20 marzo 2009

Horacio Rubio

Sobre la mesita de la sala de mi abuelita, en la cómoda de mi mamá y (ahora descubro) entre las fotos familiares de mi tío Horacio está la misma foto: mi tío Horacio como de 10 o 12 años, mi mamá como de 5 y mi tía Blanca como de 3. Mi tío abraza un burrito. De ahí salió el malvado chiste de que el burrito era mi tío Raymundo... era de esas broma que forman parte de la mitología familiar.
Vivían en Juárez. Mi abuelita era lavandera y mi abuelito alfarero. Entre los dos (dice mi mamá) ganaban apenas el mínimo (bueno, el mínimo de los años 50's).
Fue la impresionante e inquebrantable voluntad de mi abuelita lo que los mantuvo estudiando a los cuatro hermanos. Pero fue mi tío Horacio quién averiguó cómo.
En la secundaria un profesor les dijo que México necesitaba ingenieros. Muchos ingenieros que construyeran puentes y presas. Entonces mi tío Horacio supo que tenía que estudiar la preparatoria. Y lo hizo. Y luego le dijo a mi abuelita que quería ser ingeniero. Y de la nada (o mejor dicho: de su potente voluntad indeterminada, determinada ahora por el saber y el querer de mi tío) mi abuelita consiguió el dinero para mandarlo a Chihuahua.
(Pero sólo para "mandarlo": mi tío llegó sin un lugar para dormir. Contaba que esa noche durmió en el parque y lo arrestaron por vagancia... ¿se pueden hacer una idea de la desproporción entre su voluntad por estudiar y los recursos?)
Pero estuvo toda la carrera allá. Y mi tía Blanca se quejaba a veces de que comían puras papas (mi abuelita siempre defendió que las papas son versátiles, baratas y sabrosas). Todo lo demás se iba directo para mantener la carrera de Ingeniería de mi tío.

Pero mi tío no se quejaba en absoluto. Llegaba a Juárez a darles a mi tía y mi mamá dulces y paseos y anécdotas. Y así fue siempre con todos nosotros. 
Luego terminó la carrera y justo en ese terrible 1968 murió mi abuelito Raymundo (creo que así va la cronología). Entonces mi mamá acababa de terminar la preparatoria, con medalla del mejor promedio en Físico-Matemáticas, y mi tía Blanca terminaba la secundaria.
Fue, bajo la inspiración de mi tío, que mi mamá quiso ser ingeniera. Pero mi tío dijo que a las mujeres no las respetan los albañiles. Dijo entonces que Física. Mi tío entonces consiguió trabajo en México, se casó y emigró. Y mi abuelita vendió su casa de Juárez y, con todo e hijas, migró a México para que mi mamá estudiara Física y mi tía Blanca entrara a la Nacional Preparatoria.

Así, con el primer empujón de mi abuelita, mi tío Horacio construyó una carrera impresionante en lo que primero fue SARH y luego en la Comisión Nacional del Agua. Viajó por todo el país, vivió en muchos lugares, construyó muchas presas, y finalmente, por su habilidad impresionante, fue designado Gerente General de la Comisión Nacional del Agua en la Zona Veracruz-Tabasco. Y vino a vivir aquí, a Jalapa, desde donde les escribo.

De la nada (o de la toda indeterminada voluntad de mi abuelita y luego de su toda determinada voluntad) se hizo de la hermosa casa que tuvo acá, de un montón de hijos y del incondicional amor de más de una mujer. Se hizo de infinidad de amigos y de un nombre. Y no sólo, sino que le abrió el camino a mi tía y mi mamá, y a mí, indirectamente, pues por toda esa cadena de voluntades llegué yo, con facilidad absoluta, a la Universidad.

El martes nos dijeron que tuvo un aneurisma. El miércoles en la noche el pronóstico mejoró notablemente. Yo salí el jueves en la mañana para Jalapa. Bien no había llegado al hotel, cuando mi tía Blanca me informó de su deceso. Hoy lo estamos velando.

Pero no sólo abrió brecha para que mi mamá estudiara Física. Cuando yo estaba en la secundaria, él entró a estudiar la Maestría en Filosofía en al UV. Y recuerdo que llegaba a SLP y nos narraba el Banquete de Platón. Alguna vez platiqué con él, ya yo en la carrera, y el que me acabó dando la clase de Ockam fue él a mí.
Los deseos de conocimiento de mi abuelita, ya en su ancianidad, fueron alimentados por la literatura enorme de la que la proveyó mi tío. Desde Losbang Rampa hasta  Anthony de Mello. Desde el Sueño de Escipión y Platón, hasta el Tarot y los escritos herméticos. Literatura bíblica, tanto teológica como de extraterrestres llegaron a mi por él. Y ayer supe que también leía el Tarot.

Ayer supe también que una de los manantiales de la fuente maravillosa aquella de la que provengo finalmente se apagó. Sin dolor, sin drama.
Su enorme copa se extendió infinita para cobijarnos a todo, darnos luz y sombra. Alimentó a todo aquél se pasó por debajo de su frondosa copa. Admitió nidos y vida y la sustentó. Y no se limitaba a aquello sino que llenaba de flores y anécdotas y abrazos todo aquello. Y del mismo modo se fue, porque los árboles mueren de pie.

5 comentarios:

Daniel G.G. dijo...

En verdad que lo siento mucho. Todo lo que cuentas me es familiar en un sentido extraño y por eso en alguna medida lo siento también como una pérdida mía. Tu pluma es, con todo, un solaz en medio de las caídas. Si para tí es la mitad de bueno que a los ojos de tus lectores, entonces ha, literal y literariamente, "valido la pena".

Por lo pronto, tu hija está bien, nerviosa, pero te manda saludines ;)

Ambrosio Cajinas dijo...

Sensacional eso de que los albañiles no respetan a las ingenieras. Esos albañiles son la onda.

bandala dijo...

Un abrazo muy fuerte a usted y a sus árboles.

Sergio Astorga dijo...

Espojita, un abrazo a toda tu arboleda que el deseo de saber es el impulso mas preciado.Y los recuerdos follaje
Un abrazo sentido.
Sergio Astorga

Darío Zetune dijo...

ay, no se que decir. Ta bien bonito. Este y el post anterior.

Abrazos y besos. Muchos.