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La decisión está en usted –diría el psicólogo. La cosa es tan sencilla como cambiar un aventón al metro por uno a la puerta de su casa. –Hay que ser realista– diría el psicólogo. Hay que dejarse abrazar un poco, diría yo.
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De todos los hombres a los que les he confesado mi edad –para pasar lo más pronto posible el trago amargo de la diferencia de edad que siempre va de los seis a los diez años– sólo uno no se ha quedado callado en seco sin saber qué hacer. El único defecto que tiene es que ahora vive en Cali. Y sólo uno remontó el silencio...
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I'm back, dear... the terrible mind... igual todavía anda un poco pendeja, pero ya regresó. Espérela en su seminario favorito.
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—Se levantó, y andó.
—¡'Anduvo', pendejo!
—Sí, anduvo pendejo durante unos días, pero después se le quitó.
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