15 julio 2009

En la orilla de la galaxia

A veces me siento en la orilla de la galaxia. Es entonces cuando comprendo a Daniel o Miriam. Comprendo que se quieran ir de aquí, huir de estas miserias, de este mundo montado en cartulina, todo de cartón-piedra.
Los entiendo. Entro a la página de Oxford, veo los perfiles electrónicos de Sorabji, de Irwin, de Barnes. Me imagino la Ciudad Luz que, un poco como los griegos a los romanos, siempre han seducido a los más poderosos y los han hecho aprender francés. Me imagino Oxford, ese primer mundo que hace siglos pagó su débito con pestes y miserias y muerte. Y ahora vive de las pestes, las miserias y las muertes de otros. Y que ahora puede barrer diario sus pulcras banquetitas, y tiene dinero para llenar bibliotecas con tomos en griego y francés.
Y los veo a ellos dos. Ellos que estudiaron allá, cerca del centro de la Galaxia. Que tuvieron por maestros a aquellos que acá añoramos en sueños. Y luego pienso en que trabajan acá, que uno tiene que internarse dentro de las fauces de Iztapalapa para ir a trabajar... en esas fauces donde a mi mamá a punto de quitarle la camioneta estuvieron, con lujo de violencia, sin ningún lujo de patrullas al rededor.
Y pienso en el lujo de vivir en esta época donde las bibliotecas, cada vez más, están al alcance de una clave de internet que la UNAM, centenaria, le dona a sus alumnos. Y yo que no lo aprovecho. Es como tener una fuga de agua, indolentemente, en plena Iztapalapa.

Vivo en la orilla de la galaxia. Y lo poco que hay lo he dejado irse por una fuga de tiempo y esfuerzo mal atendida. Y miro la desesperación de Daniel que se siente aislado en un mundo que no lo comprende. Y me imagino el terror de Miriam con la expectativa de volver acá, donde ni siquiera nadie le asegura encontrar trabajo. Donde no hay grandes bibliotecas, ni jardines, ni gente culta.

Y yo me siento pequeñita frente a aquellos dos que se fueron a estudiar al centro de la galaxia, y los veo a ellos pequeñitos frente a sus maestros del centro de la galaxia. Y me pregunto por qué Bazán no se regresó a Mendoza, y prefirió el círculo ártico al antártico.

Y luego me consuelo pensando en Cicerón que pedía disculpas por escribir filosofía en una lengua no apta para ella. Y tengo la tenue esperanza de que algún día nuestra latinoamericana humildad para acercarse a los francófonos y lo anglófonos y los germanófonos, rinda frutos y podamos escribir estas cosas en una lengua que goza de gran prestigio novelístico, cuentero, realista y mágico, pero que nadie respeta en su filosofar. Bueno: no tanto: una de las versiones más reconocidas a nivel internacional de las Enéadas de Plotino es la de Jesús Igal (aunque en las bibliografías vengan citadas con faltas de ortografía).
Y me siento culpable porque en vez de estar escribiendo, estoy bloguiando: es como estar desperdiciando las poca agua en una estúpida fuga.

7 comentarios:

Itzel dijo...

Entiendo su vértigo por estar en el extremo de la tierra más allá del cual uno cae a las fauces de los monstruos marinos. Y también me siento pequeñita ante los que han estado en el centro de la galaxia.
Pero lo que no creo es que su blogeo sea una fuga de agua; es más bien un poco de lluvia para aliviar la sequía de la orilla de la galaxia.
Abrazos y espero que pronto podamos chocolatear.

Emma Laura dijo...

Ah querida Eponjita en efecto, es como un fuga de agua esto de la blogeada y quizá sea porque ni nosotros nos atrevemos a poner la filosofía como se debe y en nuestro lenguaje tan bello y rico.
Sin embargo, no es en vano porque si supiera lo mucho que aprendo y el placer que me da leerla en este blog...
Por otro lado, entiendo la pequeñez que menta y es que suelo sentirme así todo el tiempo cuando me pongo a leer y me pregunto ¿qué debo hacer para de menos poder escribir una cuarta parte de esto? y creo que es mas bien la cultura que nos ha hecho creer que lo mejor es lo que está en el centro de la galaxia y no en nuestra propia galaxia.
Le mando un beso y espero algún día no muy lejano estemos en la empresa del filosofar sin incertidumbres.

Lukas Rybensen dijo...

Usted que está en el borde de la galaxia, no me hace un favor? Puede extender su mano más allá del borde y me dice qué hay? Gracias.

http://3.bp.blogspot.com/_7RIhNu-xRGw/SOcUQCVhOqI/AAAAAAAAAag/nNwof6IphbQ/s1600-h/flammarion.jpg

Anónimo dijo...

Claro, el grabado Flammarion... pero es que es una impostura intelectual! :S

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Desde mi balsita flotante en este rincón que Europa etiqueta de ultraperiférico yo, sentido el discurso, discrepo. Comprendo, creo, y me encuentro con esa pena casi todo el tiempo. Pero no creo que esta linda esponjita esté desperdiciando agua. No. Creo, desde mi ignorancia, que está filosofando en un bello español, lleno de matices que muy bien controla. Creo, y por eso te leo Paloma, que tienes una gran inteligencia, unos enormes conocimientos y una infinita sensibilidad.
Un abrazo.

Idalia dijo...

querida Esponjita, la verdad es muy triste lo que dices, pero creo que tienes razón y que lo demás sería decirte que no es cierto lo que tú tan atinadamente has dicho, hay una fuga, pero esa fuga no está en internet y mucho menos en tus palabras, es una fuga del mundo y por la que debemos evitar irnos, haciendo lo que hacemos como creemos que se debe hacer, inventando nuevas tradiciones y transgrediendo las fronteras que pensamos impuestas por el centro de la galaxia.

Ricardo Martínez dijo...

Como otro habitante de la orilla de la galaxia, concuerdo en que el centro de ella suele hacer que nos veamos pequeños, diminutos, pero el tiempo es algo complejo que todavía no llego a comprender, y puede que nuestra lengua y tierra sea objeto del centro de la galaxia en algún momento, que la orilla brille más que el centro, puede que no, más que cuestión de suerte, es cuestión de evolución cultural, por eso tu blog no es una fuga estúpida, a mi me parece enriquecedor, y, si bien no es un texto científico o algo por el estilo ( texto que tal vez no podría asimilar aún), es una manera extraña y nueva, de fomentar el diálogo. La orilla de la Galaxia en la que se encuentra México, es una zona muy especial, deprimente a veces, ¿deberíamos ser optimistas? Yo creo si, y espero en algún momento brillemos como la Ciudad Luz, tal vez soy muy optimista. Saludos, me gusta tu blog, lo recorreré regularmente.