En estos días entré en una disputa con animalistas, y al final me quedé como Joe Pino dándome cuenta de lo idiota que queda uno cuando abre la boca de temas que no conoce y, sobre todo, no se toma en serio. ¿Qué necesidad tenía yo de entrar en la bronca?
En realidad todo comenzó porque unos animalistas (y he aquí mi primera ignorancia sobre el asunto ¿un grupo? ¿unos cuantos? ¿unos muchos?) convocaron (¿dónde? ¿a qué horas? ¿por qué medio?) a que se boicoteara una conferencia que tendría lugar el 10 de abril en la FCPyS de la UNAM llamada "La cultura, la literatura y el periodismo Taurinos" (acá pongo el link donde se anuncia al conferencia. Es una página Taurina). Al parecer la conferencia se suspendió (¿por qué? ¿hubo comunicado? ¿razones? a lo más, esta nota de La Jornada*). De todo este chisme, de lo único que estoy segura es que una famosa catedrática de la UNAM andaba tratando de impedir o al menos protestar por el evento (de maneras muy civilizadas, eso sí me consta). Fue entonces cuando un amigo, amante de las disputas y habiéndose quejado del bloqueo cibernético que le impuso la catedrática, llamó mi atención sobre el asunto.
No le presté mucha atención al asunto hasta que me enteré que la conferencia había sido cancelada. NÓTESE que la indignación de mi amigo y de algunas personas más, estaba motivada por la censura a un evento académico, no porque sostuviéramos ninguna postura frente al animalismo... ¿cómo es, entonces, que acabé enredada en un asunto de dimensiones metafísicas acerca de la licitud de comer tacos al pastor? Por la respuesta que algunos (subrayo: algunos) animalistas dieron a la queja por el boicot: si uno está de acuerdo con que se lleve a cabo un evento en el cual a la muerte del toro no se le trate de asesinato, uno es patrocinador de un acto de lesa humanidad (sí, humanidad: porque si les pongo "lesa animalidad" no se entiende cabalmente la acusación).
No le presté mucha atención al asunto hasta que me enteré que la conferencia había sido cancelada. NÓTESE que la indignación de mi amigo y de algunas personas más, estaba motivada por la censura a un evento académico, no porque sostuviéramos ninguna postura frente al animalismo... ¿cómo es, entonces, que acabé enredada en un asunto de dimensiones metafísicas acerca de la licitud de comer tacos al pastor? Por la respuesta que algunos (subrayo: algunos) animalistas dieron a la queja por el boicot: si uno está de acuerdo con que se lleve a cabo un evento en el cual a la muerte del toro no se le trate de asesinato, uno es patrocinador de un acto de lesa humanidad (sí, humanidad: porque si les pongo "lesa animalidad" no se entiende cabalmente la acusación).
Una de las acusaciones de las que fui objeto fue de especista. Y sí, a partir de la intuición semántica que relaciona especismo con racismo, debo aceptar que el texto que publiqué en FB, efectivamente, tenía matices especistas. En ese texto yo no pretendía entrar en la disputa sobre el carácter ontológico de la dignidad animal, solamente decía que me parecía hipócrita, en un país sui generis como éste dónde ocurren actos de lesa humanidad cotidianamente, ir a protestar por una conferencia en vez de mostrar solidaridad con quienes luchan por que se respete el estado de derecho.
Total que me cayeron encima tres animalistas amigos míos. Discutí con los tres en momentos diferentes, tratando de suavizar el exceso retórico especista y tratar de subrayar mi punto. En eso entró mi amigo y me enteré de que el animalismo se divide en "bienestarismo" y "abolicionismo" (el bienestarismo ya me lo había recetado un amigo que defendía su derecho a comer tacos al pastor y protestar contra la Fiesta Taurina). Total que, al día siguiente descubrí en el muro de otro de ellos una reproducción de mi texto con una crítica, y más abajo la reproducción del comentario que mi amigo había dejado en mi muro. Bajo esos textos, una serie desalmada de insultos contra mi persona a manos de un montón de amigos de mi amigo dejaban ahí.
Durante 5 minutos temblé de rabia y, justo antes de comenzar a patalear vi un comentario de la mencionada catedrática. ¡Era el momento! Después de no ceder a la provocación ante la acusación que me hizo de especista y su queja de estarle faltando al respeto por llamar mitote a la protesta, logré entablar un magro diálogo con ambos (mi amigo y la catedrática). Sin embargo, lo que hasta este momento no comprendo, es por qué demonios se me olvidó tan pronto que no era el animalismo en sí (ni la estructura de la lucha animalista, como me puse idiotamente a argumentar), sino el asunto de la censura y las dimensiones desproporcionadas que, a mi parecer, habían alcanzado las acusaciones de inmoralidad contra la UNAM por permitir esa conferencia.
Al final de la aventura me quedaron claras muchas cosas: no entiendo nada, para empezar. En segundo lugar, la mayoría de los que "argumentan" en redes sociales en contra del especismo (incluida la catedrática con libros publicados sobre Niezsche) utilizan argumentos kantianoides que usan profusamente el concepto metafísico de dignidad, de fin en sí y medio, y utilizan a rabiar la analogía (donde va bestia ponen niño o, como Peter Singer, utilizan la reducción al absurdo que usa Taylor contra Wollstonecraft afirmar lo que Taylor quería negar). Y que, para mi sorpresa, resulta que Peter Singer no es kantiano sino esa cosa rarísima llamada "utilitarista": una manera muy hábil de sacarle la vuelta a muchos compromisos metafísicos... pero que, en pos de defender ciertos usos de los animales, termina defendiendo ciertas clases de infanticidio. Por otro lado, el argumento del aborto me parece impecable. Aunque no sé porqué sospecho que hay dos, tres o cuatro inconsistencias... pero quizás no: finalmente, uno de mis amigos animalistas es potente lógico... y asumo que ya se habría dado cuenta.
En cambio, sobre la conferencia, me queda claro que todos somos muy estúpidos. Yo, por no darme cuenta de que la necia analogía con el Nacional Socialismo era estúpida; el mismo Singer habla de especismo no de holocausto animal. Nadie pretende exterminar a los animales ni se les culpa de lo que se culpó a los judíos, gitanos, testigos de Jehová u homosexuales: de ser algo que altera el orden del mundo. Al contrario: el especismo presupone un orden del mundo. Segundo: que hablar de la relevancia cultural del cualquier fenómeno no exige sostener simultáneamente una postura a favor o en contra; se supone que eso es parte de la "asepsia" académica del asunto. Ahí, a la hora de pelearme, yo me la dejé ir solita –y perdón por el albur, la misoginia y todas esas cosas... y la guarrez). Y tercero, que me declaro incapaz, por ahora, de hablar con ninguna autoridad sobre el asunto. Pero que quizás considere dejar de comer tacos al pastor... QUIZÁS.
En todo caso me quedo con la frase de mi amigo veterinario: "mientras no logremos la solidaridad intra-especie ¿para qué hablar de la inter-especie?
Esponjis Pino, prima de Joe Pino.
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*La nota es mala, pero además Leonardo Páez se auto-plagió el título a una más antigua que publicó en la misma La Jornada.
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