30 mayo 2014

Los taxistas filosóficos

¿Pero qué hace un taxista
seduciendo a la vida?

No es una fábula a pesar de que del género al que pertenecen mis personajes suele predicarse el ser animal. Pero de ellos, no.


I El taxista relativista:

Ocurrió que el taxista que me atendió aquél día, me aventó un ejemplar de esos periódicos cuya portada es compartida por una mujer de formas turgentes en prenda ligera, y un cuerpo destazado y sangrante. Me ofendí un poco e incluso temí por mi seguridad: ¿ese desparpajo sería acaso seña del estado mental de mi conductor? Pero no. Insistió en que, a pesar de todo, el periódico decía cosas muy interesantes las cuáles procedió a describir. La única que me llamó la atención era el horóscopo que me pronosticaba conflictos familiares y económicos, pero un asenso en el trabajo. De la astrología pasamos al cuántos años tienes, te ves re-chiquita (yo hacía acopio de valor y contestaba lo más campechanamente posible) ¿vas a la escuela? y dije sí, pero a dar clases y ¡ya sabe lo mal que nos pagan a los profesores! (subaudit: ¡nada, pues, puede robarme ¡oh caballero!) Pero el tipo no era un loco, asaltante violador enloquecido, sino un troll de la vida real, de lo que pude darme cuenta cuando comenzó con comentarios misóginos sobre lo berrinchudas que son las mujeres. 

No sé cuál es mi súper poder mágico súper oculto, pero no me indigné sino que, con dos o tres ejemplos, conseguí demostrarle que los hombres se emberrinchan igual pero no a gritos, sino de maneras igual de infantiles. Aquello pareció ganármelo: sí, cuando me hacen enojar, comienzo a portarme sarcástico.

Se rompió el hielo... o el erizo que había desayunado gallo, decidió guardar las espinas ante su infructuoso intento de provoca ira. 

—Estudio y enseño filosofía (suena a biografía presuntuosa) 
—¿y eso qué es, para qué sirve, de qué trabajan

Pues tuve que preguntarle que qué creía que hacíamos... y la respuesta fue honesta: 
—"piensan en los sentimientos, en las emociones de la gente... cómo sufre uno..." 
—Pues ni sí, ni no sino todo lo contrario... usted habla de la psicología... aunque en cierto sentido también de eso nos ocupamos los filósofos. 

silencio

—También estudiamos metafísica
—De eso he leído
—Pero no, no de esa metafísica... de esa no estudiamos los filósofos, de esa que venden en el Sanborn's, aunque sí... es nuestra culpa que exista eso (Cf. Jámblico). 
—Bueno, he leído libros: sobre cómo ser feliz: esa metafísica. 
—No, la que estudiamos nosotros es una cosa muy aburrida: ¿cuál es la relación entre el todo y la parte? ¿qué es el tiempo? ¿las cosas posibles existen de alguna manera? ¿existe o no el hubiera? Son cosas muy técnicas, muy aburridas. Aburridísimas ¡Qué es el ente en cuanto ente? ¿Por qué el ente y no más bien la nada? ¿ve? cosas aburridas. 
—Pero yo creo que eso depende de la mente de cada quién...

...de cada quién...

—¡no, no! ¡fíjese lo que acaba de hacer! ¡acaba de hacer una generalización brutal! ¡TODO depende de CADA QUIÉN! Lo que usted afirma, para que tenga sentido, debe ser universal y no depender de cada quién... 
—Bueno, es que todo depende del ambiente de la gente. Por ejemplo: la chica caprichosa y berrinchuda. 

(nótese la sordera... pero era imperioso salir del atolladero lógico para expresar la idea que quería comunicar)

—fíjese: puede tener los mismos papás que su hermana, pero ella no es berrinchuda. No sólo depende todo del ambiente en el que uno crezca, sino de su propio modo de ser. 
—De su constitución ¿no? De su temperamento. De cómo está hecha ella ¿no?
—Sí, exacto... y como las condiciones en que cada persona existe, a saber su historia y su constitución, son diferentes, nadie puede pensar igual en las cosas y para cada quién las cosas son diferentes. 
—¡¿Pero no ve usted que pretende haber descubierto la RAZÓN UNIVERSAL de porqué nadie puede acceder a LO UNIVERSAL?!

Lo increíble: guarda silencio durante dos cambios de taxímetro. Finalmente contesta: 

—es que usted no sabe qué tipo de gente me ha tocado ver... vatos muy agresivos, muy locos. Y yo los escucho. Y cuando se dan cuenta de que no los juzgo y de que los comprendo, le bajan al mame, y hasta se puede platicar con ellos. Y así con toda la gente... la cosa es detectar qué broncas traen, calcular de qué ambiente vienen, y ver, sobre todo, cómo son...
—¿Cuál es su temperamento?

Silencio.

—Apenas terminé la prepa. Tengo 40 años. 
—¡Pues la terminó, oiga! ¡no cualquiera! 
—¡Pero ya tengo 40 años!

(subaudio: lástima que sí está feo)

—Yo quiero estudiar filosofía... 
—¡Pero usted afirma que cada quién cree según sus circunstancias! Va a odiar a los filósofos. Son mamones, aburridos, y sólo se dedican a cosas aburridas. Usted sería muy feliz leyendo psicología... ¿ha leído a Freud?
—¿Usted cree?
—Estudie psicología. Es muy inteligente... hay sistema abierto. Tiene fresca la prepa: pasa el examen de admisión...

Llegamos. 

—¿Le doy mi teléfono? ¡Para llevarla de un trabajo al otro! 
—No, gracias...
—¡Dame tu teléfono!
—No... un verdadero placer platicar con usted. 
—De veras... qué bien se habla contigo... ¿no me das tu teléfono?

Salgo a dar mi clase de griego.

***

II. El taxista realista.

Me tardo mucho en darme cuenta del decorado del taxi: una biblia y una pequeña cruz. Me asusto como no tienen idea: ¡éste me va a sacrificar!
En el radio se oye un discurso de predicador... no voy prestando mucha atención (¡ya es tardísimo!) pero habla de una palabra y da su traducción del griego. Saco el telefonito y checho en el Liddel... sí, exáctamente. Me sorprendo: no parece un predicador cualquiera. Presto atención...

... negarse. Eso es lo que nos pidió Jesús. Nada de "fe light". Leamos bien a Lucas. "El que me prefiere a su madre que a mi, no es digno de mi. El que prefiere a su padre que a mi, no es digno de mi. No vengo a traerles la paz, sino la espada"... 

—¿Quién habla?

apaga en seco el radio

—¡¿Por qué?! ¡Seamos honestos! ¡dígame porqué!

me asusto

—Es difícil explicar... me llamó la atención lo de la palabra en griego... póngale por favor otra vez. 
—¡¿por qué?! ¡Seamos honestos! 
—Ande, no sea malito... póngale...

Asiente, y sigue el discurso. 

... y luego llegan conmigo y me dicen "¡Pastor! ya acepté a Jesús en mi corazón y mi negocio no tiene más clientes" ¿Pero qué creen ustedes? ¿Que Dios creó al mundo y Jesús murió por nosotros para que tengas más clientes? ¿para que tu negocio prospere? ¿Para que todos te admiren porque sacaste 10 en la escuela? ¡Esos son los falsos pastores! ¡esa no es fe "light"! ¡Simplemente no es fe! El que seamos capaces de enfrentar los más duros problemas es testimonio de que hemos sido elegidos para ser salvados, para la vida eterna. Nada de lo que hagamos aquí nos garantizará la vida eterna: los demonios lo reconocieron y también temieron, y no por eso serán salvos. Salvos somos nosotros y, testimonio de ello es que podemos trabajar para resolver nuestros problemas! ¡trabajar!...

trabajar
trabajar
trabajar

—¡¡¡Dése vuelta aquí!!! ¡¡¡era aquí!!!
—¿¿Qué??

apaga el radio, da la vuelta y se da cuenta de que perdió la pista que estábamos escuchando... 

¡chin!
—Ni modo... disculpe...
—No, está bien... fue mi culpa. Iba distraído. 
—¡No! ¡era yo!. En fin... pues muy interesante el tipo. 
—Bueno, y ¿usted cree en Dios?
—Es difícil... muy difícil. 
—Claro, claro: ¿cómo creer en lo que no vemos, verdad?
—No, no es eso... 

... contesto distraída... hay una idea que me da vueltas en la cabeza y, además, estoy apenada por haberle hecho perder su lectura de hoy...

—¿Sabe? es que me sorprendió mucho... que un pastor que le habla al pueblo sea tan, pero tan claro con el concepto de fe. Primero, que la fe es punto de partida, no de llegada. Segundo: la absoluta claridad doctrinal que tiene. 
—Bueno pero ¿cree en Dios? o ¿por qué...?
—Le digo que es difícil. Soy profesora de Filosofía...
—¿Ah? ¿sí?

...contesta con absoluta falta de interés, como si arbitrariamente yo hubiera cambiado la conversación...

—Es que... mire: soy de familia protestante...
—¡Ah! ¡eso somos! ¡como nosotros! – responde contento
—Pero le doy clases a seminaristas católicos
—ah... – 

...otra decepción...

—y lo que más me sorprende es la absoluta claridad doctrinal con que explica la relación entre la fe y las obras... ¡A huevo que Weber tiene razón!

mi vocabulario parece golpearlo. Guarda silencio.

—¡Por eso el protestantismo es el espíritu del capitalismo!
—¡No, oiga! ¡está mal interpretándolo todo!
—¡no, no! ¡si nadie dice que eso sea malo!

Me mira por el retrovisor totalmente sacado de onda. 

—¡¡¡ES AQUÍ!!!

frena bruscamente... 

– Gracias... lástima no poder seguir platicando

me cobra y da el cambio totalmente desconcertado.

musita:

qué Dios la bendiga

contesto con un indiferente "igualmente". 

Voy a mi clase de alemán...


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