12 febrero 2014

Paloma Negra



Mirarse al espejo no resulta fácil cuando se es un monstruo.

***

Luego resulta que la autoconmiseración, la victimización y todas esas cosas surgen en el momento menos pensado o, mejor dicho, en el momento justo para no pensar en lo que debe pensarse. Muy oportunas que son, caramba. 

Pero, a lo que voy (¿a qué voy?)

Ah, sí. La pregunta era porqué mi locura tomó la forma que tomó.

Terminé carteándome (sin respuesta real pero, algo similar a una respuesta) con alguien que es lo suficientemente inteligente para saber que el objeto de ese epistolario no es ella... pero la pregunta del millón es ¿quién es? y, sobre todo ¿por qué así?

...pregunta que, honestamente, tenemos ella y yo. Ella no conoce la respuesta porque no es adivina y no tiene porqué conocerla. Yo, porque durante años he emprendido una intensa campaña por blanquear mi propia imagen ante mi misma, al grado que ya olvidé cómo es el rostro que hay detrás de tanta cal.

Engañarme a mi misma.

Ante los demás ¡qué importa!

¡Eso lo hacen todos, caray!

***

Lo que terminó hecho trizas luego de aquél rompimiento fue mi amor propio.

Sí, sí. El corazón también.
También era co-dependiente.
Me pasó eso que le pasa a todo mundo, pues.
Ni más ni menos.
Pasé, por ejemplo, por los antidepresivos también.
(pasé rápido y con mucha prisa, porque la psiquiatra era pésima
y descubrí el super poder de dormir a mis horas).
Y luego todo fue sanando poco a poco.
Excepto el amor propio.

(Si hubiera sanado no habría explotado todo en forma de un epistolario en soliloquio mood, y en sueños absurdos, y en pataletas infantiles y berrinches de nena chiquita).

***

Y entonces me metí a árabe.
Y dos semanas después, cuando al fin conseguí inscribirme, y que me costó un dineral y que fue difícil y todo eso, pensé en lo idiota que fui la otra vez, cuando me costaba un peso con cincuenta centavos, y estaba más joven y...



y...

y

...y



Entonces él me amaba mucho, mucho, muchísimo. Era capaz de seguirme hasta el fin del mundo (al menos hasta Veracruz), y perdonarme por primera, por segunda, por tercera...



***


No le voy a pedir disculpas. 
No tengo de qué pedirle disculpas. 
Creo que estamos a mano. 
Y él está muy contento. 
Tiene trabajo y mujer.

... y yo estoy pagando mi pena.

No le voy a pedir perdón...

...tengo que perdonarme yo primero.

***



1 comentario:

Silvidonna dijo...

Bueno, ya vamos mejorando.
PS ¡Falta la versión canónica de Lola!