(Antes de comenzar a leer, querido y amable -y existe alguna probabilidad de que a usted, lector, se le aplique también el 'amado', 'deseado' y/o 'idolatrado'... aunque también puede ser que se le aplique simple y llanamente el 'estimado'- LECTOR, le recomiendo pasar al post de abajo(Ahora píquiede al Deíctico de ACÁ -o si usted es muy analítico, mejor púchele at this indexical-
El video que ahí coloqué me hizo reír (jajajajaja... todavía me hace reír) mucho. saludos a RRS que en la sección de comentarios dejó un link a otro video que también hace reír mucho, mucho, mucho. Una vez dicho lo cual, procedamos).
Esta imagen en su blog dice MUY claramente que hay que pedirle permiso a la autora para publicarlo. Lo dice aquí "Aquí". Bueno. No lo hice. Así pues, interpretaré a mi conveniencia su orden: he puesto el link (liga) a su blog, lo que es mucho más que citarla: es una ventana a su Blog... así que, estrictamente hablando, están viendo su blog a través del mío. He dicho.
Caperucita, atosigada por un terrible vacío existencial, decidió proponerle algo nuevo al Lobo. Le dijo así:
Ya todo mundo está aburrido de nosotros. Y a causa de ello han hecho con nosotros terribles depravaciones. Las variaciones sobre el prístino y freudiano mito, cuidadosamente bordado justo porque se le contaba a los niños (y sus terrores se disfrazaban perfectamente), se ha deformado de maneras inimaginables. ¡¡¡¿Has oído una versión donde me acabo comiendo la sangre y la carne de mi abuela?!!! ¡¡Te das cuenta!! ¡Eso ya no es un cuento! En un cuento uno disfraza el mensaje terrorífico que se va a dar ¿no? ¿Pero sentirse sumamente ingenioso por poner al descubierto justo aquello que con tanto arte y cuidado se disfrazó... qué tiene de meritorio?La culpa de estos horrores la tienen ese par de hermanos filologuetes Grimm. Si no nos hubieran hecho de dominio universal, habríamos terminado por ser una curiosidad de algún pueblito prusiano... pero no, estamos en los oídos de toda la humanidad desde su infancia. Dos siglos de taladrar las noches de todos los niños del planeta con
¿y por qué tienes los ojos tan grandes?
Para verte mejor
¿y por qué tienes esas orejas tan grandes?
Para oírte mejor
y ¡¡Dime Lobo!! ¿acaso el inconsciente colectivo no provoca que nuestro cuento se vuelva soso y aburrido cada vez a menor edad? A este paso los recién nacidos berrearan parodias de nosotros. Esto tiene que acabarse ya. Basta... Lobo... ¿me oíste?... Lobito... ¿dónde estás?
Pero para sorpresa de Caperucita el Lobo ya no estaba ahí. Así que ella se sentó, un poco decepcionada, un poco sintiendo que su compañero ya había presentido aquello mucho antes que ella y que por eso se había marchado.
¿Y ahora qué iba a ser de ella sin el Lobo? Un cuento con la abuela y el leñador iba a terminar siendo una telenovela. Además, nunca le había gustado cómo el leñador la miraba... la abuela nomás se hacía mensa y cada vez pedía pastelitos más exóticos.
Pero... ¿dejar la Caperuza?
Casi sonaba a 'colgar los tenis', 'tirar la toalla'... perdería su nombre, su personalidad... ¿acaso alguien sabe cómo se llama Caperucita Roja?
¿Acaso los estúpidos Hermanos Grimm se tomaron la molestia de preguntárselo a alguien?
¿y si se llamaba Gretel? ¿Ulrike? ¿Sigfrida? ¿Frida?
Pero no... no... por culpa de eso filologuetes cosmopolitistas, la pobre chica al quitarse la Caperuza se desharía de sí misma.
Y el Lobo no regresaba (pero ¿quién dijo que tenía que regresar? ¿la habrá mal interpretado? ¡¡Ella no le estaba proponiendo una separación!! ¡¡No!! ¡Quería que los dos hicieran algo nuevo nada más!... claro, ¡maldita bestia! ¡Todos los caninos son iguales! ¡Claro que la estaba abandonando! A él, por supuesto, lo podían contratar en taaantos cuentos!... ¿qué más le daba perder un cuentucho como Caperucita Roja y el Lobo Feroz? Total, él siempre era el Lobo en todo cuento donde hubiera Lobos, y si algo abundaban eran cuentos con lobos feroces (Pobre caperucita el día que se enteró que hasta era un personaje filosófico muy importante... ¡maditas ovejas!)
Pero la curiosidad pudo más. Caperucita se arrancó la caperuza y la tiró al suelo. Cerró los ojos y comenzó a contar desde cien hasta uno...
comenzó a contar hasta cien...
99...
54...
33...
ocho...
dos...
uno...
Dejó pasar un momento y nada: no desapareció. Seguía viendo frente a sí a la caperuza. Extendió las manos y las puso frente a sus ojos: ahí seguían... se tocó la cara y nada había cambiado... Le dió la espalda a la caperuza... y ella seguía entera.
Pero se sentía desnuda.
Porque seguía ahí...
...seguía ahí... sólo que ahora no tenía nombre, ni historia... ¡¡ni Lobo!!
Sintió mucho frío. Se agachó y recogió la caperuza. Le dió tres sacudidas y se la volvió a poner . Mientras cavilaba se agotó y se quedó dormida.
¡eh! ¡Caperuza! ¡Despierta!
-¿eh? ¿qué pasa?.. ¡¡¡Lobo!!! ¡¡Volviste!!
-¡Sí! ¡mira!... mira...
-¿qué es esto? ¿una taza? ¿y qué hacemos ahí?
-Estamos siendo amigos...
-¿y eso por qué o qué?
-¡Ah! es que después de oír tus cavilaciones, recordé un programa que vi el otro día... un Reality Show... y pues se me ocurrió vender nuestra historia tras bambalinas a una empresa de televisión. Harán una especie de miniserie... ¿si has visto no? Vendrán hasta el bosque y pondrán cámaras de televisión... y toda la cosa...
Y esta taza es un producto promocional... parece que le tienen mucha fe a nuestro programa. Y eso sí te lo prometo, Caperuza: ya nada de ¿y porqué tienes esos ojos tan grandes? no, no... basta...
mañana vienen a entrevistarnos.........
Atte:
La esponjita
(¡¡al carajo las ovejas!! yo me mudo de cuento)
¿y por qué tienes los ojos tan grandes?
Para verte mejor
¿y por qué tienes esas orejas tan grandes?
Para oírte mejor
y ¡¡Dime Lobo!! ¿acaso el inconsciente colectivo no provoca que nuestro cuento se vuelva soso y aburrido cada vez a menor edad? A este paso los recién nacidos berrearan parodias de nosotros. Esto tiene que acabarse ya. Basta... Lobo... ¿me oíste?... Lobito... ¿dónde estás?
Pero para sorpresa de Caperucita el Lobo ya no estaba ahí. Así que ella se sentó, un poco decepcionada, un poco sintiendo que su compañero ya había presentido aquello mucho antes que ella y que por eso se había marchado.
¿Y ahora qué iba a ser de ella sin el Lobo? Un cuento con la abuela y el leñador iba a terminar siendo una telenovela. Además, nunca le había gustado cómo el leñador la miraba... la abuela nomás se hacía mensa y cada vez pedía pastelitos más exóticos.
Pero... ¿dejar la Caperuza?
Casi sonaba a 'colgar los tenis', 'tirar la toalla'... perdería su nombre, su personalidad... ¿acaso alguien sabe cómo se llama Caperucita Roja?
¿Acaso los estúpidos Hermanos Grimm se tomaron la molestia de preguntárselo a alguien?
¿y si se llamaba Gretel? ¿Ulrike? ¿Sigfrida? ¿Frida?
Pero no... no... por culpa de eso filologuetes cosmopolitistas, la pobre chica al quitarse la Caperuza se desharía de sí misma.
Y el Lobo no regresaba (pero ¿quién dijo que tenía que regresar? ¿la habrá mal interpretado? ¡¡Ella no le estaba proponiendo una separación!! ¡¡No!! ¡Quería que los dos hicieran algo nuevo nada más!... claro, ¡maldita bestia! ¡Todos los caninos son iguales! ¡Claro que la estaba abandonando! A él, por supuesto, lo podían contratar en taaantos cuentos!... ¿qué más le daba perder un cuentucho como Caperucita Roja y el Lobo Feroz? Total, él siempre era el Lobo en todo cuento donde hubiera Lobos, y si algo abundaban eran cuentos con lobos feroces (Pobre caperucita el día que se enteró que hasta era un personaje filosófico muy importante... ¡maditas ovejas!)
Pero la curiosidad pudo más. Caperucita se arrancó la caperuza y la tiró al suelo. Cerró los ojos y comenzó a contar desde cien hasta uno...
comenzó a contar hasta cien...
99...
54...
33...
ocho...
dos...
uno...
Dejó pasar un momento y nada: no desapareció. Seguía viendo frente a sí a la caperuza. Extendió las manos y las puso frente a sus ojos: ahí seguían... se tocó la cara y nada había cambiado... Le dió la espalda a la caperuza... y ella seguía entera.
Pero se sentía desnuda.
Porque seguía ahí...
...seguía ahí... sólo que ahora no tenía nombre, ni historia... ¡¡ni Lobo!!
Sintió mucho frío. Se agachó y recogió la caperuza. Le dió tres sacudidas y se la volvió a poner . Mientras cavilaba se agotó y se quedó dormida.
¡eh! ¡Caperuza! ¡Despierta!
-¿eh? ¿qué pasa?.. ¡¡¡Lobo!!! ¡¡Volviste!!
-¡Sí! ¡mira!... mira...
-¿qué es esto? ¿una taza? ¿y qué hacemos ahí?
-Estamos siendo amigos...
-¿y eso por qué o qué?
-¡Ah! es que después de oír tus cavilaciones, recordé un programa que vi el otro día... un Reality Show... y pues se me ocurrió vender nuestra historia tras bambalinas a una empresa de televisión. Harán una especie de miniserie... ¿si has visto no? Vendrán hasta el bosque y pondrán cámaras de televisión... y toda la cosa...
Y esta taza es un producto promocional... parece que le tienen mucha fe a nuestro programa. Y eso sí te lo prometo, Caperuza: ya nada de ¿y porqué tienes esos ojos tan grandes? no, no... basta...
mañana vienen a entrevistarnos.........
Atte:
La esponjita
(¡¡al carajo las ovejas!! yo me mudo de cuento)
3 comentarios:
No creo que sea el lugar más adecuado, pero tengo tres preguntas que hacerte...
Ya tú verás si me quieres responder,¿va?
1. ¿Por qué te llamas "esponja"?
2. ¿De quién es la foto en tu perfil?
3. ¿Cuál es tu método fácil para aprender latín?
Muchos saludos,
Alhambra
Alhambra querida:
La foto del perfil es de Emily Dickinson. He de confesar que primero conocí la foto y luego leí a la azotadísima de Emily. Todo fue porque un día Daniel sorprendiose de lo mucho que se parece esa foto a una de cuando yo estaba más joven y delgada.
El método de latín se llama "Lingua latina per se illustrata", y lo diseñó un danés llamado Hans Orberg (con la O con una diagonal). En el colegio de Letras Clásicas corría de mano en mano en fotocopias (casi clandestinamente), porque es tremendamente intuitivo. Ahora se puede bajar de la piratezca Gigapedia. Si te interesa te explico con pelos y señales cómo bajarlo. Quizás no sirva para preparar el examen de Latín V en adelante, pero para leer es más que suficiente.
La primer pregunta amerita un mini post.
Un beso,
la esponjis
¡Gracias Esponja! Has satisfecho mi curiosidad y, con ello, me doy cuenta de que andaba muy errada en mis deducciones.
Te confieso que el origen de la "esponjosidad" me decepcionó un poco porque, en realidad, no tiene un significado especial si es que pudo haber sido una simple pelusa o cualquier otra cosa. Hubiera sido más emocionante que la esponja fueras tú o alguna otra cosa "real"
Siempre supuse que te llamaban "esponjita" porque todo se te grababa; lo absorbías intelectualmente (y creo que en esto último no me equivoco).
La foto: como en muchas ocasiones mencionas a tu familia, no sé por qué pensé que podría ser alguno de tus ancestros (con perdón de la Dickinson que, seguramente, será más famosa pero yo no tenía el gusto. Ni hablar!)
Claro que me interesa lo del latín, pero no te molestes. Intentaré hacerlo y ya si no puedo te aviso. ¡Mil gracias!
Te mando un fuerte abrazo
Al
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