A Daniel
Tengo un gato iracundo. Es su hybris la que nos impide tener una tersa relación.
Un día le pisé la cola accidentalmente. Lo tomó a agresión. El es un gato inteligente, comprende cuando lo piso por accidente. Se pone chipi y ya. Pero ese día no sé por qué andaba con malos humores y, para desquitarse, fue y mordió a Chupacabras: una gata falta de carácter.
Otro día no quise despertarme a la hora en que el señor dijo. Tenía comida, agua, y el arenero limpio, así que no creí necesario hacerle caso... mi pié terminó lleno de heridas.
Hoy en la mañana, me estuvo despertando desde las cuatro. A las siete se durmió, pero yo ya tenía que irme. Le apliqué la del mosquito (ese chiste donde uno, en vez de matar al mosquito insoportable, lo arrulla dentro de las manos y luego le hace "bbbzzzzzzzz"). Pues a bolillo le pareció insultante que le privara de su sueño, y se lanzó iracundo contra mi tobillo. Luego lo abracé, con toda la buena onda de reconciliarnos, y el canijo me arañó el labio... ¡¡¡el labio!!!.
Así que lo castigué encerrándolo en el baño. Pero es un gato inteligente: abrió la puerta y se lanzó contra Chupacabras. Sólo alcancé a escuchar ¡¡¡mmmmrrraaaauuuuxulio ama!!! ¡¡¡bolillo me mata!!!.
Otro castigo. Yo, furiosa, sosteniendo la puerta del baño... recapacité... o mejor dicho, el reloj me hizo recapacitar: me quedaban dos minutos para no llegar demasiado tarde a clase...
Todo fue mi culpa: por despertarlo, por hacerle bromas, por pagar la violencia con violencia.
Cuando salía de la casa, un bolillito amoroso fue a despedirse de mí. Dió dos o tres ronrones y luego se echó en su cojín verde...
¡Hablemos con nuestros hijos.. perdón, mascotas! La violencia no arregla nada... y el mundo es de los iracundos.
La arañada esponja
6 comentarios:
La ira hizo santos y la paciencia eruditos... a mí ya me cayó el veinte y prefiero ir por lo segundo. Guarda ese labiecito herido para un beso de antología; de esos que retratan los periodistas morbosos cuando los hombres vuelven de la guerra (consigo mismos)
Te amo, dueña de la almohada verde. Tienes que venir conmigo a Tepoz. Hasta pronto
qué gato tan gandalla. qué bueno que mi tortuga parménides langerhans no me alcanzaría hasta el labio, pero luego es difícil agarrarla porque sus miniuñas sí molestan.
y cómo abrió la puerta del baño, le hubieras puesto el seguro.
suerte, un saludo.
¡Ay, sí, esos felinos del hell!, el mío parece que entrenó con una célula de Alqaeda, oiga, pero lo más bonito de todo su post, es que se lee el amor apache que hay en su disfuncional y tierno hogar.
Soy un fantasma...
Yo siempre tuve gatos o muy dulces o muy indiferentes, creo que hubiera preferido que Constantina o Colette me mordieran el labio como signo de reconocimiento. Un saludo a Daniel.
Pues mis gatas apenas me toleran. Pero eso sí: una me hizo confeti las copias que guardaba en una caja y la otra me dejó un reguero de plumas por todo mi cuarto... se llamaba pájaro. Y todavía mi hermano afirma "No te preocupes, es muy educada. Nunca come en la cama."
Y encima, ambas siempre culminan sus tropelías con una sonrisa de gato de Cheshire... Jijas de su Whiskas! Ah, pero que chulas son las condenadas.
Abrazotes para usted y el beligerante Bolillo.
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