Salió de Nínive. No pudo evitar sentir una tremenda pena por aquella pobre planta, creada ex profeso por Dios sólo para enseñarle sus razones para no acabar, de una buena vez por todas, con la molesta gente de Nínive.
Su plantita qué culpa tenía. A ver: que Dios tan caprichoso es ese que crea un hermoso ser vivo nomás para después darle cran por culpa de una bola de pecadores... ¡sí! ¡porque su plantita nunca había cometido ningún mal! Es más, le daba sombra, y hermoseaba el paisaje. Pero en cambio esos ninivitas... ¡bola de pervertidos! ¡bola de locos!...
Pero la pobre planta había fenecido en favor de una bola de pecadores mal portados, miserables, por culpa de quienes Jonás había tenido que salir de su casa, había sido aventado por unos malditos mercaderes cobardes... ¡ni que nunca se les hubiera hundido el barquito!
¡Y luego lo del maldito pescado!
Jamás podría estar de nuevo con una mujer sin sentir una terrible claustrofobia. ¿Y a poco Dios le iba a devolver su plantita como a Job le devolvieron todas sus chivitas y sus borreguitos?
Jonás llegó a la playa. Ahí el pez lo esperaba, adormilado.
Bueno, es que en realidad Jonás se había acostumbrado a viajar vía pez. Ya no le era tan molesto, salvo cuando el pez había comido camarones en mal estado, lo que tampoco era tan frecuente. Por fin decidió subirse de nuevo al pez, el cual se lo llevó por los confines de la tierra, donde tuvo intensas y brillantes aventuras... que no conocemos porque carecen de algún fin pedagógico o moralizante. Pero podemos tener la certeza de que Jonás se divirtió tremendamente.
Apéndice exegético
Pero bueno... debemos recapacitar: difícilmente JOnás se embarcó en nuevas aventuras. El eterno conflico de Jonás y Dios era las pocas ganas que tenía el protoprofeta demeterse en nuevas broncas, sobre todo broncas que no eran suyas. Por eso, podemos tener por seguro que lo primero que hizo JOnás fue subirse a su Ballena y pedirle que se lo llevara de regreso a casa. Pero la Ballena, sin la dirección de Dios se norteaba fácilmente. Jonás se quedó profundamente dormido, no sólo por el cansancio sino porque las tripas de la Ballena producían un dulce sonido como de ronroneo motorizado.Su plantita qué culpa tenía. A ver: que Dios tan caprichoso es ese que crea un hermoso ser vivo nomás para después darle cran por culpa de una bola de pecadores... ¡sí! ¡porque su plantita nunca había cometido ningún mal! Es más, le daba sombra, y hermoseaba el paisaje. Pero en cambio esos ninivitas... ¡bola de pervertidos! ¡bola de locos!...
Pero la pobre planta había fenecido en favor de una bola de pecadores mal portados, miserables, por culpa de quienes Jonás había tenido que salir de su casa, había sido aventado por unos malditos mercaderes cobardes... ¡ni que nunca se les hubiera hundido el barquito!
¡Y luego lo del maldito pescado!
Jamás podría estar de nuevo con una mujer sin sentir una terrible claustrofobia. ¿Y a poco Dios le iba a devolver su plantita como a Job le devolvieron todas sus chivitas y sus borreguitos?
Jonás llegó a la playa. Ahí el pez lo esperaba, adormilado.
Bueno, es que en realidad Jonás se había acostumbrado a viajar vía pez. Ya no le era tan molesto, salvo cuando el pez había comido camarones en mal estado, lo que tampoco era tan frecuente. Por fin decidió subirse de nuevo al pez, el cual se lo llevó por los confines de la tierra, donde tuvo intensas y brillantes aventuras... que no conocemos porque carecen de algún fin pedagógico o moralizante. Pero podemos tener la certeza de que Jonás se divirtió tremendamente.
Apéndice exegético
Una gaviota medio escandalosa finalmente lo despertó, pero cuando vió la costa, par su profundo pesar, no estaba en una tierra conocida, sino frente a una isla apestosa y amarilla. Se bajó de la ballena (necesitaba estirar las piernas) y se percató de que el suelo de la ínsula era blando y respbaloso. De ésto úlitmo se percató cuando ya tenía el hocico clavado en el suelo... en un suelo de apestoso queso de vaca... ¡Jonás había arribado a Quesia!... sí, la famosa Isla de Quesia, entre Naxos y la tierra de los corchópodos. Entonces...
¡Hey, Esponja!
qué
Te equivocaste de cuento. Esas son las aventuras de Lucino de Samosata en Historias Verdaderas, y tú estabas contando las aventuras de Jonás
Perdón... lo que ocurre es que en Historias Verdaderas también sale un pescadote. De hecho ahí vive un montó de gente que ha sido tragada por él, y de hecho hay cuatro pueblos que se enfrentan unos a otros... y escapan de la Ballena provocando un incendio como en Pinocho y...
¡¡¡Esponja!!! ya despide el post, porque este es un post sobre Jonás...
Ok... (¡qué payaso!)
Este fue un post esponjoso patrocinado por el mercado de la Viga
Esponja
7 comentarios:
Y entre sus historias bíblicas y verdaderas, yo me quedé con las ganas de cambiar mi isla de argumentos y manuscritos por el estómago de una ballena. Y no, la maestría no es en modo alguno terrible, lo que pasa es que yo no le tengo la paciencia debida. Así que espero le vaya a usted muy bien.
Zas, que mareador, es decir, estoy por cumplir las 36 horas sin dormir y casi sin comer y a estas alturas uno se viaja tan fácilmente, es como viajar en ballena!
mmm, pues en otros asuntos le digo que extraño leer su blog, pero por el momento me quedé sin maquinita, y ahora tengo que vivir el mortal mundo real!
saludos desde la realidad del Señor Chiquito
jajajajaja
Yona (espero que la materialidad esponjosa no le impida volar) me morí de la risa con este post, que Jonás se acostumbra a viajar vía ballena, que no sabemos más de él porque el resto no era moralizante. Te corrijo algo, no comía mariscos, no son kosher, si es que el profeta era kosher. Y así vamos de Jonás hasta Pinocho en la "pesera biblica".
ESPONJAAAAAA!!!
AAAAH!!!
JOJOJOJO
TE EXTRAÑO UN CHINGOOOO!!!:D
JEJEJEJE ya regrese de San Luis y urge me marques :( no encuentro tu numero por ningun lado!!! me marcas me marcas si??? pues para ver que ondita y veeeernooos!!!
abrazoooo!
Pues habria que sacarle copy rigth a "viaje usted en ballena" chin pero como se nos estan acabando los mares trenda que ser negocio rapido jojojo Amiga acabo de leer tu entrada sobre Bernardo, y me fascino. Me fascino de verdad.
Me pasó algo rarísimo, se me hizo verte aquí en Paris, fui caminando detrás hasta que me di cuenta que no, que no podías ser tu porque me hubieras avisado si venías. En fin, me quedé con las ganas de encontrarte.
Publicar un comentario