Cuando entré a la prepa pesaba 85 kilos y medía 1.57 (sigo midiendo lo mismo, je). Y a mi esfericidad culpaba de no tener novio. Y a los 14 años, no tener novio era un asunto muy grave.
Así que, un día, pasé por el gimnasio de la Prepa y vi un letrero: "Gimnasia: ¡inscríbete!" Y pensé en que aquél era un buen remedio a mis problemas. Lo raro era que me fueran a aceptar. Y es que en Prepa 2, además de los preparatorianos, están los de iniciación universitaria que son chicos de secundaria. Ellas eran las estrellas de Gimnasia: jovencísimas, pequeñitas, delgaditas, etc. ¿Cómo iban a aceptar a semejante anciana de mí, y además gorda y alta -bueno: jamás en la vida, después de eso, y sobre todo con las estaturas de mis maestros y compañeros actuales, me sentí tan "alta"-.
Pero resulta que la convocatoria la abrió una maestra nueva que nos aceptó a todas: sin discriminar: altotas, gordotas, torpes, y las que sumábamos todas las anteriores cualidades.
Nunca pasé de entrar al concurso de niñas de cinco años. Pero pasé de 85 kilos a 54 (y conseguí novio, je). Además aprendí a dar vueltas de carro, mortales hacia adelante (gracias al maravilloso trampolín) a treparme a las barras asimétricas, a hacer split, a hacer arcos hacia atrás y a brincar el caballo; y si bien como gimnasta nunca logré hacer prácticamente nada, en la alberca lograba apantallar a todo mundo con mis clavados.
Pero mi maestra se fue, porque era maestra de asignatura, y volvió la dueña de la plaza. Y a todas las que superábamos el 1.50 nos mandó mucho a freír espárragos.
(aquí viene la terapeada de autoayuda):
Cuando pienso en todos los hadicaps que tengo, al hacer filosofía, ante mi impericia con los idiomas, ante la lumbrera de novio de cuya tesis dijeron que era de doctorado y que le dieron un premio, mientras que de la mía no dijeron más que era un poco superficial, me acuerdo de cuando entré a gimnasia.
De entrada sabía que no tenía posibilidad alguna de ser gimnasta. Pero asumido el supuesto, todo era divertidísimo. Me la pasaba 4 horas diarias entrenando. Una vez logré pararme de manos durante 30 segundos. Y mi maestra dijo ¡Vientos Paloma! (y no se me olvida). Y hacerlo era lo mejor del mundo. Y ahora no me queda más que volver a los latines y los griegos, a los retos gimánstico-filosóficos con la misma entrega y la misma despreocupación por ser la mejor o cualquier asunto así. Porque aquella mujer, profesora de asignatura, sacó a la chica feliz de 54 kilos que estaba oculta bajo la gordita triste que era yo. Y ahora... ¿qué saldrá si seguimos puliendo a ésta, la de las tesis superficiales? me da curiosidad.
(Y es que esta vez, de nuevo, tuve la suerte de encontrarme a esos maestros, los dos esos que miden más de uno ochenta y que cuando me saludan me hacen sentir pigmea, pero que tienen la sana costumbre de dejar entrar a sus mundos a los alumnos sin reparar en sus curricula)
6 comentarios:
Aclaremos: de "doctorado" relativamente a las mierdas que ahora aceptan como tales (y a las y los patanes que hora dejan entrar).
El secreto, como en todo, está en empeñarse y no entregar lo primero que salga del teclado o de la prisa por hacer otra cosa.
Yo creo que puliendo...
esponjita de 54 kilos me encantó tu post. Algo bueno saldrá de esa esponjita de ahora.
"pero que tienen la sana costumbre de dejar entrar a sus mundos a los alumnos sin reparar en sus curricula"
Què haya màs maestros con esa sana costumbre!
Le mando saludos varios, y que haya piruetas y marometas y saltos filosòficos.
Ps. Palabra de verificaciòn: unatenti
Qué bien que escribís. Si la historia es verídica, suena muy taoísta: para conseguir el éxito sólo tienes que dejar de buscarlo. ;) Una lección, una lección importante.
Un beso
Qué buen post!!! y si... bastante motivacional sin duda.
Un beso esponjis
Sabes qué?
todo está en las ganas de encajar en algún punto de la sociedad..
¿Qué importa si tenías 14 años y no tenías novio? o si pesabas 15 kilos en lugar de 100..
Seguro que tienes más elasticidad que muchas que te leemos, que tienes una gracia de Xane bárbara y que cuando haces lo que te apasiona sonríes de esa manera mágica, en la que parece que el mundo se detiene.
Y, además, estoy convencida que todo eso no sólo pasa cuando piensas en gimnasia..a pulirse cual piedrita MUY valiosa..En el inter, yo recomendaría respirar, observar y no personalizar..
xoxox
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