Me contó alguna vez una amiga muy querida que, cuando era niña, le tenía envida a la silla y a la mesa, y a la pata de la mesa de su casa: a diferencia de ella, aquellos objetos tenían su lugar.
Ella no. Ella se sentía siempre fuera de lugar. Y eso le provocaba una gran angustia.
Tengo otra amiga que incluso los sucesos más intrascendentes y normales de su vida los propone como la bandera de la absoluta rareza. Ha decidido comprarse una lap top con el dinero que está ganando. Y nos pregunta: "¿por qué no soy una chica "normal" que gasta su dinero en zapatillas y alisadoras de pelo?". Yo le digo que ella es absolutamente normal: cualquiera que trabaja, y sobre todo en los ajos académicos, necesita una computadora -y la desea, y hasta cae en el vil consumismo de poner su entendimiento en las machintosh y no heromsuras en su entendimiento-
Y contra lo que pudiera parecer, mi amiga 2 ha encontrado su lugar en el ser diferente de todos. Y hace grandes esfuerzos por demostrar que hacer filosofía es ser "diferente", raro, extraño. Y he ahí que ha encontrado su lugar en el mundo. Porque eso es lo que buscamos todos: un lugar.
(yo, de niña, en la escuela tenía un lugar: la excluída de todo lugar. Pero ese era mi 'lugar'. Era desagradable: mis amigos eran poquísimos. Sólo uno por pura empatía. Los demás se hallaban en el mismo no-lugar que yo: la gorda, la pobre, la fea, etc. Pero yo tenía algo que ninguno de mis compañeros tenían: imaginación. Mis cuentos y mis dibujos tenían un 'algo' que los hacía especiales, por lo menos ante la mirada de mis maestros. Y eso me aseguraba un 'lugar' que nadie me podía arrebatar. Podrían hacerme trampa, unirse todos contra mis trabajos, contra mis derechos. Pero a la hora en que el donador de lugar (el maestro) llegaba, su mirada reconocía aquella cualidad de mis cuentos y mis dibujos. Y yo me sentía a salvo)
El lugar siempre es lugar respecto de algo. Las coordenadas son necesarias para que el lugar sea. Y las coordenadas dependen de un sistema tal que las genere: un punto cero y dos ejes que le den ser a cualquier otro punto. El sistema coordenado es aquél del que depende todo lo que se le halla sujeto para acomodarse y recibir, por él, su ser... su ser en cuanto ser ahí en el sistema.
Tener un lugar es básico para la supervivencia. Supongamos que usted ha decidido dejar ese feo papel de la mujer que debe tener hijos, porque simplemente le aburre infinitamente ese proyecto de vida. ¡Aguas! requiere encontrar otro lugar, aunque tenga que migrar a otro sistema de referencia. Entonces mejor obtenga un doctorado extranjero, algo de prestigio y otras características que le exija ese nuevo lugar: porque si pierde su lugar, lo que está en riesgo es su supervivencia. Si no es valorada por algún tipo de sistema, su futuro se ve oscuro.
Y a propósito de mi amigo 1 y mi amigo 2 del post pasado, y del catolicismo y demás etcéteras, me puse a pensar justamente en todos los católicos que de pronto deciden hacerse protestantes en México. No se trata ahí de un cambio de referencia, como en el caso de mis amigos. Pero a ver, primero recapitulemos:
Yo sostenía en aquél post que mis amigos se vieron obligados a cambiar de un sistema de referencia a otro, lo cual resultó tremendamente problemático para ellos: para ellos ser católico era algo fundamental en su ser. Así crecieron y ellos creían profundamente en las reglas dictadas por el ser católico. Pero en su naturaleza había un elemento que contradecía las reglas: eran homosexuales. Así que la perspectiva que ante los dos se presentó fue: o eres católico o eres gay. Uno se quedó como católico y se hizo célibe -pues era un católico coherente- y el otro se hizo 'gay'. Obviamente ser 'gay' no es algo tan abarcante como ser católico, lo cual lo obligó a reconstruir el sistema de referencias bajo las cuales se conceptuaría de hoy en adelante.
Ahí hubo un cambio total. Pero el caso del católico que se hace protestante es muy diferente.
El sistema de reglas, es decir, aquellas coordenadas que nos otorgaban ser en función de ser aquello que nos dotaba de un lugar, es algo que poseemos en su totalidad dentro de nosotros.
Nadie puede ubicarse a sí mismo sin poseer el mapa completo.
Uno posee, dentro de sí, todo el plano, y eso le permite ubicarse a sí mismo y ubicar a los demás. Eso le permite responder a las preguntas qué y para qué, y sólo así, uno comprende y es conciente de su propio lugar.
Digámoslo así: si la pata de la mesa adquiriera autoconsciencia, lo que adquiriría sería la comprensión de lo que es una mesa, del papel de la mesa en la casa, y del papel que tienen en general las patas para que la mesa funcione correctamente. Así, y sólo así, ella podría llamarse a sí msima 'pata de mesa'.
Lo que, desde mi punto de vista, le pasa al católico que se convierte, es que ha introyectado la totalidad de lo que significa ser 'católico', y ello le permite ubicarse a sí mismo y ubicar todo lo que le rodea. Pero resulta que su introyección de cómo deben ser las cosas entra en contradicción con como de hecho son las cosas. Él sabe que en la Biblia hay ciertas verdades, y le surgen muchas dudas. Busca respuesta y no la recibe. O quizás la recibe en otro lugar. Entonces se da cuenta de que la Iglesia Católica está fuera de lugar y él busca cómo y dónde poner en el lugar correcto las cosas. Y muchos la encuentran en las pequeñas sectas protestantes.
Si él leyó que la idolatría es un pecado, y no comprende el sistema de santitos y vírgenes, descubre que lo que está fuera de lugar es el culto a los santos y las vírgenes. Y cuando descubre un lugar donde también se anatemiza la idolatría, va hacia él.
Otro ve la corrupción dentro de la Iglesia, otro más no entiende simplemente el misterio de la Trinidad y se hace testigo de Jehová. Y así.
El que deja de ser católico, por lo regular, lo hace porque no halla coherencia entre la doctrina que se le ha enseñado y lo que ve a su alrededor.
Y por eso es más común que la gente con menor educación religiosa sea la que se cambie de confesión. Y como últimamente la Iglesia Católica cobra muy caro por educar, cuando se es pobre pero inteligente, se tiende a cambiarse de denominación. Uno ha aprendido mal y a penas algunas cosas doctrinales, y entonces con sus propios recursos busca una doctrina propia: no una inventada, sino una adquirida por los propios medios.
Si una niña rica del Opus Dei es capaz de explicar por qué está bien que la trinidad sea un misterio, cómo los miles de santos y vírgenes no representan politeísmo, y por qué el ayate de la vírgen no es vil idolatría, es porque ha pasado muchos años oyendo sutiles explicaciones -y lo más probable: sutiles prohibiciones de dónde sí y dónde no pensar- de por qué, a pesar de todo, el sistema es coherente.
Pero alguien con menor educación y mayor libertad para preguntar encuentra en la simpleza de los pastores protestantes y en sus biblias Reina Valera una respuesta que le otorga lo que está buscando: coherencia.
Una vez que uno ha comprendido las reglas del sistema, lo que busca es que funcionen coherentemente. Pero las reglas ya están en uno. Todas. Por eso se dice que somos las mujeres las que reproducimos los esquemas machistas: porque el ubicarnos qua mujeres, quiere decir poseer el mapa completo, y ser capaces de reproducirlo.
Poseer un lugar quiere decir poseer el mapa entero.
Por ahora, hasta aquí.
En lo que sigue trataremos de tratar lo siguiente:
El inicio del Discurso sobre la dignidad del hombre de Pico
El Mismo de Lévinas.
Y, Valerio, cuídate mucho y tráenos recuerdos de tu viaje.
la esponja desubicada.
Ella no. Ella se sentía siempre fuera de lugar. Y eso le provocaba una gran angustia.
Tengo otra amiga que incluso los sucesos más intrascendentes y normales de su vida los propone como la bandera de la absoluta rareza. Ha decidido comprarse una lap top con el dinero que está ganando. Y nos pregunta: "¿por qué no soy una chica "normal" que gasta su dinero en zapatillas y alisadoras de pelo?". Yo le digo que ella es absolutamente normal: cualquiera que trabaja, y sobre todo en los ajos académicos, necesita una computadora -y la desea, y hasta cae en el vil consumismo de poner su entendimiento en las machintosh y no heromsuras en su entendimiento-
Y contra lo que pudiera parecer, mi amiga 2 ha encontrado su lugar en el ser diferente de todos. Y hace grandes esfuerzos por demostrar que hacer filosofía es ser "diferente", raro, extraño. Y he ahí que ha encontrado su lugar en el mundo. Porque eso es lo que buscamos todos: un lugar.
(yo, de niña, en la escuela tenía un lugar: la excluída de todo lugar. Pero ese era mi 'lugar'. Era desagradable: mis amigos eran poquísimos. Sólo uno por pura empatía. Los demás se hallaban en el mismo no-lugar que yo: la gorda, la pobre, la fea, etc. Pero yo tenía algo que ninguno de mis compañeros tenían: imaginación. Mis cuentos y mis dibujos tenían un 'algo' que los hacía especiales, por lo menos ante la mirada de mis maestros. Y eso me aseguraba un 'lugar' que nadie me podía arrebatar. Podrían hacerme trampa, unirse todos contra mis trabajos, contra mis derechos. Pero a la hora en que el donador de lugar (el maestro) llegaba, su mirada reconocía aquella cualidad de mis cuentos y mis dibujos. Y yo me sentía a salvo)
El lugar siempre es lugar respecto de algo. Las coordenadas son necesarias para que el lugar sea. Y las coordenadas dependen de un sistema tal que las genere: un punto cero y dos ejes que le den ser a cualquier otro punto. El sistema coordenado es aquél del que depende todo lo que se le halla sujeto para acomodarse y recibir, por él, su ser... su ser en cuanto ser ahí en el sistema.
Tener un lugar es básico para la supervivencia. Supongamos que usted ha decidido dejar ese feo papel de la mujer que debe tener hijos, porque simplemente le aburre infinitamente ese proyecto de vida. ¡Aguas! requiere encontrar otro lugar, aunque tenga que migrar a otro sistema de referencia. Entonces mejor obtenga un doctorado extranjero, algo de prestigio y otras características que le exija ese nuevo lugar: porque si pierde su lugar, lo que está en riesgo es su supervivencia. Si no es valorada por algún tipo de sistema, su futuro se ve oscuro.
Y a propósito de mi amigo 1 y mi amigo 2 del post pasado, y del catolicismo y demás etcéteras, me puse a pensar justamente en todos los católicos que de pronto deciden hacerse protestantes en México. No se trata ahí de un cambio de referencia, como en el caso de mis amigos. Pero a ver, primero recapitulemos:
Yo sostenía en aquél post que mis amigos se vieron obligados a cambiar de un sistema de referencia a otro, lo cual resultó tremendamente problemático para ellos: para ellos ser católico era algo fundamental en su ser. Así crecieron y ellos creían profundamente en las reglas dictadas por el ser católico. Pero en su naturaleza había un elemento que contradecía las reglas: eran homosexuales. Así que la perspectiva que ante los dos se presentó fue: o eres católico o eres gay. Uno se quedó como católico y se hizo célibe -pues era un católico coherente- y el otro se hizo 'gay'. Obviamente ser 'gay' no es algo tan abarcante como ser católico, lo cual lo obligó a reconstruir el sistema de referencias bajo las cuales se conceptuaría de hoy en adelante.
Ahí hubo un cambio total. Pero el caso del católico que se hace protestante es muy diferente.
El sistema de reglas, es decir, aquellas coordenadas que nos otorgaban ser en función de ser aquello que nos dotaba de un lugar, es algo que poseemos en su totalidad dentro de nosotros.
Nadie puede ubicarse a sí mismo sin poseer el mapa completo.
Uno posee, dentro de sí, todo el plano, y eso le permite ubicarse a sí mismo y ubicar a los demás. Eso le permite responder a las preguntas qué y para qué, y sólo así, uno comprende y es conciente de su propio lugar.
Digámoslo así: si la pata de la mesa adquiriera autoconsciencia, lo que adquiriría sería la comprensión de lo que es una mesa, del papel de la mesa en la casa, y del papel que tienen en general las patas para que la mesa funcione correctamente. Así, y sólo así, ella podría llamarse a sí msima 'pata de mesa'.
Lo que, desde mi punto de vista, le pasa al católico que se convierte, es que ha introyectado la totalidad de lo que significa ser 'católico', y ello le permite ubicarse a sí mismo y ubicar todo lo que le rodea. Pero resulta que su introyección de cómo deben ser las cosas entra en contradicción con como de hecho son las cosas. Él sabe que en la Biblia hay ciertas verdades, y le surgen muchas dudas. Busca respuesta y no la recibe. O quizás la recibe en otro lugar. Entonces se da cuenta de que la Iglesia Católica está fuera de lugar y él busca cómo y dónde poner en el lugar correcto las cosas. Y muchos la encuentran en las pequeñas sectas protestantes.
Si él leyó que la idolatría es un pecado, y no comprende el sistema de santitos y vírgenes, descubre que lo que está fuera de lugar es el culto a los santos y las vírgenes. Y cuando descubre un lugar donde también se anatemiza la idolatría, va hacia él.
Otro ve la corrupción dentro de la Iglesia, otro más no entiende simplemente el misterio de la Trinidad y se hace testigo de Jehová. Y así.
El que deja de ser católico, por lo regular, lo hace porque no halla coherencia entre la doctrina que se le ha enseñado y lo que ve a su alrededor.
Y por eso es más común que la gente con menor educación religiosa sea la que se cambie de confesión. Y como últimamente la Iglesia Católica cobra muy caro por educar, cuando se es pobre pero inteligente, se tiende a cambiarse de denominación. Uno ha aprendido mal y a penas algunas cosas doctrinales, y entonces con sus propios recursos busca una doctrina propia: no una inventada, sino una adquirida por los propios medios.
Si una niña rica del Opus Dei es capaz de explicar por qué está bien que la trinidad sea un misterio, cómo los miles de santos y vírgenes no representan politeísmo, y por qué el ayate de la vírgen no es vil idolatría, es porque ha pasado muchos años oyendo sutiles explicaciones -y lo más probable: sutiles prohibiciones de dónde sí y dónde no pensar- de por qué, a pesar de todo, el sistema es coherente.
Pero alguien con menor educación y mayor libertad para preguntar encuentra en la simpleza de los pastores protestantes y en sus biblias Reina Valera una respuesta que le otorga lo que está buscando: coherencia.
Una vez que uno ha comprendido las reglas del sistema, lo que busca es que funcionen coherentemente. Pero las reglas ya están en uno. Todas. Por eso se dice que somos las mujeres las que reproducimos los esquemas machistas: porque el ubicarnos qua mujeres, quiere decir poseer el mapa completo, y ser capaces de reproducirlo.
Poseer un lugar quiere decir poseer el mapa entero.
Por ahora, hasta aquí.
En lo que sigue trataremos de tratar lo siguiente:
El inicio del Discurso sobre la dignidad del hombre de Pico
El Mismo de Lévinas.
Y, Valerio, cuídate mucho y tráenos recuerdos de tu viaje.
la esponja desubicada.
3 comentarios:
Mmmm... tu idea de sistema pendula entre Cartesio y Hegel, pero me agrada sobre todo por el énfasis tópico. Gracias!
Por cierto. Qué es "de loci"? :S:S
No entiendo esa lingua coquinaria, jeje
mmm... Me daría mucha flojera estar ubicado-ya. Da una sensación de seguridad "sospechosa". Pienso que es más divertido ubicarse, en otro sentido, como lo hacen los barcos en el mar, siempre reorientado el rumbo, siempre revisando las estrellas, es una actividad continua y ordinaria...
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