¿Qué música les pondré hoy? En lo que se me ocurre, les contaré mi interesantísimo día de mi interesantísima vida. ¡Uy! ¡Qué interesantísimo!
Para empezar, desvergonzadamente volví a Twitter. Pero me estoy portando bien. El capítulo de Avicena pasó de sus mórbidas 53 cuartillas a unas apenas regordetas 23. Falta todavía la conclusión *sigh* pero se supone que eso es rápido. Por eso vine, para despejar la aestimativa.
Y pues sí, de nuevo lo repito y lo sostengo: Hasse tiene razón (y no nomás él, ahora resulta que también lo dice Wirmer): la intentio de Avicena nada tiene de intencional. Las intentiones son propiedades de la cosa nomás. Una cosa bonita que descubrí (gracias a @Stormentas) fue que la distinción entre propiedades extrínsecas e intrínsecas, al nivel sensitivo, les causan muuucho ruido a los amados psicólogos aristotélicos. Hay al menos de dos tipos: las que caen bajo los predicamentos de ubi, quando y situs. Son propiedades sensibles pero no son intrínsecas. Bueno, dirán ustedes ¿y eso qué? Pos es cuando la causalidad quasi-mecánica de los galenisto-aristotélicos les hace agua por todos lados: ¿cómo es que uno percibe 'derecha' e 'izquierda'? Además, como a nadie ya le convencía la teoría del tiempo de Física IV (¡obvio! ya estaban reteplatonizados por Agustín) ¿cómo le hace uno para percibir el movimiento y la temporalidad como una propiedad de la cosa? ¡Chin! De ahí a la matematización del espacio (que don @bovillus alias el danilo tanto estudia) ya estaba a la vuelta de la esquina: se necesita un marco de referencia mental para poder 'percibir' el marco de referencia real (de res: cosa). Digo, últimamente ya no estoy tan segura de que Kant sea la panacea al respecto, pero definitivamente el giro copernicano fue LA SOLUCIÓN para explicar cómo nos representamos el mundo, más allá de si el vínculo metafísico se sostiene o no.
Y hay otras propiedades extrínsecas: las 'evaluativas'. Si las bestias (no se enojen: es una palabra políticamente correcta para decir animales privados de leguaje-intelecto) son capaces de sobrevivir es porque pueden evaluar para su beneficio su propio entorno. Estiman (en correcto castellano) si algo conviene o no. ¿Cómo? ¿infieren? ¿Cómo le hacen para percibir propiedades extrínsecas de la cosa donde el marco de referencia no es objetivo, es decir, donde cada percipiente lo es? Aceptar que los animales infieren es algo que a nosotros ya no nos parece tan bárbaro. Al mismo Crisipo no le parecía descabellado. Pero a Avicena sí. Y por eso crea su maravillosa teoría. Pero ¿qué creen? pos a Alberto no sólo no le pareció descabellado, sino que se puso a explicar cómo funciona la inferencia animal... Syllogismus Brutorum. Y no sólo eso, sino que armó una hermosísima teoría, NATURALISTA, de cómo ocurre ello. O eso trataré de demostrar en la tesis... o en alguna tesis alguna vez.
Pero tengo que aprender, ya lo entendí, no sólo filosofía de la mente así leyendo a Searle nomás, sino metafísica y semántica de a deveras (como me dijo, hace años Edgar, cuando yo iba a entrar a Clásicas y él se iba a Inglaterra a eso: a aprender metafísica de 'a deveras')... hay que estudiar no sólo la de Avicena sino la de Kripke y la de Lewis. Ni modo: el 'mentalismo' requiere de la metafísica. Bonito género literario, diría Borges.
Ah... por cierto. La anagnórisis de anoche se las tengo que contar también.
Hace algunos ayeres (y perfectamente documentado en el blog) yo fui y le dije al Demiurgo que me iba con el Lobito (ahora conocido como El Asesor) a hacer la tesis. Ya documenté toda la historia aquí. Pero no me había dado cuenta de una cosa.
Anoche, hablando con @Stormentas sobre el giro mentalista de mediados del siglo XX (y de cómo el interés en la psicología medieval coincide con el surgimiento de la Filosofía de la Mente analítica y con las ciencias cognitivas post-Kripke), le dije (esto es una recreación literaria, la conversación no ocurrió exactamente así):
—"¿Te conté por qué un día quemé las naves y me juí, nomás así como así, detrás de cierto colombiano?"
(risas)
—"Pero no creas que fue porque yo guardaba una medievalista latente en mi corazón. No. Fue porque él me habló bonito"
—¿cómo?
—Sí. Porque me un día se puso a hablar de INTENCIONALIDAD y los lobos y las ovejas, y eso me sonó al Objeto de Spelke y... y me dio a entender (o eso quise entender yo) que Avicena y Alberto se le podían poner al tú por tú a Searle, Dennett y McDowell
—¡¿Así que en vez de estudiarlos directamente te pusiste a hacerlo indirectamente a través de los medievales?!
—¿es tan grave eso?
—Bueno... Davison hizo su tesis sobre Platón
—Y McDowell tradujo el Teeteto... mira, no sé. Yo en vez de irme a Inglaterra como Edgar me metí a Letras Clásicas: sabía más de gramática griega que de lógica y teoría de conjuntos. Ya había perdido toda esperanza de hacer "filosofía de a deveras": no tenía la preparación suficiente y... y de pronto este en cantarín colombiano me hace ver que con lo poquito que yo contaba ¡sí se podía hacer filosofía! ¡Que nuestra chamba no era sólo de anticuarios!
—¡Pues estudia Filosofía de la Mente!
—¡Pero también tengo mi corazoncito anticuario!. Amo la historia, la parte filológica del asunto: saber qué quiere decir un texto es como emprender una investigación detectivesca. O... o ¿cómo decirlo? Hacer historia de la filosofía es una manera de hacer meta-filosofía. Fíjate. Te dan un paquete de reglas, como si fueran las de un juego: Frege, Russell, Aristóteles, Kant... whaterver. Y con ellas tienes que explicar al mundo. Y, de pronto, a base de presionarlo para que dé cuenta del mundo (a base de preguntas) el sistema comienza a hacerse tan sofisticado y complicado que se comienza a cuartear: empieza a mostrar que algo falla, hasta que se rompe todo. Pero necesitas agarrar sus pedacitos para poder armar otro. Y eso no creas que pasa siempre de una 'época del espíritu' a otra: ocurre también de un filósofo a otro. Eso aprendes cuando haces historia. Aprendes cómo funciona la 'virtus philosophante'
—Pues estúdialo todo. Métete a un programa más flexible y...
—¡Sí, sí! eso me recomendó S. y también me haré Medievalista de 'a deveras' como él mismo me lo dijo. Pero, nota tú, cómo fue un Medievalista –de 'a deveras'– el que me devolvió la esperanza de poder hacer filosofía.... me devolvió la vocación.
¡Ah! ¡La música de hoy!... mmmhh... no sé. Todo el día lo pasé arranada en mi sillita de madera y oí de todo. Un grupo coral de estos a Capella muy chido. P!nk hasta hartarme. Orita estoy oyendo a Paganini. RAM de Paul McCartney, varios discos de Putumayo, Óscar Chávez, a Tehua... ¿qué les pondré?
¡Ahhh! juar juar juar juar... ¡ésta!
¡Vacúnate contra el azar!
Los dejo. Los quiero mucho.
Y hoy, en especial, a mi Demiurgo y a mi Lobito. :)
Esponjis.
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