12 julio 2012

Noûs

Quizás sólo quiero arrancarme con lejía esa vez que alguien me dijo que yo era bonita. Y yo le dije: no quiero ser bonita, quiero ser inteligente (como tú, pensé). Pero ella siempre se sintió fea, pero eso sí, muy inteligente. Y me discutía y me decía que no, que era más importante ser bonita. Nunca nadie me había lastimado tanto al decirme bonita. 

Ustedes debieron haber conocido a mi hermana. Era muy inteligente. Pero a mis papás les quedaba claro que ella era la inteligencia encarnada. Ella era la inteligente. Sí, sí, que yo era la bohemia (decía mi abuelita Berta), que no, que no estudiara medicina porque para eso hay que ser muy inteligente (me decía mi abuelita Aurora). Con todo, mi mamá sí me dijo un día que, sí, que Aurora tenía fama de ser muy inteligente pero que, por alguna razón (que debía hacerme dudar) siempre sacaba yo mejores promedios ¿no? 

Y en la pinche escuela yo nomás era la nulidad para mis compañeros. Y lo único que les gustaba a mis maestros eran mis cuentos (y ya habrán visto que tampoco son la gran cosa). Pero yo quería ser inteligente como mi mamá a quién le dieron una medalla de plata por ser el mejor promedio del bachillerato de Físico-Matemáticas. Y yo me odiaba por haber aprendido a leer ¡hasta los cinco años! ¡mi tía Blanca aprendió a los tres años! ¡Y Aurora caminó el día que cumplió un año! No como yo, que me tardé tanto. Yo, que siempre me pierdo, no me daba cuenta de que me iban a vacunar hasta que veía la jeringa. Aurora reconocía el camino a varias cuadras de distancia. 

Por eso ocurrió que un día aparecieron dos tipos que para mí eran inmortales y semidioses. Que tenían sus doctorados europeos, que publicaban en revistas extranjeras. Y a quienes les pareció que yo era inteligente. 

¿Qué hacer con tanta, tantísima confianza? Yo, que aprendí a leer ¡hasta los cinco años! ¡yo que no podía estudiar medicina porque para eso había que ser muy inteligente! ¿Cómo meter tanta, tantísima confianza en mi pobre y peludo corazón? ¿Cómo? ¿Cómo? ¡Era obvio que jamás me merecí esos estúpidos promedios altos! ¡hacía la tarea cinco minutos antes de entregarla, y en cambio Aurora pasaba toda la tarde trabajando! ¡Es que sus maestros todos eran buenos y los míos todos unos barcos!

Y de pronto aparecen ellos dos. Ellos dos...

¿Cómo no me iba a enamorar simultáneamente y a una juntamente de los únicos seres humanos que me trataban con cariño pero sin condescendencia? ¿y a quienes admiraba tanto, tantísimo? ¿cómo no estar muerta de miedo a perder la única fuente de amor propio?

Aurora, dicho sea de paso, era la única que creía que yo era inteligente. Y por eso la extraño tanto.  


1 comentario:

Anónimo dijo...

Vamos bajele no solo Yoya lo pensaba de usted, también sus fans (nosotros/yo) lo pensamos. Si ok aveces la inteligencia y la prudencia no van de la mano, pero eso no es limitante para hacer grandes cosas hasta de las mas nimias todos los dias.

El punto es que usted nos presenta de usted una imagen de grandeza y sapiencia, tiene un bagaje cultural y no dudo que muchos quisieran agregar en su soft todo lo que usted conoce.

Yoya me asombraba creo que tanto como a muchas otras gentes, pero que recuerde usted también causaba y causa ese efecto. Al final ustedes son dos ramas de una muy buena mata: Su madre y su Padre


M.


Pd. Ya le pedi prestada su espatula a Bob espoja por si gusta ;)