30 octubre 2008

De como lo semejante busca a lo semejante

Cuando le dije que yo era hermana de Aurora, lloramos a mares.
Me contó de cómo se acordaba ella, de que era buena e inteligente alumna. De que ahí había empatía. Me consoló. Me dijo sabias palabras.
Yo la conocí porque ella sabía de Husserl y Agustín. Sin ella la tesis jamás habría fraguado. Además es hermosa y, además, apasionada.




Le pedí primero que fuera mi asesora. Pero aquello no podía prosperar: estábamos sentadas en lados opuestos de Agustín. Para ella era Cristiano, para mí un romano más. Para ella el Alma del mundo era aborrecible. Pero ella no había leído de Trinitate. Ella tenía razón pero me tardé muchos años en entenderlo.

Al cabo de un tiempo le pedí que fuera mi sinodal. Aceptó.

La vida no la ha tratado con pétalos de flor, y una molesta dolencia la acongojó ese día. Me pidió no estar en el sínodo. Pero yo, por un error tonto, no me quedó más recurso de pedirle se presentara. Profesional, seria y solidaria, hizo un esfuerzo sobrehumano. Me dió batalla en el exámen. Me pude defender. Por lo menos en una ocasión debí reconocer mi error. Me dió un gran exámen. He podido conservar su amistad.
Decir que la quiero es poco.
Cuando la veo la busco, necesito de la llama intensa que incendia su corazón.


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Yo lo conocí de mucha fama que lo rodeaba. Finalmente lo vi sin pena ni gloria.
Pero tiempo después supe que se hizo del poder de aquello. Y no sólo, sino que se hizo cargo tan bien de aquello, que todo comenzó a ir sobre ruedas.
Luego lo vi como sinodal del exámen de un amigo. Aquella vez lo amamos todos. Todos deseamos pasar por su dura prueba.
Le pedí fuera mi sinodal. Aceptó.
Pero luego se excusó porque la obligación de aquello que dirigía lo mantendría ocupado. Pero yo por un error tonto, no me quedó más recurso que pedirle que se presentara. Profesional, serio y solidario, hizo un esfuerzo sobrehumano. Me dió batalla en el exámen. Me pude defender. Por lo menos en una ocasión debí reconocer mi error. Me dió un gran exámen. Ahora es mi director.
Decir que lo admiro es poco.
Cuando lo veo, lo busco. Necesito de la llama firme que lo mantiene trabajando.

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Cuando él vio el nombre de ella en la FEP4 su rostro se iluminó de ternura. Debí comprender entonces que lo semejante busca lo semejante y que, con palabras de Averroes, mi corazón se encuentra en armonía, equidistante y lejano de los extremos; y, sin ser de la misma especie, es género de ambos.




Una esponja enamorada de los dos por igual.



PD: bueno, eso explica mucho de lo que pasó ese día. Quizás también el color de las sonrisas.

6 comentarios:

Daniel G.G. dijo...

Harmoní, Hija de Ares y de Afrodita...

Felicito tan bellísima Retórica, a la que sos sensible sin necesitar demasiado estudio.

Alviseni dijo...

lo semejante busca lo semejante, eso si.


saludos!

Itzel dijo...

Coincido plenamente con el comentario de que su retórica es hermosa. Fácilmente puede hacer que uno se enamore de quienes usted ama, por lo menos en el breve lapso de la lectura. Pero yo básicamente pasé a agradecerle el cálido comentario que dejó en mi blog. Por supuesto que me encantará visitar la comuna felina. Abrazos...

Miriam Jerade dijo...

wow, qué bella historia de amor tesística. Me encanta como lo cuentas. Me encanta tu admiración por ellos, tu termura. Saludos. (una pregunta para alguien que sólo lee a Derrida: ¿por qué usar la palabra retórica?, yo diría, tu palabra, tu poética, tu escritura)

Alviseni dijo...

jeje, si, peudes usar las fotos.

luego leo tu nuevo post, ya me voy a dormir, ciao.

Daniel G.G. dijo...

Ojalá aclares lo de la Retórica en otro post. Digamos que construiste un simil (figura de pensamiento) a través de recursos como la acumulación, la ennumeración y la hipotiposis.

Bello, bellísimo.

Daniel el "tropical"
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Pregunta maliciosa para Miriam, de alguien que no escribe, y solo mira: ¿por qué usar en el caso de Derrida la palabra lectura? Yo diría que eso sólo se descifra,jeje