26 septiembre 2009

De anulis


Este es un juego.
Un juego que habita en mi imaginación.
E imagino que ellos están jugando conmigo.

E imagino que a veces vienen a darse una vuelta por acá.
Y que así creen escarbar dentro de mi reborujado y exhibicionista corazón.

El aura de lo imposible rodea todo. Los cubre como una aureola dorada (¡pero qué pleonasmo el mío!). Esa auras aurificadas por el aúreo material que los protege de los impulsos de mi fantasía.
(Sólo uno de ellos va protegido materialmente por el aura. La ostenta en el aurificado anular. El otro la lleva en el nombre, en los pasos, en las advertencias. Él ha tenido mucho cuidado y mucho me ha advertido con la palabra.)

Por eso todo es un juego.
(Aunque algunas veces me deshaga frente a ellos. Frente a la albísima presencia de uno, de extrema hermosura; frente a la fina silueta del otro, de belleza graciosa)

(Aunque en los momentos en que la muerte toca la puerta, a toda costa quiera huir a su lado, internarme en los fantasmas que guardan las dilatadas aulas de mi memoria, y sentir la tibieza de sus risas)

(De la helada mejilla de uno)

(De la candorosa sonrisa del otro)

Pero todo es un juego; y están siempre ahí signos y huellas que dan testimonio de lo imposible.
Por eso todo es un juego.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pregunto si la mesa del anillo tiene que ver con el nombre de uno de los dos jugadores.

Diana dijo...

uy, qué buen post y qué buen juego!

Esponjita dijo...

Me doy: ¿la mesa del anillo?
Diana: grax