A los barrocos e iracundos
Dícese que el hombre tiene cuatro distintos humores, que le recorren las venas y viajan en la sangre y que le alteran los ímpetus.
Está el iracundo, lleno de iracunda bilis. Él hace prodigios y amenaza siempre con santificarse y prender fuego a ciudades enteras.
Está el sanguíneo, que todo lo ve por encimita, pero, apasionado, es capaz de recorrer el mundo arrasando con su fuego la capa más externa del orbe. El sanguíneo las ama a todas, y sabe de todo un poco.
Luego está el flemático: esa cosa que sólo los inglese o los uruguayos comprenden más o menos. Son entes que guardan la compostura aunque la ciudad se encuentre bajo las llamas, y aman más con el ingenio que con la palma de las manos...
Y está el mártir de la bilis negra: el melancólico. Éste merece un párrafo aparte.
El melancólico se deprime. Desea y desea y desea. Su deseo no lo hace incendiar ciudades como al iracundo, ni le hace buscar interminablemente como al sanguíneo, mas lo afecta de un modo que el flemático jamás se lo perdonaría... el melancólico se pasma, y, llorando, contempla lo inalcanzable, y se deshace y desmorona viendo lo que nunca será suyo.
Mientras el iracundo mata infieles por el amor de Dios, o amenaza hombres para recuperar a su mujer, el sanguíneo es de los amorosos de Jaime Sabines, y no nos debería extrañar que el esceptisimo haya encontrado su lugar entre los flemáticos que, ante la desesperaza, declaran su condición de imposible sin problemas...
Pero el melancólico se sume en la contemplación, y sigue, sin detenerse, escribiendo grandes y gruesos tratados y sumas de Metafísica, de Teología divina, y declara, sin cortapisas, que el filósofo es por naturaleza melancólico: es el único caracter capaz de soportar los dolores que provoca la mística especulativa.
El melancólico es el padre del gótico y del barroco: nada ha de decirse directamente, sino que, como dijera Carolina Ponce, debe crear complicadísimas metáforas que lleven el sentido hacia el lugar deseado.
El melancólico se complace en lo complicado del mensaje, crea dibujos que jamás son lo que quieren decir, y torturan la mente del que busca, porque lo llevan por tortuosas curvas para descubrir al dios que siempre han tenido así...
Un melancólico jamás daría un mensaje directo, sino que es apasionado de las adivinanzas y los mensajes indirectos.
Por eso dice Marsilio Ficino, que es el melancólico el que está listo para la filosofía: el eterno contemplar lo inalcanzable...
Y por eso yo creo que el Erotismo, ese viejo arte de llevar al amor con espejos, es un arte harto melancólico y lleno de "nuncas" y de "jamáses"...
La melancólica esponja
7 comentarios:
Parafraseando y opinando no sabiamente
Pero y si no todo fuera tan desagradable? aun sonando masoquista la idea de una "melancolía dolorosamente dosificada", no suena del todo mal (mejor en dosis pequeñas que todo el frasco) y muy a pesar de las virtudes que le acompañan como la amargura y la avaricia, la melancolía nos concede el placer falso de estar "eróticamente" cerca de lo que deseamos aunque en realidad no se tenga medida de precisar cuanto. Diría Ficino: empujar el alma a buscar el centro de las cosas singulares.....
La litis del problema para los abogados.
M.
Buen punto por lo de la jurisprudencia...
Pero bueno. Por eso a veces prefiero el esceptisismo del caracter flemático: sabe que no se puede y punto.
De todos modos me pregunto ¿entonces porqué ando metida con Ficino y no con Hume?
La esponja P.
1. Entonces, el temperamento melancólico, ¿será el temperamento que contempla la posibilidad?
2. Me explicas tonces, ¿qué onda con la excentricidad de Priani? ¿Serpa un Kierkegaard en ciernes?
3. Me gusta tu definición del erotismo.
4. Supongo que te gustaría leer un libro que Paidós publicó sobre la Alquimia, una de las ciencias melancólicas por excelencia.
5. Será que la pregunta del punto 1 contesta tu pregunta sobre tu elección por Ficino en detrimento de Hume ["en detrimento", ay que tal!]
El Serch sanguíneo [por el día de hoy]
Serchio, serchio... gracias por el comentario... hoy no andabas sanguíneo: andabas verde bandera.
Je, je.
De Priani... pos no sé si le viste cara de ético o de estético. Pero me queda claro que tiene melancolía de la melancolía, y pues, para ficino, supongo que con eso basta.
La melancolía quizás es una especie de deseo que no se achicopala a pesar de la imposibilidad. No necesariamente conlleva la esperanza...
Y lo del libro de Alquima...
¡¡¡Sí!!! me gustaría hartamente...
cuídese verde serch
la esponja anaranjada
Nunca había contemplado de manera más clara la diferencia entre los humores. Gracias por eso, Esponjita.
Saludos.
Ea esponjita, claro pero precisamente los melancolicos de ahora somos bichos raros que andan por alli porque nos hemos alejado de las formas de expresion propias de la melaconlia por ese mmmm minimalismo publicitario?
O_o bien no sé si es el término abrazos!
ja por cierto jajaja mis exnovios tambien escriben en mi blog O_O y no precisamente invitados, que onda con eso de volver después de mil y un años a escribir en los blogs... O_o abrazos!
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