14 enero 2009

Qué Pena

(Aclaración pertinente: Miriam tiene razón, los misiles de Hamas hacen daño y mucho. En las líneas siguientes a lo que me refiero es que, a pesar de causar verdadero daño y terror entre la población Israleí, estratégicamente los misiles son inútiles. De hecho matan y dañan de adeveras, pero son incapaces de dañar al ejército enemigo ni de debilitar al estado de Israel. Y el detalle de que, en vez de declarar inmediatamente tregua unilateral, Hamas se haya visto muy valiente y halla mandado dos misiles que calleron en un estadio de futbol justo antes de los entrenamientos, demuestra la incapacidad estratégica de Hamas y su incapacidad de liderear la lucha del Estado Palestino. Digámoslo así: aunque yo le fuera irreflexivamente a los palestinos -o a hamas- no dejaría de llevarme las manos a la cara como cuando la selección nacional falla penales: la estrategia, aunque haga mucho daño a la población, es estúpida)
Para reposar el cerebro, entre Averroes y Siger y de nuevo Avicena, todo el mes pasado leí a ratitos Historia de Roma de Indro Montanelli.
Fue justo en esos días que a Hamas, por razones que estratégicamente apuntan a que a)los líderes de hamas son israelíes; b) Ahmadineyad les prometió un apoyo que no les está dando, c) la inteligencia israelí les lanzó gases tóxicos capaz de entorpercer a líderes de movimientos... decía, fue justo en esos días que Hamas tuvo la genial idea de lanzar un estúpido misil que no causó más daño que detener los partidos de futbol esta temporada ¿para qué chingaos tenía que enviar dos misiles inútiles? Y entonces Israel respondió como diciedo "pinchi mosquito, ya me hartaste, de voy a apachurrar". Y van mil civiles muertos.
Y estaba ese asunto en pleno auge, cuando leía yo cómo Roma le aplicaba Delete a Carthago (Kart Hadash, la ciudad nueva) y no dejó piedra sobre piedra, y condenó a la esclavitud a todos sus habitantes... claro, nada comparado con la versión poética de Hécuba donde todos los hombres fueron pasados por las armas y las mujeres esclavizadas. No sólo eran puestas de chachas y picapedreras, sino supongo de esclavas en todo el amplio sentido de la palabras. Y los niños igual, claro, salvo el hijo de Héctor, a quién Hécuba, su abuela, tuvo que ver ser arrojado desde un precipicio.
Y bueno, es que antes como que era de mal gusto narrar poéticamente los castigos que padecían las poblaciones, como cuando Roma se desquitaba de cualquiera que hubiera tramado algo contra ellos. Así les fue a los pobres griegos, cuando perdieron la apuesta con Filipo V: hombres degollados, mujeres esclavizadas... y eso era suerte, porque en las guerras civiles de Roma (Mario y Sila) cuentan cómo escurría la sangre como si se tratara de ríos... entiendan: no era una metáfora.
Cuando cerré el libro me dí cuenta de dos cosas: la primera es que nos hemos civilizado mucho. Hay cruz roja, y la presión internacional es suficiente para que Israel deje pasar el convoy por lapso de 3 horas. No, no somos tan civilizados para evitar el matadero.
La segunda, que por lo menos antes quedaba claro que el desquite de Roma era el del vencedor: no quedaba más justificación que esa.
Pero ahora intelectuales de todo el mundo y de todos lados del conflicto insisten en que Israel o Hamas (nótese que no se dice Israel o Palestina sino Hamas. Yo por mi parte interpreto eso como que Israel es un equivalente, aunque más poderoso, que Hamas, pues los dos representan poblaciones con las que no se identifican).. decía, intelectuales a ambos bandos pretenden una justificación metafísica y racional... una racionalidad cristiana y legalista, como si más allá de las fronteras de cada país hubiese en realidad un estado de derecho. Pero como el estado de derecho es de amentiritas, entonces los intelectuales muy preocupadísimos tratan de demostrar que las cosas se comportan como si hubeira tal estado... es decir: como cuando Bart Simpson, al darse cuenta de que Ayudante de Santa no lo pela, comienza a ordenarle que haga lo que ya está haciendo.
Así, más o menos así: se trata de justificiar lo que ocurre como si a los involucrados les importara un pito.
Pero no les importa. No hay estado de derecho. Las cosas siguen idénticas que cuando Sila o Stalin hacían purgas. Los castigos sólo se han tornado más ascépticos para no salpicar tanta sangre, pero son los mismos. Si esclavizados y luego asesinados en cámaras de gas, si simplemente bombardeados, si degollados y colgados por cada esquina de Roma... como sea, el exterminio es vieja política humana, y más que indignarnos, debemos empezar a aceptar la inmunda condición de nuestra proveniencia.
De Carthago sabemos poco: podemos adivinar su lengua por su filiación con el hebreo, el arameo, el cananeo y vocabulario suelto por ahí, pero no podemos recostruirla. les enseñaron a cultivar a los romanos, según Heródoto cruzaron antes que ningún norteño el trópico de Capricornio. Como los judíos y los filisteos, tenían sus Baales y a ellos ofrecían ofrendas, aunque parece que no se les había quitado la costumbre de matar a sus Isaacs. Los griegos los admiraban por su fina orfebrería, y cayeron ante Roma porque su Senado estaba hasta las manitas de corrupción... como nosotros comprenderemos.
Y un buen día se encontraron a Roma. Así fue que los Sioux se encontraron a los gringos y que los palestinos fueron encontrados por Israel... ¿de qué se indignan? ¿qué les sorprende? Todos ustedes, queridos, se creen buenos porque no pueden hacer nada. Pero no os confundáis: la impotencia no es sinónimo ni de bondad ni de tranquilidad de conciencia. A lo más de indiferencia.
¡Qué pena!
¿Qué pena si este camino fuera de muchísimas leguas
y siempre se repitieranlos mismos pueblos, las mismas ventas,
los mismos rebaños, las mismas recuas!
¡Qué pena si esta vida nuestra tuviera-esta vida nuestra-mil años de existencia!
¿Quién la haría hasta el fin llevadera?
¿Quién la soportaría toda sin protesta?
¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra
al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?
Los mismos hombres, las mismas guerras,
los mismos tiranos, las mismas cadenas,
los mismos farsantes, las mismas sectas
¡y los mismos, los mismos poetas!
¿Qué pena,
que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!
León Felipe

4 comentarios:

Miriam Jerade dijo...

Ay, Paloma, me conmueve mucho tu post, me gusta, y me asusta esta repetición incesante del odio al prójimo. Gracias. Un abrazo.
(PD. No estoy segura de que los misiles de Hamas sólo rasguñen, pero estoy en contra de la excesiva respuesta israelí).

Sergio Astorga dijo...

Esponija, me has hechos que me esponje y mis humedos sentimientos se adhieran a las palabras de León Felipe.
Y sí, no soy ni bondadoso, ni tengo tranquilidad de conciencia.
Será por eso que estoy como esponjado?
Un abrazo pos-trauma.
Sergio Astorga

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Muy jugoso post, esponjita ¿con tesis? con los fantásticos versos de León Felipe.
Espero que todo te haya ido requetebién.
Un beso
Izaskun

Darío Zetune dijo...

mmm, yo he llegado a la conclusión de que tengo tranquilidad de conciencia por inconciente. Pero, ¿qué hacer? Porque eso de ir a protestar, puede ayudar a que uno se desahogue, pero dudo que marque la diferencia.

Por otra parte, soy ignorante, poco informado de estas cosas, mi inglés y francés es pésimo (excepto pa cantar las rolitas de Madonna o Alizée), etc.

Tons, ¿pa que continuo en filosofía?

Besitos.