predata 1: cuando me titulé de licenciatura, yo quería ir vestida de Jedi. Sólo Tzitzi me secundó con aquello de que todos fuéramos disfrazados de "Guerra de las Galaxias" y me regaló un hermoso poster que decía: "Que el Logos esté contigo" y un dibujo genial de Chubaka. De pronto, mientras en Puebla caía en cuenta de la disputa de los Franciscanos y los Dominicos, caí en la cuenta de que el traje Jedi original tiene demasiado de la orden de Ochkam. Por ello, he decidido mandarme hacer un traje de Jedi pero "more dominico", puesto que mi tesis es de Alberto Magno (que, dicho sea de paso, tiene una figura en el altar pricipal de una de las Iglesias Poblanas). Para el doctorado quizás los mande a todos a vestirse, no de Jedis luminosos y de Darth jedis, sino de dominicos y franciscanos...)
El otro día hablé en un post de "una chica rica del Opus" conectado con un tema referente al catolicismo. Por razones que no vienen al caso aclarar, supongo que pudiera esta individua ser confundida, en el blog, con una de mis mejores y más queridas amigas... que estudió en la UP también y que tiene alguna simpatía hacia la tal llamada Obra. Pero no, no es el caso: de Ely jamás hablaría despectivamente... la otra chica... bueno, de ella no sé nada... ni siquiera si es rica o no. Ese es un prejuicio mío, y la verdad creo que se me pasó la mano. Lo que pasa es que alguna vez discutí con ella, y para ser sinceros, lo que me incomodó tremendamente que ella asumiera que yo, por ser mujer, le ayudaría a convencer a Daniel de "dejar de usar tanto la razón y sentir con el corazón" a la hora de acercarse a Dios. Ella asumió que yo era católica (algún día, espero, alguien me habrá de explicar por qué doy esa impresión, además de la obvia conexión con la filosofía antigua y medieval), asumió, además, que apoyaría su propuesta "sentimental".
Seamos honestos: me incomodó que tomara esa clásica actitud de "yo soy la única mujer inteligente y tú, esponja, mujer normal, secundarás mi comentido".
Mi incomodidad, admitámoslo, fue un vil acto de puerilidad mía... pero, consciente de lo pueril de mi enojo -¿la falta de reconocimiento, more hegeliano?- guardé silencio y esperé a que comenzara la discusión contra el "férreo intelectualismo varonil" de Daniel.
Daniel brincó cuando ella (que se dedica a Descartes) dijo: bueno, pero ¿ustedes no creen todas estas cosas que estudian verdad?
¡¡Claro que sí!! dijo Daniel... y... bueno: era una aseveración un poco tonta, pues mostraba que ella no cree en lo que hace, y no era consciente de que Daniel, por muchos años y en ese momento, se dedicó a estudiar la mística de finales del XIV (¿¡?!: ¿qué quiere decir que "no cree" en lo que hace? ¿qué quiere decir hacer filosofía, o histoira de la filosofía si uno no "cree" en ello. También Alain de Liberá estudió a los Místicos del Rihn, a Alberto Magno, y a la vez es foucaultiano y heideggeriano... ¿qué quiere decir que sí o que no cree en "lo que hace"? en fin... esa fu una crítica metodológica).
Sin embargo, a pesar del primer brinco, poco a poco Daniel comenzó a bajar la guardia. Y de pronto empezó a aceptar que quizás sí era demasiado racionalista, que quizás sí debería dejarse llevar por el corazón.
No me sorprendí. Quien nos conoce muy bien, sabe que Daniel es puro corazón. Para ser iracundo a ese grado, a ese grado que lo pone en riesgo... para ser tan buen amigo y tan solidario... y sobre todo, tan buen maestro, se necesita ser puro corazón. Quien nos conoce muy bien, sabe de sobra que yo ando cargando un cuchillo japonés en la cabeza listo para deshacerle a cualquiera sus más preciados sueños sin tocarme el corazón (tomo lo del cuchillo de un amigo de tuiter que me hizo el favor de describirme así). Soy depresiva, lo que quiere decir que soy melancólica, lo que, cualquier galénico sabe, significa que soy fría... aunque a vece me enciendo.
Mientras Daniel bajaba la guardia e iba aceptando las indecorosas y sensibleras proposiciones de la antedicha chica, de pronto, para tratar de convencerlo de que ser del Opus era una buena idea, comenzó a decirle que los laicos, después del Vaticano II, no son menos que los religiosos (o algo así... la neta no vi muy bien por donde iba el argumento... lo que sí sé es que Daniel es antiVaticano II... pero él escuchaba, blandito, blandito... dejándose convencer. Bueno, seamos honestos, Daniel es muy abierto: estaba simplemente escuchando). Y siguió dando más y más razones hasta que dijo aquello que despertó mi ira (mi comunista ira... recuerden, soy la esponja comunista):
Y por supuesto la caridad quiere decir querer a tu mamá, a la gente cercana de tí, no a los NEGRITOS de África... ¿esos por qué me iban a importar?
Admitámoslo: concederle a cristiano la gracia de querer más a su mamá que a Juan de los Palotes es "humanizar" el cristianismo... tal como Nietzsche lo dijo en algún lado. Pero en ese momento lo que encendió toda mi (ideológica) ira fue lo de NEGRITOS...
Ya en estado iracundo, escuché la susbiguiente e iracundizante proposición, que francamente no recuerdo muy bien, pero que tenía que ver con la jerarquía social, con alguna justificación del estado de las cosas...
No tengo energías para reproducir el debate de aquél día (además sigo en la carrera contra el tiempo del capítulo I). Sólo que yo comencé a hablar de los católicos pobres (San Juanico Iztapalapa fue mi ejemplo), los católicos ricos (que ella llamaba de a pie... bueno, no digamos "ricos", digamos educados en escuelas católicas lo que, no me pueden negar, implica un mínimo de poder adquisitivo), los católicos de la Teología de la Liberación... entonces ella dijo riéndose:
esos no son católicos...
¡zaz!
Como me da flojera lo de repetir el debate, les pondré una metáfora: agarré a San Agustín y anoté un knot out por aquello del significado de caridad en Agus... eso de amar en Dios.
(sí, sí... la descripción, en Confesiones IX de cómo se traga las lágrimas ante la muerte de Mónica dan a pensar de que sí fue generoso con la condición humana quitar ese enorme peso de indiscriminación al amor a los otros que significa amar en Dios. Pero, en ese momento, la falta de caridad ante los NEGRITOS de África, todo lo egoísta que me pareció aquello de que la relación con Dios es absolutamente personal y no hacen falta las obras... ¡Fíjense nomás de lo contradictoria que soy ! ¿pos no que soy o era Bautista?... bueno, en mi defensa sólo puedo argüir que, quizás equivocadamente, desde aquél día el Opus me pareció una especie de protestantismo pero que le sacaba al liberalismo bien plantado de los luteranos para justificar el sistema de injusticia económica y social. Y que además seguía siendo igual de mágico que los católicos de San Juanico Iztapalapa que llevan, cada mes, casa por casa, a los santos de visita. ¿Que uno es más idolátrico que rendir culto ante el Sagrario? Desde mi perspectiva pues todo es igual de idolátrico: la transubstanciación es pura idolatría... (ay! ya mejor me callo).
Entonces, después de aquella discusión que no les narré (por huevona, y porque la verdad ni estuvo tampoco tan buena), ella, con los ojos desorbitados, dijo:
¡¡pero yo creí que eras católica!!
(y pendeja, pensé para mis adentros...)
No, -dijo Daniel- ella no es católica, es catolicóloga.
Desde entonces me saluda de lejos... de lejitos... y no sonríe como antes...
(Ella jamás podría ser Ely. Ely, al igual que Daniel, es puro corazón. Quizás mis rispidencias con la "chica del Opus" más bien están relacionadas con que me hallé ante una igual... porque eso sí no lo niego: de que es lista, es lista... posee la suficiente frialdad intelectual para saber persuadir).
Seamos honestos: me incomodó que tomara esa clásica actitud de "yo soy la única mujer inteligente y tú, esponja, mujer normal, secundarás mi comentido".
Mi incomodidad, admitámoslo, fue un vil acto de puerilidad mía... pero, consciente de lo pueril de mi enojo -¿la falta de reconocimiento, more hegeliano?- guardé silencio y esperé a que comenzara la discusión contra el "férreo intelectualismo varonil" de Daniel.
Daniel brincó cuando ella (que se dedica a Descartes) dijo: bueno, pero ¿ustedes no creen todas estas cosas que estudian verdad?
¡¡Claro que sí!! dijo Daniel... y... bueno: era una aseveración un poco tonta, pues mostraba que ella no cree en lo que hace, y no era consciente de que Daniel, por muchos años y en ese momento, se dedicó a estudiar la mística de finales del XIV (¿¡?!: ¿qué quiere decir que "no cree" en lo que hace? ¿qué quiere decir hacer filosofía, o histoira de la filosofía si uno no "cree" en ello. También Alain de Liberá estudió a los Místicos del Rihn, a Alberto Magno, y a la vez es foucaultiano y heideggeriano... ¿qué quiere decir que sí o que no cree en "lo que hace"? en fin... esa fu una crítica metodológica).
Sin embargo, a pesar del primer brinco, poco a poco Daniel comenzó a bajar la guardia. Y de pronto empezó a aceptar que quizás sí era demasiado racionalista, que quizás sí debería dejarse llevar por el corazón.
No me sorprendí. Quien nos conoce muy bien, sabe que Daniel es puro corazón. Para ser iracundo a ese grado, a ese grado que lo pone en riesgo... para ser tan buen amigo y tan solidario... y sobre todo, tan buen maestro, se necesita ser puro corazón. Quien nos conoce muy bien, sabe de sobra que yo ando cargando un cuchillo japonés en la cabeza listo para deshacerle a cualquiera sus más preciados sueños sin tocarme el corazón (tomo lo del cuchillo de un amigo de tuiter que me hizo el favor de describirme así). Soy depresiva, lo que quiere decir que soy melancólica, lo que, cualquier galénico sabe, significa que soy fría... aunque a vece me enciendo.
Mientras Daniel bajaba la guardia e iba aceptando las indecorosas y sensibleras proposiciones de la antedicha chica, de pronto, para tratar de convencerlo de que ser del Opus era una buena idea, comenzó a decirle que los laicos, después del Vaticano II, no son menos que los religiosos (o algo así... la neta no vi muy bien por donde iba el argumento... lo que sí sé es que Daniel es antiVaticano II... pero él escuchaba, blandito, blandito... dejándose convencer. Bueno, seamos honestos, Daniel es muy abierto: estaba simplemente escuchando). Y siguió dando más y más razones hasta que dijo aquello que despertó mi ira (mi comunista ira... recuerden, soy la esponja comunista):
Y por supuesto la caridad quiere decir querer a tu mamá, a la gente cercana de tí, no a los NEGRITOS de África... ¿esos por qué me iban a importar?
Admitámoslo: concederle a cristiano la gracia de querer más a su mamá que a Juan de los Palotes es "humanizar" el cristianismo... tal como Nietzsche lo dijo en algún lado. Pero en ese momento lo que encendió toda mi (ideológica) ira fue lo de NEGRITOS...
Ya en estado iracundo, escuché la susbiguiente e iracundizante proposición, que francamente no recuerdo muy bien, pero que tenía que ver con la jerarquía social, con alguna justificación del estado de las cosas...
No tengo energías para reproducir el debate de aquél día (además sigo en la carrera contra el tiempo del capítulo I). Sólo que yo comencé a hablar de los católicos pobres (San Juanico Iztapalapa fue mi ejemplo), los católicos ricos (que ella llamaba de a pie... bueno, no digamos "ricos", digamos educados en escuelas católicas lo que, no me pueden negar, implica un mínimo de poder adquisitivo), los católicos de la Teología de la Liberación... entonces ella dijo riéndose:
esos no son católicos...
¡zaz!
Como me da flojera lo de repetir el debate, les pondré una metáfora: agarré a San Agustín y anoté un knot out por aquello del significado de caridad en Agus... eso de amar en Dios.
(sí, sí... la descripción, en Confesiones IX de cómo se traga las lágrimas ante la muerte de Mónica dan a pensar de que sí fue generoso con la condición humana quitar ese enorme peso de indiscriminación al amor a los otros que significa amar en Dios. Pero, en ese momento, la falta de caridad ante los NEGRITOS de África, todo lo egoísta que me pareció aquello de que la relación con Dios es absolutamente personal y no hacen falta las obras... ¡Fíjense nomás de lo contradictoria que soy ! ¿pos no que soy o era Bautista?... bueno, en mi defensa sólo puedo argüir que, quizás equivocadamente, desde aquél día el Opus me pareció una especie de protestantismo pero que le sacaba al liberalismo bien plantado de los luteranos para justificar el sistema de injusticia económica y social. Y que además seguía siendo igual de mágico que los católicos de San Juanico Iztapalapa que llevan, cada mes, casa por casa, a los santos de visita. ¿Que uno es más idolátrico que rendir culto ante el Sagrario? Desde mi perspectiva pues todo es igual de idolátrico: la transubstanciación es pura idolatría... (ay! ya mejor me callo).
Entonces, después de aquella discusión que no les narré (por huevona, y porque la verdad ni estuvo tampoco tan buena), ella, con los ojos desorbitados, dijo:
¡¡pero yo creí que eras católica!!
(y pendeja, pensé para mis adentros...)
No, -dijo Daniel- ella no es católica, es catolicóloga.
Desde entonces me saluda de lejos... de lejitos... y no sonríe como antes...
(Ella jamás podría ser Ely. Ely, al igual que Daniel, es puro corazón. Quizás mis rispidencias con la "chica del Opus" más bien están relacionadas con que me hallé ante una igual... porque eso sí no lo niego: de que es lista, es lista... posee la suficiente frialdad intelectual para saber persuadir).
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