso era huir de mi. Me ¿disolví?

Pero puesto que la disolución es un cambio físico, he aquí que me he vuelto a formar. Y he aquí que estoy a punto de acabar esa tesis. Quedará para el domingo en la noche. Este domingo. 

Son las 4:30 de la mañana del sábado 27 de octubre de 2012. 

Patria o muerte;
Venceremos


Comencemos con el exorcismo (que ha eso hemos venido)

Y bueno, sí: así de encandilada estaba: "De magistro" escrito en septiembre de 2009
Y el siguiente post, para mi sorpresa, es éste: "Mano".
Y ya... el otro se los tendré que transcribir porque estaba en el blog secreto que, por cierto, ya fue desaparecido. Y, en el fondo, al publicar por primera vez en Utitadixerim ese poema (escrito en marzo de 2009) doy por concluído... no sé qué queda concluído, pero expurgo lo que habría que expurgar, y exorciso lo que  había que exorcizar para terminar por fin la tesis.

En el fondo, si leen la última línea del poema "De magistro", al expurgar esto que estoy expurgando, estoy logrando la trascendencia (ésa, de que hablo ahí).

Bueno, y antes de proceder al exorcismo, habría de contar algo que me aclaró Bitty. Yo le decía que las feas tenemos complejos diferentes a las bonitas (Bitty tiene complejos de bonita... porque es bonita). Y, sin querer, caí en cuenta de que, quizás conciente, quizás inconcientemente, de pronto mi Demiurgo se encargó de quitarme mi complejo de fea. ¡Hasta eso! ¡hasta eso! Por ello, aunque el poema de Mano se lo escribí a... ya saben quién, la dedicatoria se la queda ahora mi Demiurgo: me devolvió la fe en mi.

Lo que no le quita ni un ápice al Lobito de lo que hizo por mi: me devolvió la fe en la filosofía. Lo que hizo en realidad y como asesor... y lo que hizo fungiendo como arquetipo.

Bueno, procedamos al exorcismo:

Ante ustedes mi poema favorito en el mundo mundial escrito al asesor en aquellos tiempos en que no era ni de lejos, ni de pensarlo si quiera mi asesor... si lo conocieran en persona, no me culparían: es bueno como el pan, y está idem.

(Sobra decir que, en aquél blog, la imagen que encabezaba el texto era el David de Miguel Ángel)


Hombros

Desde la punta redonda del torneado dedo, 
pulcramente pulidos los nudillos, 
luego la dorada alianza 
(prohibitiva y salvaguarda 
que engarza al portento entero), 
y luego, 
la muñeca fina 
y el blanquísimo dorso 
y la blanquísima palma, 
luego los redondos brazos, 
en el verso la marca del Sol ecuatorial 
y el anverso de genética albura de nieve, 
y luego los redondos codos y, 
luego, 
los níveos antebrazos de factura marmórea, 
yo lo veo. 

Se ocultan, por pudor bajo la tela, 
los invencibles hombros.

—Paloma


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