10 febrero 2014

Del proyecto y Quine.

Ya volví.
(y sí, sigo publicando en Tumblr... allá sigue el rollo higológico (ya saben: sicología es eso). Acá les traigo el rollo tesístico).

Al blog, de la psicóloga... 
Es curioso. Venía pensando en todo lo que tenía que escribir y, ahora, como que se me chorrearon las ganas por quién sabe qué agujero. 

Ahorita estoy leyendo a Quine, el artículo este de la Epistemología Naturalizada. Lo que estoy buscando es entender cuál es el proyecto que derivó en la discusión de los contenidos no conceptuales y su presencia y función en los animalitos no lingüísticos. Me gusta mucho la idea con la que cierto ahora asesor mío, en aquellos tiempos, sedujo a mis orejitas filosóficas: es posible poner a discutir a los medievales con los contemporáneos. En particular poner a discutir a Ibn Sina con Bermúdez, por ejemplo, o con Dennet y Searle. 

Y entonces me di cuenta que para entender bien bien la diferencia entre los temores de las ovejas avicenianas y los temores de las ovejas albertinas, tenía que entender de qué son pieza esos temores. O mejor dicho: el problema que pretenden resolver las intentiones avicenianas es distinto del de las albertianas y –ahora sí que– la causa final de una intentio como objeto teórico, dice mucho, pero de veras mucho, sobre su naturaleza exacta (y dice mucho de para qué debe servir aunque no nos diga cómo consigue servir para lo que se supone que debería... pero esos son más bien problemas de la teoría). 

Bueno. El caso es que, efectivamente, hay algo en lo que se parecen mucho el proceder de Avicena y el de los animalistas no conceptualistas intencionalistas contemporáneos: el uso de los animales al momento de internarse en el problema de la formación de conceptos y la experiencia que se tiene del mundo. ¿Por qué ir a los animales? ¿Por qué apelar a Galeno, por ejemplo, cuyos métodos son clínicos, es decir, más observacionales que deductivos? 

La apelación a los animales depende, curiosamente en ambas épocas, de dos presupuestos totalmente distintos pero que concluyen lo mismo: que existe una gradación entre todas las criaturas, ya sea por la evolución, ya sea por la jerarquía de la creación. No importa la razón: resulta que todos tenemos ojos, oídos, cerebro, y al parecer reaccionamos de maneras similares da los estímulos. Por otro lado, a ambas épocas les pareció obvio en qué nos distinguimos de los animales: ellos no hablan, nosotros sí.

En cambio, la apelación a Galeno y a los médicos depende de la saludable relación de la filosofía de corte Aristotélico con las ciencias biológicas... tan saludable, aunque más ingenua, que la que tienen los filósofos de la mente contemporánea con los 'cientistas' cognitivos de estos tiempos. 

Y ¿en eso se parecen? Pero ¿cómo se pueden parecer si los presupuestos de sus filosofías de las ciencias y sus epistemologías son tan radicalmente diferentes? ¿Lo son?

John McGinns tiene aquél artículo donde dice que en Avicena hay, más que fundacionismo (la lectura clásica de Analíticos Posteriores –y que yo leí en Terence Irvin) hay una epistemología naturalizada. Y entonces aquí les explicaría porqué, pero me di cuenta que tenía que entender qué era la epistemología naturalizada para explicarles. 

Pero en algo tiene razón claramente, y todos estamos de acuerdo: a penas abre el artículo y McGinns nos recuerda que entre Avicena (y Alberto, obvio) y Quine hubo una época oscurísima donde la metafísica fue humillada y el a priori como fundamento de todo conocimiento, como estrategia para vencer al genio maligno de Descartes, rigió invicto. ¿Qué es lo que entra en crisis, entonces, en la época de Quine, y que aún no existe en el siglo XIII y XIV? 

Vamos: eso es suficiente material para sospechar que el modo de plantear y resolver los problemas, tanto en el agitado s. XIII como en los hippiosos 60's, tienen alguna fuerte relación entre sí. (me acordé de eso de que Tomás andaba metido en huelgas estudiantiles... ok. Pero no exageraré con las coincidencias). 

Pero sabemos que, por el otro lado, los presupuestos son muy, muy diferentes. Mientras leo a Quine me queda claro que él es una reacción a Carnap quién, a su vez, ya había asumido el triste destino del empirista de no poder obtener, de la percepción sensible, la certidumbre que busca el epistemólogo, ni la fundamentación de nada. Pero en la época de Alberto y, no se diga, el platónico Avicena, ¡ése no parecía un problema! ¿o sí?

No, no sé. 

¿Hay un problema atrás? ¿Aún más básico, que sea el mismo y continuo desde Analíticos Posteriores + De anima (la suma de McGinns) hasta Richard Heck explicando porqué McDowell no le entendió a Gareth Evans? Y, en esa historia ¿la época que va desde Descartes hasta donde alcance el neokantismo, es más bien una excepción, y al terminar ese oscuro periodo la ciencia volvió a tentalear su seguro camino, el camino de la Diosa

Eso último ya está muy fumado. Pero espero que se vea con más claridad por qué emprendí la lectura de Quine y sobre la naturalización de la epistemología. Quiero distinguir claramente entre el programa al cual pertenecen ciertas teorías, y las teorías mismas. Porque ¡AHHHH! 


EL DESCUBRIMIENTO DE HOY. 

Según Quine, el programa de Carnap se viene abajo cuando trata de traducir, esto es, reducir el discurso que da cuenta del tiempo y el espacio físicos a su nuevo lenguaje. 

¡¡¡SÍ!!!

Si entendí bien, así merito como le pasó a Alberto, que tampoco pudo reducir, a sus intentiones representadoras pero carentes de lo representado, a la izquierda y la derecha. 

EN RESUMEN:

Es importante ver si los programas coinciden o no coinciden. Si no coinciden, no hay bronca, pero al conocer cada programa podremos, al menos, evitar al máximo el riesgo de lecturas anacrónicas. Y aún si no coinciden en nada, algo tenemos por seguro: los problemas de Aristóteles, Avicena y Alberto son los mismos problemas de todos los demás: la fundamentación del conocimiento empírico del mundo... ¿no? 

***
De lo demás me da hueva hablar. 
Sí, me está pegando durísimo. 
¿Qué me estaba pegando durísimo?
No tengo idea. 
Fui a la psicóloga. 
Estoy 'analizando' seriamente ir al psicoanálisis. 
Y me urge terminar de plantear el proyecto para ver al Asesor. 
(quién, por cierto, tiene la culpa de mi más reciente adicción). 

Y del asesor, pero per accidens
Me urge volver a alemán. Se me está olvidando feamente. 
Con el árabe no pasamos del alifato: sí está muy perro el asunto. 
Mi único pretexto para ver series gringas es practicar el inglés. 
Pero no sirve tanto: nomás estoy aprendiendo mentadas de madre. 
El inglés de Quine es bellísimo. Creo que me pondré a practicar 'Quineano'.
Volver al griego, al latín. 
Se me va a hacer Babel el cerebro. 
Pero bueno. Ya veremos. 

Ya veremos... 

Esponjita

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