(ok... tengo esperanza. Si T. H. Irwin no se mete con las percepciones accidentales sobreviviré. Son las ocho de la mañana. Tengo que estar a medio día en la universidad. Esto parece película de suspense psicológico (o psicotrópico): tendremos que esperar a que duerma para ver si mi jodida tesis se sostiene o mejor le hago caso A.T. y de plano hago la historia de los intelectos en tomy... o peor, le hago caso a R.S. (dios... escribí R.H... pero eso me llevaría a Heidegger o a ¡¡nicol!! fue un lapsus...) y comparo AnPost con DeAn... ¡no momento! eso es lo que ya hizo T. H. Irwin... es decir: lo único que me quedaría sería hacer la traducción del Anonymo de Philosophia Platonica... o mejor aún: regreso, con el rabo entre las patas con Plotino... Plotino... ¿por qué la necedad del Nous y el Intellectus? mmmmhhh... aquí hay algo que no me gusta nadita. Nadita... No hay nada peor, pero de veras, nada peor, que dar un un libro de 479 páginas que con toda su masa le dé a uno un golpe de realidad.... que le demuestra a uno la magnitud de su propia ingenuidad... ¡santo!... yo debí estudiar otra cosa... ¡carajo!...)
(otra nota que no viene al caso: ¿ya para qué hago una tesis? mejor hago una reseña de T.H. Irwin... o de plano mejor traduzco el Anonymus Philosophia Platonica que comienza hablando de Aristóteles, príncipe de la teología y la filosofía... pero... ¿y para qué hago una traducción si soy una tramposa?: no me puedo acordar de dónde saqué eso de traducir arjómenos por príncipe... pero segurito que no se me ocurrió a mí. Suena demasiado elegante.)
(Nota que no viene al caso: en 1453 cae Bizancio a manos (mejor dicho, a cañón) de los turcos. entonces viajan hacia Europa los textos de Plotino, Platón y Proco. Pero también llegan las noticias de los Atomistas y los Estoicos. Llegan el eterno retorno y el vacío. Llegan triunfantes los átomos, el hegemonikón y los pirrónicos. Salen de su encierro las respuestas que los descorazonados escolásticos buscaban. Y con ellas viene un despertar en medio de la Peste que está acabando con la vieja Europa. El boquete que abrieron los turcos en Bizancio dejó salir a la última academia de su silencioso encierro. En barco, llega completa la Late Antiquity que no será sino la Early Modernity. Y si es verdad que fue Hume quién despertó de su sueño dogmático (¿y leibniztizano?) a Kant, fue entonces el cañonazo que finalmente Carneades y Arcesilao dispararon contra la muralla de Hécuba la que provocó el giro copernicano. Y tal giro, en vez de iniciar el seguro camino de la Ciencia para la Metafísica, inició el irrecusable curso hacia el solipsismo del Idealismo Alemán, del cual, todavía no podemos escapar. El triunfo del genio maligno fue tan doloroso como la caída del Imperio Romano de oriente... e igual de definitivo.)
La culpa de todo la tuvo Birondo.
Se hizo bolas y confundió las percepciones accidentales.
Yo, en esas semanas me metí de lleno a estudiar ese asunto.
Son todo un misterio: dice Aristóteles en De Anima que uno percibe con los ojos los colores y con el oído los sonidos. A esas les llama percepciones propias porque son propias (corresponden, pues) a cada uno de los sentidos. Y no hay más que cinco sentidos. Luego, los cuerpos que se mueven y que tienen magnitud los percibimos ¿con todos los sentidos? eso no lo aclara muy bien. Pero a ese tipo de percepciones les llama comunes (siempre que Aristóteles no sabe qué hacer con algo le llama común: principios comunes, axiomas comunes, percepciones comunes). Las percepciones comunes es a eso que nosotros le llamamos Objetos de Spelke.
Y luego vienen las misteriosísimas percepciones accidentales. Cuando yo miro que ahí viene el hijo de Diares digo: "eso blanco que viene ahí es el hijo de Diares".
¡¿Cómo puedo "percibir" todo un enorme contenido proposicional que implica que "eso blanco que viene ahí es el hijo de Diares"?!
Y bueno, toda la tragedia comienza porque con los sentidos, dice Aris, no cometemos errores. O al menos eso creía en los Analytica Posterira. Pero luego se dio cuenta de que sí, de que al percibir podemos tomar algo que se mueve por algo estático, o que algo lejano parecía el hijo de Diares y resultó un espantapájaros blanco. O peor aún: alucinamos al hijo de Diares porque estábamos tomados por enamoramiento insoportable (¿cómo sería el tal hijo de Diares... guapo?).
En los Analytica dice que hay dos tipos de errores: los que provienen por una deducción incorrecta (ahora le llamamos error formal) y por tomar una cosa por otra (le llamamos error material). Puesto que lo que le interesa es la teoría de la demostración, en An. Post. no le presta mucha atención al error material. Pero debía explicarlo de todas maneras. Y por ello, en De Anima desarrolla una larga teoría de la percepción y sus errores. Y entonces inventa esa cosa maravillosa llamada Fantasía.
La Fantasía es maravillosa porque sirve para explicar lo que toda teoría del conocimiento que se respete debe poder hacer: el error. Y por eso también es un tema difícil en Aristóteles: porque la fantasía abarca mucho más que aquello que nosotros llamamos fantasía. No sólo son las imágenes (fantásmata) que tenemos, que se albergan en la memoria y con la que construímos cosas que no existían como una montaña de oro (clásico ejemplo medieval) o el famosísimo chango-patín (un patín de cuatro ruedas y freno con cabeza de Chango: ejemplo que se me ocurrió cuando leí el Ensayo del Entendimiento Humano de Hume, y que el otro día descubrí dibujado en los márgenes de mi edición de Espasa-Calpe).
No. Para Aristóteles la fantasía abarca también los errores de la percepción: una percepción accidental errónea entra dentro de los linderos de la fantasía.
Pero ¿qué son las percepciones accidentales? ¿se construyen? ¿son directas? En su adquisición ¿entran facultades intelectivas o racionales?
Entonces aquí entra en escena Jonathan Barnes
(paréntesis analítico:
(1) Odio cuando R.S. tiene razón.
(2) R.S. siempre tiene razón
(3) Siempre odio a R.S.
(3*)Estoy en permanente estado de odio
¿Cuál es la proposición (3) correcta? quizás el error está en (2). Entonces sea:
(2*) Cuando R.S. tiene una opinión, dicha opinión es correcta
(2.1) El que R.S. tenga una opinión es un evento.
(2.2) El sujeto del que se predica el odio o el amor es el evento en el cual R.S. tiene una opinión correcta o incorrecta.
Así podemos reconstruir el argumento:
(1*) Odio el evento en el cual R.S. tiene razón
(2*) R.S. siempre que emite una opinión esta es correcta (=siempre tiene razón)
(3∞) Cada vez que R.S. emite una opinión yo, después de haber neceado un buen rato, odio el evento (porque tiene razón).
Así se prueba que no odio a R.S... aunque, sea dicho incidentalmente, estoy empezando a odiar a Barnes...
se cierra paréntesis analítico)
Decía: aquí entra Barnes.
Él hace ver claramente que νοειν tiene en griego el significado de percibir, aunque éste no sea un significado de percepción sensible. Digamos que es casi casi como apercibirnos de algo. Pero νοειν también tiene el sentido de Intelección (entender, understanding... esa es mi bronca con su traducción de episteme). El caso, pues, es que tradicionalmente se ha traducido por intuir justamente para conservar ese contenido semántico de apercibirnos de algo. Pero en An.Post. II-19 Barnes se da cuenta de que no puede traducir simplemente intuition y, como ya ocupó understanding para episteme, lo traduce por su hermanito latino: comprehensión.
El asunto, pues, es que todo ese quebradero de cabeza me hizo darme cuenta de algo: la relación entre la percepción sensible (αἴσθησις) y la percepción intelectual (νοέιν) está justamente en mi tramposa traducción: ambas son percepciones (aquí a quién odio ahora es a Araiza: por mis ataques de soberbia no me dí cuenta de que justo por ahí es por dónde él quería ir. Sí, no lo argumentó bien. Pero una cualidad de R.S. que debo aprenderle es a darse cuenta cuál es el meollo de los asuntos antes de irme contra un argumento mal construído. O sea: odio no a Araiza, sino al evento en que tuvo razón).
Total que entre la intelección (traducción latina de noein) y la percepción sensible hay un continuo aperceptivo. Y eso es evidente tanto en los An. Post. como en D. An.
Pero aquí entra la piedrita en el zapato del error y la fantasía (en el sentido amplio de percepción errada o error material).
¿Qué son entonces las percepciones accidentales? ¿marcan un continuo entre la intelección y la percepción sensible? ¿son ellas las únicas cosas que en realidad percibimos, aunque en De Anima Aristóteles las haya 'descompuesto' en su contenido propio y común?
Es aquí donde Birondo es causa remota (etimológicamente: el culpable a quién habría que instruirle proceso) de mis devaneos entre un asesor de tesis y el otro.
Cuando al fin terminé con lo de Birondo, me quedé con más dudas que certezas. Esas que les acabo de contar ¿qué demonios son las percepciones accidentales? ¿con qué se comen? (o mejor dicho ¿con qué las percibimos? Peor tantito (pero ahí tiene la culpa Spinoza y el spinoziano del seminario de los Benítez): ¿cómo podemos distinguir entre los contenidos de la percepción accidental para distinguir entre lo que se da accidentalmente (no los accidentes, sino las ocurrencias como: eso azul es un encendedor roto) y la capacidad de percibirlo en su sustancialidad (eso es una sustancia que cae bajo un género próximo y una diferencia específica que tiene adosados ciertos accidentes)?
Y fue cuando A.T. me habló de esa cosa misteriosa hecha para resolver esos misterios: la intencionalidad.
Y en esas estoy: la intencionalidad en el siglo XIII, la disputa por los intelectos, y, ya muy casi al final del s. XIII, según De Libera, el nacimiento del sujeto (¡sí! ese sujeto moderno que NO INVETÓ DESCARTES)
En esas ando.
Por eso ganó Ferrari sobre MacLaretn.
La esponjita posteriora
2 comentarios:
Hoy en la madrugada estaba pensando precisamente, parece, en eso que dices que Aristóteles, o no sé quién, llama percepciones accidentales; nomás que no les llamé percepciones accidentales. Les llamé interpretación.
Pensé: "Supongamos que veo un espejismo en el desierto y que el espejsimo consiste de algo que parece una palmera y algo que parece un charco de agua. Lo que percibo es algo que parece una palmera y algo que parece un charco de agua, pero enseguida interpreto lo percibido y pienso: 'hay una palmera y un charco de agua', pero no verbalmente; porque quizás después venga la verbalización, pero eso que pensé sin palabras no lo podía poner de otra forma". Creo que una diferencia entre percibir e interpretar, en esto de lo que estoy hablando, es que se añade algo más de lo que se percibe a lo percibido. Me imagino que esa interpretación viene sugerida por experiencias previas. Me imagino que también podría haber pensado que aquello que parecía una palmera era una escoba y aquello que parecía un charco era un espejo tirado. Taría interesante saber cómo elegimos una de entre tantas posibles interpretaciones. A la mente me viene Probabilidad.
También me viene a la mente que se podría dar una interpretación freudiana de por qué me viene a la mente cierta interpretación y no otra... Supongo que la primera interpretación de la que hablo es una metainterpretación, ji
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