30 octubre 2009
Calaveritas
En algún momento a alguien se le ocurrió llenar de barroco pastillaje a las descarnadas calaveras del Zompantli. Y los niños, en sincrético rito, andan de puerta en puerta (sea la escotilla del carro en plena avenida Insurgentes, sea el pulcro y muy bien cuidado portal del un vecindario de gente bien), pidiendo para su calaverita. Antes, en vez de bolsas impresas en China o calabazas de polímero anaranjado, andaban los niños con cajas de zapatos, adentro una vela, y esperaban dinero, no dulces. Porque la encomienda es: "¿me da para mi calaverita?", o sea, para la calaverita de azúcar que se va a comprar después.
Y vayan ustedes a saber si ponerle azúcar barroca a la descarnada calavera del Zompantli fue un asunto de endulzar lo terroso, o de enterrar lo dulce. Vayan ustedes a saber.
Pero en la primaria, nos ponían a escribir calaveritas. Y, bueno, ahí fue cuando debí darme cuenta de que la poesía y el ingenio no eran lo mío: las mías jamás eran buenas. Pero una calaverita tradicional siempre empezaba:
Estaba la Esponja bloguiando
cuando la muerte se la llevó,
ya ves, por andar fumando,
y de las greñas la arrastró
(si se fijan es fácil: como siempre termina el primer verso con un gerundio y el segundo con un perfecto, pues ya estuvo...)
Pero la Esponja le dijo
huesudita tenme paciencia
que a mi asesor no le hará gracia
si no le traduzco a Avicena
(aquí la cosa se puso más complicada... bueno, se los advertí)
Y la huesuda le dijo
a mi no me vas a ver la cara,
llevas ya cuatro semanas
prometiendo terminar,
pero en vez de traducir
no has hecho más que bloguiar.
(o algo así. Obvio: uno no se hace su propia calaverita. Se la hace a un amigo, persona conocida, u lo que sea... pero bueno: para calaveras tan malas, mejor me pongo yo de ejemplo)
Como sea: habrá pan de muerto (con sus correspondientes huesitos de pan y sabor a naranja), calaveritas de azúcar, todo comenzará a oler a zempaxóchitl (¡zaz! ¿cómo se escribía?... bueno: mi ortografía fue muy etimológica), a incienso o en su defecto correcto, a copal. En las casas donde todavía hay abuelitas, se comerá Calabaza en Tacha (¡zaz y recontra zaz! no sé cómo se escribe tampoco: nomás me la sé comer), ya sea con mucha leche condensada, ya sea en su incógnita forma original.
Eso sí: desde que el Walmart le entró a la elaboración de calaveritas y pan de muerto, a mi se me hace que todas se hacen en China. Pero alguna vez fueron verdaderas obras de arte...
la esponjita calavérica.
PD:
Valerio,
Te extraño,
Eponjita
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1 comentario:
esponjita me encantó tu calaverita!!
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